Cómo volvió el fútbol en Europa

Por Equipo Santander Post | 22-09-2020 | 5 min de lectura

Se extrañan los cantos de los hinchas, las “olas” en las gradas, las banderas flameando y los bares de alrededor del estadio repletos a la espera del partido. Así se solía vivir el fútbol en el Viejo Continente antes de la llegada del coronavirus. 

Como en todos los rubros, su aparición trajo consecuencias y dejó secuelas importantes en los clubes, sin importar el “tamaño” y su supuesto poderío económico: todos perdieron dinero. 

Un ejemplo claro de esto es el Barcelona, que ya venía de administraciones y contrataciones erradas, y con el Covid-19 su crisis se ha profundizado. De hecho, Josep Bartomeu, presidente de la institución, reconoció que el club “perdió 200 millones de euros entre marzo y junio”.

La vuelta del fútbol no se podía demorar más. Las principales ligas habían quedado inconclusas y restaban por disputarse los partidos más importantes de los torneos continentales. Así, las distintas Asociaciones, la FIFA y la UEFA activaron en protocolos sanitarios para que la rueda comience a girar otra vez.

Cada liga aplicó medidas diferentes, pero el caso más relevante fueron las reglas sanitarias que estableció la UEFA para poder finalizar la competencia internacional más importante a nivel de clubes en Europa, la Champions League, que alberga a los equipos más poderosos del mundo.

Normalmente, sin Covid-19, a partir de los octavos final las series se juegan bajo el formato “ida y vuelta”, menos el último partido, el decisivo, ya que siempre suele ser a final única en una sede previamente seleccionada por la organización. 

Como no iba a ser algo posible, dada la cantidad de viajes que hubiese implicado, los organizadores decidieron llevar la competencia a un territorio único y que todos los encuentros se resolvieran allí en 90 minutos. El lugar elegido para el “Súper 8” fue Lisboa, la capital portuguesa.

Todos los jugadores, cuerpos técnicos, árbitros, auxiliares y empleados que viajaran a Portugal debían someterse a un test 48 horas antes del traslado para asegurarse que no padecían el virus. 

Según señaló el diario Ole en una publicación, aquellos que daban “positivo”, por más importantes que fueran para el equipo, no iban a poder viajar. En el caso específico de los jugadores, si el virus les impedía movilizarse en una primera instancia, pero luego se recuperaban, debían demostrar que ya habían superado la enfermedad.

Una de las recomendaciones de la UEFA fue que los dirigentes no viajaran junto al plantel, por una cuestión de que estos suelen estar más expuestos al contagio. Además, la delegación que acompañaba al equipo no podía superar las diez personas.

Con respecto a los medios de transporte, micros y aviones, debían ser limpiados con extremo cuidado para eliminar cualquier rastro de Covdi-19. También se les exigió a los planteles el uso de la mascarilla, que respetaran la distancia social y que usaran constantemente geles desinfectantes. 

Según dictaba el protocolo, antes de partir a Lisboa cada equipo debía reunirse en una zona vip especial del aeropuerto, donde serían testeados otra vez. Y si una vez llegados a destino las autoridades consideraban necesario realizar otra prueba, debían exponerse a más exámenes. En cuanto a los hoteles, lo recomendado fue que los jugadores tuvieran sus habitaciones individuales y, de ser posible, no tener contacto con otros huéspedes.

Bayern Munich, campeón de la UEFA Champions League 2020

La llegada al estadio

Antes de los encuentros también había controles. Si algún miembro del plantel no pasaba el estudio, quedaba inhabilitado para acceder a la Zona 1, es decir, los vestuarios, la zona de calentamiento, la sala de control antidoping y los bancos de suplentes.  

La llegada al estadio tenía que hacerse con algunos minutos de diferencia, cosa de no cruzarse de camino a los vestuarios, que estarían previamente desinfectados como todas las instalaciones que pudieran utilizar los equipos. Por otro lado, el catering que se les ofrecía a los jugadores tenía que ser individual.

Santander, patrocinador oficial de la Champions League.

 

Los suplentes estaban obligados a sentarse a un metro de distancia entre sí, usando tapabocas, en la grada más cercana al campo de juego. En cuanto a los alcanza pelotas, se permitió un total de entre seis y ocho, dependiendo de si el estadio contaba con pista de atletismo o no. Todos ellos debían usar tapaboca y alcohol en gel. A su vez, las pelotas debían desinfectarse antes del comienzo del partido y en el entretiempo.

Por último, la salida al campo de juego, al igual que el arribo al estadio, debía ser con un minuto de diferencia para que los equipos no se cruzaran en el pasillo, También se evitó el saludo protocolar previo al inicio del encuentro y el cambio de camiseta post partido, aunque algunos, como Neymar, del PSG, y Marcel Hastenberg, del Leipzig, se tentaron y rompieron con el protocolo. 

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