Por qué y para qué los países invierten en ciencia e investigación

Por Equipo Santander Post | 30-01-2024 | 5 min de lectura

Un estudio de la Universidad Austral Argentina determinó cuáles son los estados latinoamericanos que más dinero consignan al desarrollo de la ciencia. En torno a esos parámetros, surge un interrogante inicial: ¿por cuáles razones un país debe invertir en los campos científico y tecnológico?

El informe de la casa de estudios, replicado por Bloomberg en Línea, precisa que Brasil es el país de la región que mayor preeminencia le confiere al ámbito de las ciencias. Si bien, no todos parten de la misma base, en cuanto a recursos y herramientas, es claro que el gigante sudamericano logra una marcada ventaja respecto de sus pares continentales. A pesar de que Brasil disminuyó la inversión entre 2019 y 2021, de 1,21% al 1,17% del PBI, ninguno de los restantes estados nacionales alcanza el 1% del aporte anual al área del conocimiento. 

Argentina es el que sigue en la lista, con el 0,52%, mientras que el podio lo cierra Uruguay, con el 0,45%. La nómina, que la Universidad Austral confeccionó con datos suministrados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología argentino, señala que Chile y México completan el top cinco. Sin embargo, los porcentuales distan de los guarismos brasileños. Y, si la comparación trasciende el ámbito subcontinental, Brasil se encuentra lejos de países de avanzada en el área, como Estados Unidos (3,45%), Corea del Sur (4,81%) o Israel (5,44%).

La conclusión es certera: el Estado que, en Sudamérica, encabeza la apuesta por la ciencia, la innovación y el desarrollo tecnológico se ubica a una considerable distancia de las potencias del rubro. Por ende, para robustecer las soberanías nacionales y fortificar el crecimiento sostenido del conglomerado continental es menester que la inversión pública y privada se incremente: desde allí, con ese fundamento como base, debiera fomentarse una mayor atención al sector. 

¿Por qué es imprescindible vigorizar el ámbito de la ciencia y tecnología?

Tal como alude el Licenciado en Relaciones Internacionales Ignacio de Ángelis en su paper “Desafíos para el desarrollo en América Latina”, el interés por el campo científico se disparó tras la Segunda Guerra Mundial y el colosal impacto de las bombas atómicas, arrojadas por Estados Unidos en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Ese punto de inflexión empujó a los gobiernos a considerar a la ciencia como parte primordial de sus agendas: “Se transformó la cosmovisión del hombre en el mundo, rompiendo los límites del conocimiento y marcando una nueva pauta en la relación de la política con la ciencia y la tecnología

Tanto los dirigentes políticos, como inversionistas privados, comenzaron a apreciar al escenario científico como creador de oportunidades para la competitividad. Se empezaron a fijar presupuestos y a fundar organismos orientados a I+D. En un principio, los países con mayores capacidades industriales dieron el paso adelante, aunque la iniciativa comenzó a replicarse en naciones con menor grado de desarrollo. Había un argumento relevante: conseguir avances en lo económico y lo social.

“Lo importante es dejar en claro que la relevancia política científica es un factor determinante en el crecimiento económico y desarrollo social, señala de Ángelis, al tiempo que destaca que las estrategias públicas son fundamentales, en tanto se vinculen de manera efectiva con restantes actores del espectro privado. Empresas, industrias y entidades académicas deben participar con ahínco en el proceso de innovación, para formar, capacitar y brindar herramientas a los profesionales del caso.

El valor del desarrollo para fines propios

La apuesta por la ciencia y la tecnología es una postura tendiente a fortalecer la soberanía y la evolución permanente de las economías nacionales. Esa razón de cabecera resulta suficiente para que las inversiones, tanto públicas como privadas, se multipliquen con el fin de lograr la mejora de esas áreas del conocimiento. De todas maneras, siempre existe un cómo. “Es necesario afrontar el debate en torno a generar modelos, competencias, parámetros de calidad y orientaciones propias, desde elementos idiosincrásicos a las características del desarrollo de los países latinoamericanos”, expresa el licenciado de Ángelis.

La ciencia no construye desde la neutralidad, por lo que no todas las estrategias son aplicables a las diferentes regiones del planeta. Así es como las instituciones del orden público y las compañías privadas tienen el deber de producir diagnósticos y técnicas posibles para un abordaje desde y para Latinoamérica. “Se deben construir indicadores de manera contextualizada, de acuerdo a las necesidades y capacidades de la región en función de una estrategia de desarrollo amplia”, agrega de Ángelis.

En definitiva, con cosmovisiones, prácticas y métodos propios, Sudamérica está ante el reto de incrementar sus partidas presupuestarias al campo de I+D. Con todos los actores en sintonía, la planificación para la innovación tecnológica irá por un camino virtuoso, que construirá modelos representativos para la región, en torno al crecimiento económico y social: la respuesta principal a la pregunta de por qué los países deben invertir en el campo de las ciencias.

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