Hace una década, en la localidad de Gregorio Laferrere, La Matanza, arribó la primera sucursal de integración social del país que cambió la vida de miles de vecinos. Sus hitos y la importancia de su llegada.
Lo que para algunos era un trámite, para otros, era toda una movida y una dificultad. Hace 10 años, en el barrio ‘La Juanita’, vecinos y vecinas debían recorrer más de 5 km para ir a un cajero o acceder a un banco.
Pero no solo se trataba de un largo trayecto o una distancia física. La brecha hacia el acceso a la bancarización se hacía mucho más grande por otros motivos. El abandono, la poca información y los miedos frente a lo desconocido y lo digital, acrecentaban esa separación que, un día, se acortó.
La llegada de la primera sucursal de integración social de Santander que, en este 2022, cumplió 10 años, ayudó a que hombres y mujeres del barrio pudieran no solo acceder a un cajero, sino más bien que conozcan los beneficios de la inclusión y la bancarización, potenciando las iniciativas de las diferentes personas dentro del barrio.
De a poco, muchos accedieron a su primera cuenta bancaria y tarjeta de débito. Otros a la posibilidad de obtener una tarjeta de crédito o incluso a un préstamo para hacer crecer su emprendimiento. Por otro lado, sin ser clientes, otros tantos pudieron sacar dinero en efectivo a pocas cuadras de su hogar.
Los números hablan por sí solos. A 10 años de su nacimiento, hoy van en camino a los 10.000 clientes, de los cuales 1300 accedieron a una tarjeta de crédito por primera vez. Y, a través de sus cuatros cajeros automáticos, se dio servicio a más de 21.000 personas que no son clientes de Santander.
Una llegada, múltiples oportunidades
El arribo de Santander allá por el 2012, que permitió el acceso a múltiples servicios financieros (y más y mejor conocimiento sobre ellos), fue también la puerta para nuevas oportunidades.
Estar en la localidad, le permitió conocer y vincularse con múltiples organizaciones sociales que contribuyen con las familias del barrio. Entre ellas, se encuentra la cooperativa ‘La Juanita’, comandada por Silvia Flores, quien facilitó la llegada de Santander al barrio.
Esto, no solo permitió educar en materia financiera y concientizar al barrio sobre la importancia que tiene respetar las “normas” de bancarización (y conocer bien sus oportunidades), sino también generar vínculos con personas que se creían fuera del mercado.
Así fue el inicio de las denominadas sucursales de integración social que hoy suman 8 en total y buscan facilitar el acceso de sectores no bancarizados al sistema financiero. Después de La Juanita, se sumó el barrio Santa María en San Miguel, Castelar Sur en Morón, Don Orione en Almirante Brown y, por último, se abrieron sucursales en Barrio 31 en Retiro, Barrio Itatí en Quilmes, Barrio 20 en Lugano y Villa Jardín en Lanús.
A 10 años de su nacimiento y en busca de muchos más, Santander continúa con la misión de integrar a comunidades que se hallan fuera del sistema financiero o con dificultades de acceso.
1 comentario
Es una iniciativa que daría el poder adquisitivo a muchos, para hacer que su micro emprendimiento o pequeño negocio crezca y ser de esta forma, una nueva fuente bancarizada para el dueño y posibles empleados.