Cada vez son más las empresas que se comprometen con el medioambiente. En este sentido, es clave el cambio de la economía lineal, la cual descuida este aspecto, e ir hacia una circular para prevenir el cambio climático.
El cambio climático es una realidad y, si bien hay un crecimiento en la responsabilidad de la ciudadanía, los gobiernos y las empresas, aún las consecuencias son graves. Según el Informe sobre el estado del clima mundial 2023 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las olas de calor, inundaciones, sequías, incendios forestales y ciclones tropicales afectaron seriamente a las personas y generaron miles de millones de dólares en pérdidas económicas.
A su vez, este organismo confirmó que en 2023 fue el año más cálido registrado, con una temperatura media global cerca de la superficie de 1.45 °C, con un margen de error de ± 0.12 °C, convirtiéndose en el período de 10 años más cálido registrado. Por estos motivos, y teniendo en cuenta que los recursos del planeta son limitados, es primordial la transición de la economía lineal a la circular.
¿Qué es la economía lineal?
Santander.com afirma que la economía lineal consiste en el modelo tradicional en el que, para fabricar productos, se extraen materias primas, se produce y luego se desecha, sin tener en cuenta la huella ambiental y sus consecuencias. Este tipo de economía suele priorizar el beneficio económico, dejando de lado la sostenibilidad, ya que los productos se fabrican con el objetivo de ser usados y posteriormente descartados.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de economía circular?
La economía circular está centrada en la producción de bienes y servicios con el menor impacto medioambiental posible, es decir, tiene en cuenta que su sistema de producción deje la menor huella en el planeta. Para poder llevar a cabo este modelo se basa en tres ejes: reducir, reutilizar y reciclar.
Este sistema se plantea como alternativa a la economía lineal, ya que en sus procesos de diseño, producción y consumo tiene como objetivo la sostenibilidad.
Sus principios promueven que la fabricación de productos minimice la energía utilizada, como también que esta provenga de fuentes renovables. Otras cuestiones para tener en cuenta son el uso de materias primas no contaminantes, su vida útil (lo más prolongada posible), la posibilidad de reparación y que sean reciclables.
De esta forma podríamos indicar que las diferencias fundamentales entre estos tipos de economía es que la lineal pone el foco en la rentabilidad sin preocuparse por el ciclo de vida del producto y la circular apuesta por la sostenibilidad.
¿Cómo la economía circular puede influir en la competitividad empresarial?
La apuesta por la economía circular puede aumentar la competitividad empresarial, impulsar la innovación, el crecimiento económico y crear empleo mediante la aparición de nuevos perfiles profesionales.
Según la Comisión Europea, en ese continente se prevé la creación de 700.000 nuevos puestos de trabajo durante los próximos seis años, llegando a aumentar el PIB de esta en un 0,5% adicional.
En este sentido, muchas empresas ya conocen los beneficios económicos, sociales y medioambientales que conlleva este enfoque circular, por lo que llevan años trabajando en estrategias que van desde el ecodiseño y reutilización de materiales en la fabricación hasta modelos de negocio basados en la circularidad.
En otras palabras, si todos los integrantes de la sociedad (empresas, personas, gobiernos, entre otros) cooperan, la transición hacia una economía circular podrá ser rápida y revertirá los aspectos negativos que ha generado la economía lineal o tradicional.
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