Se espera que para el 2050, casi el 70% de la población mundial resida en ciudades. Por esta razón, es crucial entender a la movilidad sostenible e inclusiva como un medio para crear entornos más inteligentes, resilientes y equitativos.
En un contexto global donde los efectos del cambio climático y la urbanización acelerada se hacen cada vez más evidentes, en Argentina las grandes ciudades enfrentan desafíos crecientes, como la congestión vial y la contaminación sonora y visual. Esto resulta especialmente relevante considerando que el 90% de la población del país reside en zonas densamente habitadas. En este escenario, el concepto de movilidad sostenible e inclusiva ha ganado un lugar central en la agenda urbana.
Este término no solo abre la puerta a repensar la forma en que nos desplazamos, sino que también plantea la oportunidad de transformar nuestros sistemas de movilidad para que sean más equitativos y accesibles. Pero antes, ¿qué significa que la movilidad sea sostenible e inclusiva?
En conversación con POST, Lucía Bellocchio, CEO & Founder de Trend Smart Cities y especialista en el tema, lo responde de manera muy clara: “Hablar de ‘movilidad sostenible’ refiere a un conjunto de prácticas y acciones diseñadas para hacer un uso más eficiente y racional de los medios de transporte, buscando integrar diferentes modos de traslado”.
Por otro lado, Martina Cristino Hayez y Diego Alberto Marino, expertos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, enfatizan que la movilidad inclusiva pone en el centro a las personas y “busca garantizar su seguridad y derecho a movilizarse para evitar la exclusión social y facilitar el acceso a servicios de salud, educación, recreación y otros, dando como resultado una sociedad más justa y equitativa”.
Florencia Rodriguez Touron, especialista en movilidad, complementa esta visión y añade que es fundamental contar con una estrategia integral que priorice los modos activos, como caminar y andar en bicicleta, y que dé preferencia al transporte público por sobre el vehículo particular. “Donde hay densidad, es imposible que los vehículos particulares puedan mover eficientemente a muchas personas en un espacio limitado”, comenta.
Teniendo en cuenta estas definiciones, es importante reflexionar sobre cómo estos conceptos pueden aplicarse específicamente en el contexto urbano de nuestro país.
Los desafíos urbanos de la Argentina
Con más del 90% de la población viviendo en zonas urbanas, la República Argentina enfrenta una presión creciente sobre sus sistemas de transporte. Las grandes ciudades, como Buenos Aires, Córdoba y Rosario, sufren altos niveles de congestión vial y contaminación, mientras que comunidades más vulnerables enfrentan barreras significativas para acceder a medios de transporte seguros y asequibles.
En un contexto en el que cada vez más personas residen en zonas urbanas, la movilidad sostenible e inclusiva es crucial: “Se espera para 2050 que casi el 70% de la población mundial viva en ciudades. Frente a los grandes desafíos e impactos del cambio climático, entendemos a la movilidad sostenible e inclusiva como crucial para crear ciudades más inteligentes, resilientes y equitativas”, apunta Bellocchio.
Además, el impacto ambiental del transporte no puede ser ignorado. Según datos de Naciones Unidas, las ciudades son responsables de alrededor del 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), y el transporte representa aproximadamente el 27% de estas emisiones. Esto se traduce no solo en un deterioro ambiental, sino también en graves riesgos para la salud humana, como enfermedades respiratorias y muertes prematuras asociadas a la contaminación.
Cristino Hayez y Marino remarcan que el transporte es uno de los sectores con mayor impacto en las emisiones urbanas. “Las ciudades concentran aproximadamente el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y el 27% de estas provienen directamente del transporte”, señalan.
Beneficios de un cambio de paradigma
Adoptar modelos de movilidad sostenible e inclusiva no solo contribuye a combatir los efectos del cambio climático, sino que también transforma la vida urbana en múltiples dimensiones.
- Reducción del impacto ambiental
La transición hacia formas de desplazamiento más limpias, como bicicletas, vehículos eléctricos y sistemas públicos eficientes, permite reducir las emisiones de GEI. Esto contribuye directamente a mejorar la calidad del aire y a mitigar el cambio climático.
Rodriguez Touron señala que una tendencia clave en América Latina es la electrificación del transporte público. “En Latinoamérica está liderando el proceso la electrificación del transporte público, lo cual redunda en beneficios importantes de reducción de emisiones y ruido en la ciudad”, indica. Además, destaca que “comenzar por los sistemas masivos es una buena noticia y esperamos ver más unidades de bajas emisiones en los próximos años”.
- Mejora de la salud y el bienestar
Lucía Bellocchio subraya que “mirando la movilidad desde una forma global, esta
puede mejorar la salud pública al fomentar el uso de modos de traslado activos (como caminar, andar en bicicleta), lo que contribuye a la salud física y mental de la población.”
- Equidad social
La movilidad inclusiva busca garantizar el acceso equitativo a los sistemas de transporte. “Esto incluye iniciativas como rampas para personas en sillas de ruedas, carteles en braille, barandas y bancos de descanso para personas mayores, iluminación en callejones y calles no tan transitadas, tótems de seguridad en las vías públicas, pasajes sin circulación de automóviles para la movilidad activa y segura de infantes, carteles y señales en distintos idiomas para extranjeros turistas y residentes, tarifas subsidiadas para estudiantes, adultos mayores y personas con discapacidad, puestos de espera resguardados y seguros, entre muchas otras”, ilustran los expertos Cristino Hayez y Marino.
- Un diseño de ciudades para las personas
Para Bellocchio, el diseño urbano debe centrarse en devolver espacio a las personas: “Pasar de un diseño urbano car-centric a people-centered es fundamental. Desarrollar redes seguras y cómodas para ciclistas y peatones devuelve vida a las calles y fomenta la mixtura de usos del suelo, lo que tiene un impacto positivo en la salud, el bienestar personal y la seguridad.”
Un llamado a la acción
El futuro urbano de la Argentina depende de nuestra capacidad para repensar y transformar los sistemas de movilidad actuales. Invertir en movilidad sostenible e inclusiva no solo beneficia al planeta, sino que mejora la calidad de vida de millones de personas, asegurando que nadie quede excluido del derecho a moverse y participar plenamente en la vida urbana.
Rodríguez Touron imagina para el futuro un ideal de ciudad donde “las personas estén en el centro, con la tecnología al servicio de las necesidades de una sociedad que tenga la accesibilidad y la sustentabilidad como ejes claves del desarrollo”, con transporte público eficiente, vehículos limpios, y plataformas de movilidad integradas que permitan un desplazamiento simple y seguro.
El momento de actuar es ahora. Argentina tiene la oportunidad de liderar el camino hacia un futuro urbano más sostenible y equitativo, redefiniendo lo que significa vivir en comunidad.
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