Creó muñecas en la cárcel y ahora emplea a 19 mujeres

Por Equipo Santander Post | 08-09-2020 | 3 min de lectura

En el pequeño living de su casa en Loma Hermosa, en el partido de Tres de Febrero, Elma Valentina Vega desarrolla su cooperativa textil que hace 5 años daba sus primeros pasos en la cárcel. Es que, en diciembre de 2013, fue condenada a tres años de encierro.

El encierro para Elma no funcionó como un freno, sino más bien fue algo que fortaleció su resiliencia. Durante 2 años y 9 meses que estuvo detenida en un penal federal de Ezeiza realizó 26 cursos de todo tipo relacionados con la costura y trabajó en el taller de un ente cooperativo donde se fabricaban muñecos.

“Me pareció que puntualmente esas muñecas eran muy lindas y que no eran muy vistas en el mercado entonces tuve, desde ese momento, la idea de fabricarlas. Así fue como me propuse comenzar a fabricarlas ahí adentro y, cuando llegó mi libertad, empezar a venderlas a mis vecinos”, comparte Elma en una entrevista con POST.

Recuerda sus primeros pasos como “bastante duros” porque seguía manteniendo económicamente a su familia desde la cárcel. Hizo sus propias muñecas a mano y con partes cosidas a máquina, con telas variadas, vellón siliconado, lana, cintas, ojos de acrílico y zapatitos de terciopelo.

El emprendimiento fue creciendo cada día un poco más. Hoy el espacio que Elma creó les da empleo a 19 mujeres. Ellas trabajan en diferentes turnos y venden lo producido a través de su página de Facebook a todo el país. Se trata de empleo genuino: horas de trabajo que genera valor reconocido por sus consumidores. Para muchas mujeres, es un acceso al trabajo formal que les ha resultado esquivo durante años.

 

Vinculando oferta con demanda

“Cuando vendemos para ‘Súper Club Comprometidos’ de Santander vemos una notable diferencia. Llegamos a vender aproximadamente 150 muñecas por mes”, revela la fundadora de la cooperativa textil que hoy lleva el nombre “Trabajamos Siempre”. A través del Banco, las trabajadoras pudieron bancarizarse y Elma consiguió incursionar en los microcréditos. Esto les permitió fabricar más productos y así consiguieron mayor visibilidad. 

“El aprendizaje fue que donde dos o más personas se unen y tiran para el mismo lado se pueden lograr grandes cosas”, manifiesta la emprendedora de 55 años a POST.

Con el emprendimiento en marcha, Elma sintió grandes cambios en su vida que le permitieron abrir muchas puertas a nivel grupal e individual. “Hoy, por ejemplo, estoy dando talleres de muñequería en las cárceles de provincia de Buenos Aires porque fui contratada por el Ministerio de Justicia bonaerense”, señala. Elma es un ejemplo de superación personal, pero también de cómo el empoderamiento de las mujeres genera oportunidades para todos.

Elma tiene bien en claro que jamás hay que bajar los brazos. En ese sentido, concluye: “Yo me propuse algo en un momento de mi vida muy especial y hoy soy otra persona, no solo porque tengo un trabajo digno sino porque alguien volvió a confiar en mí y pude demostrar que cuando se quiere, se puede”.

Y con la llegada del coronavirus, no dudó en seguir ayudando: utiliza su capacidad instalada para fabricar un bien hoy imprenscindible. Así lo contaba en su cuenta de instagram:

 
 
 
 
 
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