Para que una inversión sea considerada responsable debe cumplir con una serie de parámetros ambientales, sociales y de gobernanza. De qué se tratan y los beneficios de invertir de manera más consciente.
A finales de la década de los 60’ arribó al mundo el concepto de inversión sostenible aquel que hace referencia a una filosofía de inversión ética. Su desarrollo y progreso ha crecido rápidamente al punto de ser en la actualidad fundamental para los beneficios de cualquier compañía cumplir con una serie de parámetros sostenibles a la hora de invertir. Estos mismos, son los denominados criterios ESG.
El origen de las inversiones éticas se dio hace más de cincuenta años, concretamente en la Guerra de Vietnam. Este conflicto bélico provocó una ola de protestas universitarias por todo Estados Unidos. Los jóvenes estudiantes exigían a sus universidades que acabaran con sus inversiones en empresas militares. Entonces, salió a relucir el interés por la búsqueda de inversiones éticas.
A finales de la década de los 90, el progreso de la inversión sostenible era un hecho y se decidió lanzar el Dow Jones Sustainability Index, el primer índice global que introduce criterios de sostenibilidad. Poco después, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio un gran paso con la puesta en marcha de los ‘Principios Para la Inversión Responsable’, basados en seis premisas para tener en cuenta los efectos de la sostenibilidad en esta materia. El concepto de inversión sostenible o responsable había llegado para quedarse.
Para las empresas es clave actuar en función de los criterios ESG para logra una mayor rentabilidad y compromiso con la sociedad.
El paso del tiempo dio cuenta a las empresas que invertir en ESG es rentable y ofrece numerosos beneficios. Esto provocó el interés de muchos inversores que se involucraron cada vez más. De esta manera, los líderes de empresas consideran el impacto que tiene dichos criterios en la estrategia, la planificación y la actividad diaria de la empresa. Se focalizan en asegurar que los diferentes directorios aborden efectivamente temas desde el cambio climático, la contaminación, el cuidado del agua hasta las condiciones de trabajo, los derechos humanos, la diversidad de empleados y la desigualdad de género.
Pero ¿qué requiere una inversión para ser considerada responsable? Debe cumplir con unos criterios ambientales, sociales y de gobernanza denominados ESG (por sus siglas en inglés). Para las empresas, es clave actuar en función de ellos ya que de este modo logran una mayor rentabilidad y compromiso con la sociedad.
Los criterios ESG abarcan los siguientes aspectos:
1 – El factor ambiental (E):
Para tomar decisiones en función de cómo afectan las actividades de las empresas en el medio ambiente.
2 – El factor social (S):
Para tener en cuenta la repercusión que tienen en la comunidad las actividades desempeñadas por la compañía, por ejemplo, en términos de diversidad, derechos humanos o cuidados sanitarios.
3- El factor de gobierno (G):
Que estudia el impacto que tienen los propios accionistas y la administración, y se basa en cuestiones como la estructura de los consejos de administración, los derechos de los accionistas o la transparencia, entre otros.
Estos criterios, que son los que se deben llevar a la hora de realizar una inversión responsable y ética, se erigen como indicadores de calidad de las empresas, una letra pequeña que define su responsabilidad con la sociedad.
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