La llegada de las computadoras cuánticas modificará el sistema criptográfico que se utiliza para proteger las telecomunicaciones diarias. Con satélites y nuevas propuestas innovadoras, los detalles de la ciencia que buscará garantizar conexiones seguras.
Cuando buscamos información en Internet, hacemos una videollamada, consultamos la página web de nuestro banco o simplemente enviamos un correo electrónico, ocurren procesos que, aunque no seamos conscientes de ellos, hacen posible que este tipo de actividades digitales sean seguras y que los datos que transmitimos permanezcan a salvo de terceros. En concreto, nos referimos a los sistemas criptográficos.
Empleando una definición muy sencilla, podemos decir que la criptografía es un método que utiliza códigos para proteger la información y que solo pueda ser procesada y accesible para sus destinatarios. La composición del propio término ayuda a entenderla mejor: ‘Cripto’ proviene del griego y significa oculto o encubierto, mientras que ‘grafía’ hace referencia a la escritura.
A modo de ejemplo, Santander.com revela que, cuando una persona organiza una videollamada con otra, se puede decir que sus dispositivos, se acuerdan e intercambian una serie de claves para cifrar y asegurar la comunicación. De esta forma, nadie que no hayan invitado a unirse a la conversación, podrá formar parte de ella ni tener acceso a sus datos.
La computación cuántica y su rol en la seguridad
En la actualidad, parte de la criptografía que asegura que actividades digitales está basada en operaciones matemáticas complejas que los ordenadores tradicionales no pueden resolver eficientemente. Sin embargo, utilizando principios de la física cuántica, será posible que en un futuro existan computadoras capaces de descifrar dichas operaciones y, por lo tanto, dejar al descubierto las claves utilizadas en el intercambio de información.
A grandes rasgos, podemos decir que las computadoras tradicionales y las cuánticos se diferencian, principalmente, en la eficiencia para resolver algunos problemas muy complejos. Mientras que los equipos clásicos funcionan con impulsos eléctricos que se expresan en código binario y su unidad mínima de información es el bit, que puede ser únicamente un 0 o 1, los cuánticos utilizan partículas subatómicas como electrones o fotones y su valor mínimo es el cúbit (bit cuántico), que puede ser tanto 0 o 1 o una combinación de los dos al mismo tiempo.
Esa capacidad de aprovechar algunas propiedades de la física cuántica hace que las computadoras cuánticas sean más eficientes que sus antecesores a la hora de procesar la información.
Un error habitual es pensar que las computadoras cuánticas son más rápidos que los clásicas, pero, en realidad, se trata de máquinas que, para resolver problemas matemáticos, incluidos, precisamente, los que utiliza la criptografía, necesitan realizar muchas menos operaciones. Por ello, lo que ahora podría costar millones de años, la computación cuántica lo haría en horas, minutos o segundos gracias a dicha eficiencia.
Caramuel, el proyecto por el futuro de la ciberseguridad
La posibilidad de que en el futuro alguien con una computadora cuántica sea capaz de descifrar la criptografía que utilizan actualmente las personas, pondría en riesgo la sociedad digital. Pensando en esta problemática, nacen iniciativas en el mundo que contribuyen con la causa.
Uno de ellos es, por ejemplo, el proyecto cuántico europeo ‘Caramuel’, formado por 20 instituciones públicas y privadas de España que están desarrollando para la Agencia Espacial Europea el estudio de viabilidad de un proyecto que supondría el futuro de la seguridad en las telecomunicaciones. Empresas como Santander son parte de la iniciativa que busca transformar al sector.
Así como las propiedades de la física cuántica se utilizan en la creación de nuevas computadoras, también es posible aprovecharla para el desarrollo de nuevas formas de criptografía. Hablamos de la criptografía cuántica y cuya principal aplicación es la distribución cuántica de claves.
Con esta nueva tecnología el intercambio de claves entre dispositivos se realizaría por medio de un satélite geoestacionario –ubicado a 36.000 kilómetros de la Tierra- que envía fotones en un formato especial a dos estaciones provistas con telescopios, que los reciben y comparten con los dos dispositivos.
De esta forma, únicamente conocerían las claves los dos interesados que las intercambian y, en caso de que un tercero tratara de interceptar la trayectoria de los fotones, quedaría en evidencia, por lo que se podría establecer con anticipación que la clave no es segura.
Además de que la seguridad en el intercambio de claves ya no dependería de que una computadora cuántica pueda vulnerar los sistemas criptográficos resolviendo las operaciones matemáticas, con el uso del satélite geoestacionario Caramuel también aportaría la solución al problema de limitación de distancia que, por ejemplo, tiene la fibra óptica para transportar eficientemente los fotones, pues estas partículas se propagan mejor en el espacio.
¿Por qué es importante que entidades como Santander sean parte de esta clase de proyecto? Desde Santander.com revelan que ser parte de este proyecto, le aporta “la visión estratégica de un sector como el financiero, que tiene necesidades de seguridad específicas y que requiere de un servicio útil y práctico de criptografía, y que a su vez considere el punto de vista de los usuarios finales”.
Así es como, de a poco, no solo la física cuántica empieza a ganar terreno, sino que los protagonistas son conscientes de eso y empiezan a accionar.
Aún no hay comentarios