Las compañías que entienden cómo influir positivamente en el bienestar emocional logran mejores resultados, reducen la rotación de su personal y fortalecen su cultura laboral.
El liderazgo en las empresas dejó de estar únicamente relacionado con las habilidades técnicas y el carisma. Hoy en día, la conversación gira en torno a dos protagonistas invisibles: la dopamina y el cortisol. La primera está asociada con la motivación y la recompensa; la segunda, con el estrés y el desgaste. Entender cómo funcionan estas sustancias en el cerebro se volvió un aspecto fundamental para cualquier líder que quiera potenciar equipos y construir culturas laborales saludables, a través del bienestar emocional.
Las neurociencias están ganando terreno como herramienta en el área de recursos humanos. Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que las compañías que aplican prácticas basadas en esta rama de la medicina aumentaron hasta un 30% su productividad. Además, registraron una reducción del 25% en los niveles de rotación y ausentismo y un incremento del 21% en su rentabilidad.
El cortisol es el enemigo silencioso del alto rendimiento
El estrés crónico ya no es un lujo que los ejecutivos pueden pagar. Mercedes Faiad, psicóloga especializada en Terapia Cognitivo Conductual para trastornos de ansiedad y del estado del ánimo e integrante del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), le explicó a POST sobre las consecuencias que puede causar el cortisol.
“El cortisol es la hormona que se libera en respuesta al estrés. Su aumento sostenido puede causar problemas de sueño, fatiga, depresión, dificultades en la toma de decisiones y en la concentración”, explicó la especialista. “También se vincula a enfermedades físicas como hipertensión o afecciones cardíacas”, añadió.
Además, Faiad enumeró cuáles son las señales de alerta más comunes entre los equipos que se encuentran bajo presión:
- Aislamiento.
- Autoexigencia extrema.
- Abuso de sustancias (desde el exceso de café hasta medicamentos o alcohol).
- Trastornos psicosomáticos como cefaleas o problemas digestivos.
Ante este panorama, la psicóloga recomendó realizar las siguientes actividades para evitar llegar a este punto:
- Generar espacios de contención emocional.
- Fomentar prácticas de mindfulness o meditación.
- Enseñar técnicas de gestión del tiempo que permitan establecer límites claros.
En esta misma línea, Ezequiel Ierullo, MBA, Contador Público, docente y speaker en Liderazgo y Neurociencias, remarcó en diálogo con POST que no todo estrés es perjudicial:“Los líderes deben ser generadores de un tipo de estrés positivo, conocido como eustrés o tensión. También sostuvo: “Muchos, por evitar el estrés en sus equipos, se vuelven laxos con metas y plazos. Eso hoy genera aburrimiento y desmotivación”.
Según el experto, la clave está en diseñar desafíos alcanzables que tengan claridad de propósito, donde el trabajador pueda percibir que cuenta con los recursos necesarios para afrontarlos. Solo así se puede alcanzar un rendimiento óptimo.
Ierullo sugiere dos caminos concretos para abordar el estrés desde un enfoque preventivo:
- Brindar herramientas prácticas como técnicas de respiración, asertividad, administración del tiempo y balance cerebral.
- Si el estrés es crónico, la única vía real es eliminarlo. “Muchas veces no alcanza con gestionar el estrés si las causas como la sobrecarga de funciones, exceso de reuniones, o relaciones laborales tóxicas siguen intactas”, explicó.
La dopamina y la motivación
En el otro extremo se encuentra la dopamina. Una poderosa aliada para el bienestar emocional y la productividad. Este neurotransmisor regula el placer, la motivación y la sensación de logro.
Faiad explicó: “Cuando los empleados se sienten reconocidos o alcanzan metas, su cerebro libera dopamina. Esto no solo los hace sentir bien, sino que también los predispone a seguir comprometidos”. Entonces, desde esta perspectiva, algunas estrategias como el reconocimiento frecuente, los programas de mentoría y las oportunidades de desarrollo profesional se posicionan como herramientas científicas para optimizar el rendimiento.
Ierullo amplío esta mirada y profundizó en otras dos funciones muy importantes de la dopamina: “Interviene en la anticipación de recompensa, el impulso que sentimos cuando esperamos una recompensa”. Y añadió: “También en el aprendizaje. Cuando algo no sale como esperábamos, el cerebro registra esa diferencia y la usa en futuras predicciones”.
Por este motivo les aconseja a los líderes comunicar con claridad las expectativas y ajustarlas a la realidad, ya que si no se cumplen repetidamente, la dopamina dejará de activarse ante los mismos estímulos y la motivación decaerá.
Los incentivos
Otro punto que resaltó el especialista en Neurociencias y Liderazgo es la necesidad de personalizar los incentivos: “No todos nos motivamos con lo mismo”. Hizo hincapie en que algunas personas valoran más el dinero, otras la formación o el impacto social. ”Lo ideal es ofrecer paquetes de beneficios flexibles, donde cada empleado elija según su perfil motivacional”, sostuvo.
Además, enfatizó en que la motivación no solo se limita a lo económico, sino que algunos Incentivos como la autonomía, el feedback positivo (incluso público) y la percepción de equidad también tienen un fuerte impacto en el aspecto neurológico.
El nuevo rol del management
El cerebro humano no toma decisiones racionales en estado puro. Las emociones y los recuerdos moldean nuestra manera de enfrentar un desafío. Por este motivo, son cada vez más las empresas que están adoptando un enfoque basado en neurociencia para gestionar el bienestar de su talento.
Esto implica revisar procesos de selección para evitar sesgos inconscientes, diseñar experiencias laborales que activen emociones positivas y construir culturas de trabajo basadas en la confianza.
Un enfoque preventivo y rentable
Los ámbitos laborales que priorizan la salud emocional y reducen el estrés tienen un doble beneficio. Cuidan a las personas y al mismo tiempo son rentables. La neurociencia, aplicada con inteligencia, le puede permitir a las compañías anticiparse a problemas y hasta retener talento con mayor facilidad.
“Si seguimos promoviendo culturas de trabajo hiperexigentes, obtendremos empleados agotados, con menor capacidad de respuesta y más propensos a enfermarse”, advirtió Faiad. “Si trabajamos sobre la motivación, el reconocimiento y el bienestar emocional, estamos invirtiendo en la salud del negocio”, concluyó.
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