Gestionar lo esencial y evitar la trampa de estar ocupado de manera constante son hábitos que separan a los líderes efectivos de los emprendedores agotados. Aprender a decidir con foco y delegar con inteligencia puede ser el diferencial.
El tiempo y el dinero son dos de los recursos más valiosos en el mundo de los negocios y, paradójicamente, también son los más subestimados. Mientras muchas empresas ponen toda su atención en el flujo de caja y las inversiones, suelen descuidar una variable tan importante como el tiempo. La forma en la que se gestionan ambos recursos puede marcar la diferencia entre el crecimiento o el estancamiento.
“Administrá tu tiempo como administrás tu dinero”, aconsejó Alec Ross, ex Asesor Principal de Innovación en la Oficina de Hillary Clinton, en una charla para emprendedores de Stanford. En este taller, le contó a los presentes cómo se sentía luego de revisar su agenda de años anteriores y expresó su frustración tras ver el tiempo que desperdició en actividades que no servían para mejorar el negocio. “Así como el dinero se agota en tu cuenta corriente, también pasa el tiempo. Y el tiempo es uno de los recursos más preciados para un emprendedor”, remarcó.
Esta idea hace eco en el testimonio de Victoria Marcó, consultora de Growth y Go To Market, en diálogo con POST. “La persona que es desorganizada en términos de negocio, pierde plata. Básicamente por dos cosas: hacer cosas no tiene nada que ver con hacer crecer el negocio, y no organizarse sale caro”, expresó.
El mito de la ocupación como productividad
Uno de los errores más frecuentes en las empresas es confundir hacer cosas con el impacto. Tener una agenda saturada, a los equipos llenos de tareas y reuniones a toda hora puede dar la sensación de que se está haciendo algo en beneficio del negocio, pero no necesariamente esto tiene que significar que hubo un avance.
“Veo equipos haciendo muchísimas cosas, sin ancho de banda para nada, pero con cero impacto”, explicó Marcó. Esta desconexión entre esfuerzo y resultado suele derivar en agotamiento y baja rentabilidad debido al descontrol. “No priorizar, querer hacer todo, caer en la urgencia y la reacción constante, afecta directamente la rentabilidad. Priorizar es el antídoto, y también una forma de cuidar nuestra salud mental”, detalló.
La organización es el verdadero ahorro
El desorden también consume dinero. Las decisiones mal calculadas y las tareas duplicadas o mal ejecutadas hacen que los costos de una compañía se acumulen silenciosamente. “Si tenés equipos y personas enfocadas en lo importante, vas a poder generar más impacto con menos gente o con menos horas”, señaló la consultora.
Este enfoque conecta directamente con el consejo de Ross. Así como los emprendedores diseñan presupuestos para su capital, deberían tener el mismo rigor al momento de asignar sus horas. “Debés ser implacable con tu tiempo. Así como no derrochás dinero, no deberías derrochar horas”, afirmó el ex asesor.
Hábitos que generan impacto
Marcó compartió algunas prácticas simples pero efectivas:
- Revisión semanal: organizar cada domingo las tareas, reuniones y finanzas.
- Objetivos anuales desglosados: metas claras divididas en pasos mensuales y semanales.
- Foco diario: 3 o 4 prioridades por día para distinguir lo importante de lo urgente.
- Trabajo asincrónico: minimizar reuniones y fomentar comunicación escrita.
“No se trata de tener más horas, sino de hacer que cada una cuente”, remarcó.
El peligro de no gestionar y querer hacerlo todo
Andrés Hatum, profesor de Management y consultor, habló del ego emprendedor con POST y comentó que “el principal error es creerse omnipotentes”.
“El emprendedor argentino muchas veces es una mezcla de Rambo con MacGyver: se mete en la selva del mercado sin machete, pero convencido de que con un clip y una gomita puede armar una multinacional”, explicó. Además, el especialista agregó: “Se carga el marketing, las finanzas, el producto, el delivery y, de yapa, las redes sociales. ¿El resultado? Agotamiento, mala toma de decisiones y un negocio que parece que todo parece estable hasta que se cae”.
“No se construyen empresas sostenibles sobre la base del ‘yo me ocupo de todo’. Eso no es emprender, eso es sobrevivir con glamour”, sostuvo Hatum sobre el ego mal gestionado. También expresó que, a la larga, aquellos que hacen todo terminan haciendo todo mal, ya que es imposible escalar si el cuello de botella es uno mismo.
Decidir en la incertidumbre
“Primero hay que asumir una verdad incómoda: en Argentina, la estabilidad es la excepción”, respondió Hatum luego de ser consultado por cómo actuar en contextos como el argentino. También afirmó que si alguien está esperando el momento ideal para emprender, ya fracasó antes de empezar.
Para él, no se trata de tener el plan perfecto, sino capacidad de reacción: “La parálisis viene cuando uno se obsesiona con controlar lo incontrolable”. Explicó que la clave está en gestionar y decidir con lo que uno tiene y no con lo que sueña tener. “Pensar en escenarios, ensayar hipótesis, medir rápido, fallar más rápido y corregir. En otras palabras: acción informada, no inmovilidad analítica”, cerró.
La importancia de gestionar el tiempo y el dinero
Lo que está en juego es la calidad del negocio y de la vida. “La rentabilidad viene de decisiones enfocadas, no de estar ocupadísimo todo el día”, resumió Marcó.
Gestionar el tiempo como si fuera dinero no significa llenarse de tareas. Significa asignar horas, energía y atención a lo que realmente importa, que es hacer crecer el negocio, mejorar la experiencia del cliente y construir equipos sanos. Y esa quizás sea la mayor lección para cualquier emprendedor o líder. El tiempo no se recupera, pero sí se puede invertir mejor. Como el dinero, todo empieza por una decisión.
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