La pandemia generó una emisión monetaria “a escala brutal” según los economistas y, si bien traerá oportunidades, generará complicaciones para las cadenas de suministros, materias primas, commodities y el transporte. Claves para entenderla.
Después de acaparar inicialmente los titulares de los medios más relevantes de los Estados Unidos, el problema de la inflación se convirtió en una pieza central de las discusiones políticas de muchas economías avanzadas y los principales países del mundo.
Tal como señala el Banco Mundial, en este último tiempo la inflación regresó con “mucha celeridad” y demostró ser “más obstinada y persistente de lo que creían posibles los Bancos Centrales en un principio”.
Si bien gran parte de los economistas coinciden que el gran culpable de esta situación es la pandemia, el economista Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, señala en diálogo con POST que para explicar lo que ocurre actualmente hay que retrotraerse a la crisis financiera internacional de 2008 (“La Gran Recesión”), que afectó a las naciones más desarrolladas del planeta y puso a “tambalear” a sus economías y sistemas financieros.
Tiscornia recuerda que, en ese entonces, los principales Bancos Centrales del mundo, especialmente el estadounidense y el europeo, salieron al rescate de la economía y de gran parte de las instituciones que estaban en problemas: “A partir de 2008 lo que hicieron fue emitir dinero masivamente para ayudar a recuperarse de ese evento, ya que cuando se produce un quiebre en el sistema financiero la destrucción de riqueza que hay es enorme y se complica todo el funcionamiento de la economía, generando recesión y aumento del desempleo”, describe.
Según Tiscornia, esta situación continuó durante un período largo y lo que el Coronavirus provocó fue potenciar aún más esa realidad, “con una emisión global a nivel brutal por parte de los principales Bancos Centrales, para intentar contrarrestar el efecto negativo que implicó el Covid”.
Como consecuencia, el economista agrega que esta gran inflación que están padeciendo los países desarrollados es una combinación de ambas situaciones: “En el segundo trimestre del 2021, cuando comenzó de cierta forma la recuperación post Covid y la economía ganó dinamismo, todo ese dinero empezó a manifestarse en presión inflacionaria”, profundiza.
Dónde está impactando
Cristian Cancela, del equipo de Estudios Económicos de Santander, entiende que la salida de la pandemia implicó “muchos desafíos para los mercados globales”, donde se verificó un desacople relevante entre la dinámica de la demanda de bienes y servicios en un contexto de recuperación de consumo y la oferta. En este sentido,, marca que la performance de la producción “operó con muchas restricciones, ya sea por falta de disponibilidad de insumos o mano de obra, lo que afectó las cadenas de valor globales”.
En una misma línea, el consultor y asesor financiero, Adriano Mandolesi, subraya que esta situación está generando que los precios de los commodities estén en alza, sumado a un aumento de estímulos monetarios y tasas de interés en niveles históricamente bajos.
A su vez, señala que uno de los sectores donde más repercute la inflación en las economías avanzadas y en desarrollo es “en el incremento de los precios de las materias primas, de la mano de la creciente demanda global”, dando el ejemplo que, en enero de 2022, “los precios del petróleo estaban un 77% más altos que su nivel de diciembre de 2020”.
Otro problema que está afectando tanto a las economías avanzadas como en desarrollo por igual, tiene que ver con las cadenas de suministro globales, que siguen viéndose “seriamente afectadas por los acontecimientos de los últimos dos años”. En este sentido, describe que los costos del transporte se han disparado y que también la inflación se registra en los precios de los alimentos.
Desde la óptica monetaria, otro factor que incide según Cristian Cancela es el crecimiento de la hoja de balance de los bancos centrales, cuyo instrumento tuvo como objetivo minimizar el impacto de la pandemia en el nivel de actividad.
“Como los mecanismos de transmisión de la política monetaria en la inflación operan con rezagos en el tiempo, la Reserva Federal comenzó un proceso de suba en las tasas de interés (la primera fue de 25 pbs), que será un primer paso de futuras subas que en en el futuro espera el mercado, de modo de anclar hacia adelante las expectativas de inflación y que vuelva a sus niveles normales”, describe.
De acuerdo a datos compartidos por Tiscornia, la inflación global de los países desarrollados en 2021 fue del 3.5%, la más alta desde 1991 y previo a que se disparara el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, que complica aún más el panorama de los commodities.
Cómo puede repercutir en la Argentina
Manodolesi explica que, a falta de opciones políticas globales para resolver las alteraciones de las cadenas de suministro, la tarea de abordar la inflación queda en manos de los principales bancos centrales. “Si bien Estados Unidos comenzó a retirar los estímulos y subir la tasa de interés, esta situación termina afectando a las economías emergentes”, sostiene.
Además, expone que las consecuencias del conflicto bélico sobre la Argentina son mixtas: por un lado, el aumento del precio de las commodities agrícolas asegura mayores ingresos de agrodólares (aunque habrá que seguir de cerca la evolución de las cosechas); pero por otro, el incremento de los precios de la energía, por su parte, juega en sentido contrario. En este sentido, agrega que pueden observarse “disrupciones en la disponibilidad global de GNL que pueden llegar a afectar el aprovisionamiento de ese fluido”.
Tiscornia también entiende que lo positivo de esta situación para los países latinoamericanos y la Argentina específicamente pasa por el precio de los commodities en alza, ya que sus valores aumentan y eso facilita el ingreso de dólares para que la economía funcione. “Cuando eso ocurre, las cuentas públicas tienden a mejorar, se estabiliza el tipo de cambio, mejoran las finanzas públicas y se produce más”, explica.
Sin embargo, destaca como cara negativa que los precios más altos, que a su vez son un incentivo a la producción, empiezan a generar inflación: “En el caso de Argentina es complicado porque lo que exportamos son commodities agrícolas. Es decir, lo que exportamos es de alguna forma lo que la gente consume internamente. Distinto es el caso de Chile, por ejemplo, donde el commodity más relevante es el cobre”.
Mandolesi dice que, en definitiva, más allá de estas repercusiones concretas sobre la economía, un conflicto armado que promete crecer en intensidad y duración, puede hacer las cosas más difíciles para un Gobierno que necesita desesperadamente que la comunidad internacional no le dé la espalda. En esa misma línea, añade que habrá que monitorear el impacto en los mercados globales y en los precios de las materias primas.
La situación post-covid presentará un punto de inflexión en los gobiernos y empresas. Para hacer negocios, estas últimas deberán modernizarse y reducir costos, atender regulaciones emergentes, generar valor adicional para los accionistas, aprovechar nuevos nichos de productos y buscar condiciones favorables de financiamiento.
Para Mandolesi, una oportunidad aparece en las startups. “En este segmento el clima inversor en Latam enfrenta una serie de desafíos para poder aprovechar su máximo potencial, siendo uno de los segmentos de mayor potencial de crecimiento en sectores como BioTech, Enterprise Software & Services, AgTech y FinTech”, cierra.
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