La bioeconomía es un paradigma de desarrollo sustentable que incluye a diversos sectores de la cadena agropecuaria y agroindustrial. Qué es, como se implementa y por qué es vital para el mundo.
“No hay planeta B”, se convirtió en unas de las frases más populares de los últimos años ante la amenaza del cambio climático. Por eso, como consecuencia, impulsar una economía más respetuosa con el medio ambiente, para los expertos, no es una opción, es una obligación ética.
¿Cómo se logra? Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se obtiene mediante “la producción, utilización y conservación de los recursos biológicos, incluidos los conocimientos relacionados, la ciencia, la tecnología y la innovación, para proporcionar información, productos, procesos y servicios a todos los sectores económicos con el objetivo de avanzar hacia una economía sostenible”.
Tomando la Agenda 2030 como referente, la bioeconomía es una alternativa para la especialización inteligente de los territorios, para la innovación y el cambio estructural con enfoque de sostenibilidad, así como para potenciar políticas de desarrollo agrícola y rural.
Según indica Jorge Antonio Hilbert, Director y Fundador de Energy & Environmental Consulting, y Ex Coordinador del Programa Nacional de Bioenergía del INTA, el término “bioeconomía” se ha acuñado para remarcar el impacto de los avances de la biología sobre la economía y la sociedad:
“Se piensa que las aplicaciones derivadas de estos avances, en particular en las áreas de biotecnología y bioinformática, tendrán un impacto similar al que ha tenido la revolución informática de finales del Siglo XX”, explica. Por otra parte, agrega que las aplicaciones de estas tecnologías a la actividad agropecuaria y agroindustrial “tienen ya un impacto significativo en la economía argentina y podrían transformarse en un pivote estratégico para el desarrollo económico, social y territorial del país”.
Su implementación
El concepto de bioeconomía se basa en promover el procesamiento integral de la biomasa para la obtención de diversos componentes y productos que apuntan a diferentes mercados y poseen precios diferenciales.
“Los ingenieros agrónomos poseemos una formación integral para lograr una producción sustentable de biomasa en el ámbito del campo, hoy en día se agrega a esa visión la necesidad de darle mayor valor mediante una vasta gama de bioproductos intermediarios y finales, enfatizando los aspectos de integración, diversificación y sustentabilidad de los procesos productivos”, destaca Hilbert.
Bajo esta línea, hace referencia al país y añade que, debido a la fuerte disponibilidad de recursos naturales (suelos, agua, biodiversidad) y al desarrollo de un sector agrícola eficiente e innovativo, Argentina ya es un productor de biomasa de gran importancia a escala global: “El desafío al cual nos enfrentamos es transformar estas capacidades en mayor valor agregado y desarrollo social, lo que necesariamente implica la inserción de las nuevas tecnologías en la industrialización del sector primario”.
Durante los últimos años muchos países han desarrollado estrategias para promover la bioeconomía. Según el Consejo Alemán para la Bioeconomía (GBC por sus siglas en inglés), cerca de 50 países han desarrollado marcos de políticas exclusivos o parciales para el desarrollo de la bioeconomía, o están en ese proceso.
Según el tipo de estrategia, el GBC clasifica los países en cuatro categorías:
- A) con estrategias dedicadas;
- B) con estrategias relacionadas;
- C) con estrategias relacionadas y estrategias dedicadas en proceso de desarrollo
- D) con estrategias dedicadas en desarrollo.
Además, se han desarrollado estrategias subnacionales dedicadas en Canadá (Alberta, British Columbia y Ontario), Bélgica (Flandes) y Argentina (Provincia de Buenos Aires).
Por qué es clave su desarrollo
Según informa la CEPAL en su Informe “Bieconomía en América Latina y el Caribe” donde se analiza su contexto global, regional y perspectivas, en América Latina hay un “gran potencial para el desarrollo de la bioeconomía, como una alternativa para la diversificación productiva y la agregación de valor en el medio rural, especialmente en los sectores agrícola y agroindustrial”.
Además, la biodiversidad (incluida la agrobiodiversidad), especialmente en países megadiversos y con ecosistemas únicos; la capacidad para producir biomasa para diversos usos, además de alimentos; y la disponibilidad de desechos agrícolas y agroindustriales, son tres ejemplos de recursos biológicos que pueden servir de base para el desarrollo de estrategias nacionales y regionales de bioeconomía.
Desde el punto de vista de los Objetivos del Desarrollo Sostenible y la construcción que las empresas están realizando con foco al 2030, la bioeconomía proporciona soluciones a los principales retos a los que se enfrenta la sociedad actual y que están ligados al cambio climático.
“Garantizar la seguridad alimentaria y reducir el estrés hídrico, gestionar de manera sostenible los recursos naturales para evitar su sobreexplotación y reducir la dependencia de los combustibles fósiles e impulsar las energías renovables son algunos de los impactos positivos de la bioeconomía”, indica Patricia Malnati, presidente de Jomsalva S.A y agrega: “es fundamental para desarrollar acciones encaminadas a la mitigación y adaptación al cambio climático, crear empleos verdes y mantener la productividad y la competitividad y reducir las emisiones de GEI y mejorar la salud pública”.
Está claro que la bioeconomía tiene potencial y es clave en un desarrollo sano de los ecosistemas económicos del mundo. Las iniciativas que se están implementando con base en la bioenergía, biotecnología, biodiversidad y servicios ambientales, son un paso a seguir tomando relevancia en la agenda pública en varios países de la región.
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