La responsabilidad (y el reto) de un banco para promover la economía verde

Por Equipo Santander Post | 13-07-2020 | 5 min de lectura

La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, publicó en sus redes sociales tres puntos clave en la protección del medioambiente, una lucha que no pierde vigencia.

Ana Botín, presidenta del Banco Santander, cuenta que cuando visitó Groenlandia el enero pasado con Jesús Calleja y su equipo de Planeta Calleja, pudo comprobar el impacto del cambio climático. Ver el hielo derritiéndose y cayendo al mar fue una experiencia que le hizo reafirmar su responsabilidad de actuar, un deber que también tienen empresas y gobiernos.

Sin embargo, la pandemia por coronavirus pasó a ser la prioridad del momento, aunque es importante no descuidar la naturaleza que nos rodea, que al final es la que habla y reacciona a nuestros impactos. 

Botín sostiene que estamos ante una emergencia y considera que, si continuamos haciendo las cosas como de costumbre, con el tiempo no habrá nada que hacer. Por eso apunta a que, si se trabaja en conjunto, con creatividad, energía y dinamismo; se puede tener un impacto positivo.

La presidente del Banco Santander considera que necesitamos que el crecimiento sea sostenible e inclusivo, que llegue a todos, para que a medida que nuestras economías y sociedades reduzcan las emisiones, las comunidades y los países no se queden atrás. “Necesitamos ayudar a formar y volver a capacitar a las personas para que puedan conseguir un empleo en las nuevas industrias ‘verdes’ que surjan y en la nueva economía digital”, sostiene.

Botín explica que Santander, como uno de los mayores bancos del mundo, tiene que poder cumplir con la misión de contribuir al progreso de las personas y de las empresas para sus equipos, clientes, accionistas y las comunidades donde opera. 

Además, en su visión, los bancos tienen la responsabilidad de hacer tres cosas: 

  1. Contribuir a movilizar los miles de millones de euros necesarios para financiar la transición a la economía verde y, con el tiempo, ir midiendo el impacto y revisar la financiación de las fuentes de energía tradicionales. 
  2. Acompañar a los millones de clientes -144 millones en total- y ayudarlos a tomar decisiones verdes. 
  3. Liderar a los equipos en esa misma dirección y cambiar la forma de trabajar para reducir las propias emisiones y el impacto de nuestra actividad en el medio ambiente.

Contribuir a movilizar los miles de millones de euros

Hace ya tiempo que Santander es uno de los mayores proveedores de financiación en energías renovables de Latinoamérica y del mundo. Ha financiado más de 700 proyectos, desde parques eólicos en Portugal, España, Reino Unido, Países Bajos, México, Uruguay y Brasil, a plantas solares en Italia, España, Reino Unido y Estados Unidos.

Las plantas de energía renovables que el banco financió en 2018 generaron suficiente energía como para dar electricidad a todos los hogares de Chile (el equivalente a todos los hogares de Londres y Madrid juntos). Y el pasado mes de octubre emitieron un Bono Verde de 1.000 millones de euros para la financiación de proyectos de energías renovables.

Uno de los objetivos clave de banca responsable es movilizar 220.000 millones de euros en financiación verde hasta 2030, para ayudar a los clientes en la transición hacia una economía más sostenible.

Santander es uno de los bancos con menor exposición relativa en financiación a fuentes de energía tradicionales entre los comparables (ocupa el puesto 31 de las 33 entidades revisadas por BankTrack). Y se ha comprometido a no financiar nuevos proyectos de centrales térmicas de carbón ni de minas de carbón en todo el mundo y a no aceptar ningún nuevo cliente relacionado con la actividad del carbón en todo el mundo.

El año pasado rechazó participar en tres transacciones relacionadas con carbón. El banco se propone hacer una transición de forma ordenada, acompañando a los clientes y trabajando conjuntamente con los gobiernos y todas las partes implicadas.

Y, quizás lo más importante de todo, Santander es firmante del Compromiso Colectivo de Acción por el Clima de Naciones Unidas para contribuir a la consecución de los objetivos del Acuerdo de París. Este compromiso establece medidas concretas y plazos, incluyendo la adaptación de la inversión para reflejar y financiar la economía baja en carbono necesaria para que el calentamiento global se mantenga por debajo de los 2 grados, procurando que sea inferior a 1,5 grados Celsius. A su vez, plantea la puesta a disposición de los clientes de productos y servicios que faciliten la transición económica que permita alcanzar la neutralidad climática para asumir el compromiso de reportar su impacto y progreso.

Acompañar a los millones de clientes

Ana Botín explica que es comprensible que gran parte de la atención se haya puesto en la financiación de los bancos a algunas empresas en ciertos sectores. Pero igual de importante es lo que están haciendo para ayudar a sus clientes particulares a ser “más sostenibles”, el segundo punto que se menciona al principio.

En Santander, al igual que en otros bancos, cuentan ya con una serie de productos para ayudar a que sus clientes decidan a tomar decisiones que respeten el medio ambiente (como descuentos hipotecarios para viviendas con certificado de eficiencia energética).

Liderar el cambio de hábitos de sus equipos

Botín comprende que el área sobre la que pueden actuar directamente es el impacto directo que su actividad como empresa tiene en el medioambiente. Con 200.000 empleados y la responsabilidad de gestionar un negocio en todo el mundo, se trata de un objetivo importante.

Entre 2011 y 2018, el banco redujo sus emisiones y el consumo de electricidad un 27% y un 36%, respectivamente. El 43% de la electricidad utilizada por Santander ya procede de fuentes renovables. Ahora, se comprometieron a que toda su electricidad provenga de energías renovables en los países en los que es posible obtener certificados de energía renovable en 2025 (ya lo consiguieron en todos los edificios y sucursales de Santander en Alemania, España y Reino Unido).

Esto forma parte de una ambición más amplia: ser neutros en emisiones de carbono en 2020. 

En 2025, el 100% de sus edificios del mundo tendrá la certificación ISO 14001, el conjunto de estándares utilizado por las organizaciones para diseñar y utilizar un sistema de gestión ambiental efectivo.

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