Cantar o formar parte de una actividad coral se convierte en una herramienta valiosa para fomentar los vínculos y el trabajo en equipo. Cómo la aplican las empresas y cuáles son los grandes beneficios.
“No canto para ser feliz, soy feliz porque canto” dijo alguna vez el filósofo y psicólogo estadounidense, William James. Tiempo después, la AIRS (Investigación Interdisciplinaria Avanzada en Canto, por sus siglas en inglés) se encargó de demostrarlo al decir que cantar libera al cuerpo oxitocina, la conocida hormona del placer y la felicidad, que disminuye los niveles de Cortisol, la hormona que ocasiona el estrés.
En busca de esa felicidad es que las empresas deciden involucrar -entre otras- las técnicas del canto a sus empleados que, en consecuencia, traen numerosos beneficios no solo a nivel personal, sino también grupal. “No se da en forma masiva pero sí hay varias empresas que tienen coro y los integrantes esperan con muchas ansias ese encuentro que según dice les permite ‘salir un poco de las tareas habituales’ para encontrarse con amigos y renovar las energías”, revela a POST Laura Waen, musicoterapeuta y directora Coral.
Para quien también es miembro de Adicora (Asociación de Directores de Coro de la República Argentina) y de la Red Coral Argentina, el canto y la actividad coral significa para los colaboradores de una empresa “un lenguaje y un modo de encuentro que permite aunar voluntades, intereses, estéticas, que ponen a los participantes en una situación de colaboración, de construcción y sobre todo de placer por el encuentro con un instrumento como es la voz que conecta con las emociones, los afectos”.
Beneficios
La decisión de las empresas de incluir esta clase de iniciativas dentro de sus paredes no se da porque sí. Hay una razón de ser que se plasma en las ventajas que traen los talleres de canto o coro. Sobre el primero, Waen sostiene que permite “una conexión con el propio instrumento sonoro que es la voz, dota al cantante de herramientas para usarlo mejor ya que se trabajan elementos técnicos para descubrir y mejorar la propia voz y conecta con los afectos al permitir expresarse a través de las canciones”.
Por otra parte, la especialista y formadora de coros de instituciones y de empresas, afirma que el canto coral (el canto en grupo) provoca “un nuevo modo de vinculación que trasciende la individualidad de cada persona, ya que implica escucharse, contar con el otro, construir en equipo”. Formar un grupo humano, conocer gente de distintos sectores que trascienden el área de trabajo”.
Para Waen, estas propuestas se convierten en la “mejor metáfora de un trabajo en equipo” y agrega otros grandes beneficios que otorga a nivel grupal: “Mejora el clima de trabajo, las relaciones entre los empleados y añade un ingrediente diferente que tiene que ver con el placer, con el encuentro con las canciones. Lo primero es construir un grupo humano porque eso es lo que mueve la actividad”.
La empresa que canta
La Fundación Santander Argentina, que abrió sus puertas en julio de 2019, desarrolla un programa educativo que ofrece, entre otras actividades, talleres de formación artística para colaboradores Santander. Entre ellos, surgió la propuesta de Laura Waen, de ofrecer un taller capaz de integrar al personal de la entidad a través del canto. Cada encuentro cuenta con una primera etapa de aprestamiento vocal, en la que los alumnos participan de juegos para involucrar la voz, el cuerpo y el sonido, y una segunda etapa, en la que se abordan canciones en arreglos de coro adecuadas al nivel del grupo.

Presentación de fin de año de la primera edición del taller de canto en Fundación Santander en 2019.
“Quienes forman parte de la Fundación Santander son un estímulo y una colaboración para mí. Un grupo humano que respalda, valora y estimula mi actividad. Con la Fundación podemos intercambiar ideas que enriquecen luego mi aporte al grupo con el que estoy trabajando. Es un verdadero equipo que está atento a la actividad”, cuenta la directora coral sobre la experiencia que se realizó en 2019.
Por otra parte, entre los mayores aprendizajes de la experiencia, Waen comparte que aprendió cómo lo afectivo es un ingrediente básico para que un equipo funcione: “Esto se refiere tanto al equipo de gestión de la Fundación como al grupo que yo conduzco ya que ese es el motor principal que genera la voluntad para trabajar juntos. Sin grupo humano no hay tarea”, comparte.
Los testimonios
En busca de conocer desde adentro las sensaciones provocadas por el taller, POST recopiló los testimonios de Cristina Lippi, Supervisora de Normas y Procedimientos en la gerencia principal de Asesoría Jurídica y Martin Ponce, Especialista en CiberSeguridad y cumplimiento normativo de la entidad, que cuentan cómo fue su experiencia en el taller y los cambios que les produjeron:
Cristina Lippi:
“En pocas clases, Laura logró sacar lo mejor del grupo, siendo que la mayoría de nosotros no nos conocíamos ni teníamos experiencia previa cantando. Aprendimos a escucharnos entre todos para poder cantar al unísono. Si bien falta mucho camino por recorrer, yo ya me animé a hacer los coros en la banda de la que participo, algo impensado antes del taller”.
Martin Ponce:
“¿Qué mejor que dar rienda suelta a un gusto personal en el ámbito laboral? Cantar es algo que siempre quise aprender y Fundación Santander, a través de la eximia y paciente profesora que es Laura, me dio la oportunidad de hacerlo y además de aprender, divertirme y desconectar mi cabeza un rato a la semana. Celebro la oferta de talleres y los invito a sumarse a estas propuestas para dar rienda suelta a la creatividad.”
Y así es como las oficinas pueden convertirse, también, en un nuevo espacio para cantar.
Aún no hay comentarios