Aunque todavía no se conocen la totalidad de las cifras del censo y muchos datos están en estado provisorio, es importante comenzar a pensarlos en contexto. Qué dice sobre el futuro de la realidad económica del país.
La posibilidad de obtener datos sobre diferentes aspectos del país, como la economía, la educación y la salud, es un capital muy valioso no solo para el presente, sino también para el futuro. Sin embargo, la importancia de tener datos no radica únicamente en su disponibilidad, sino también en la capacidad de analizarlos y utilizarlos de manera efectiva.
El censo realizado en Argentina el 18 de mayo de 2022 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) ya arrojó sus resultados provisorios en torno a la densidad demográfica, la esperanza de vida y el envejecimiento de la población, entre otros rubros. Si bien estos resultados fueron pocos, no dejan de ser contundentes para marcar algunas tendencias que afectarán la economía argentina en menor tiempo de lo imaginado.
Según los resultados del censo, la población argentina alcanzó los 46.044.703 habitantes en 2022, lo que representa un aumento en 5.927.607 de personas respecto al último censo realizado en 2010. Aunque este crecimiento poblacional es importante, otros ítems evidencian el estancamiento demográfico que ha experimentado el país en las últimas décadas.
En Argentina, el 51,76% de la población son mujeres y el 48,22%, varones. Asimismo, un 0,02% de personas que no se identificaron con ambos géneros. A ello se le debe sumar la tendencia a la baja en datos de fecundidad, es decir, la cantidad de hijos por mujer en edad fértil. Según la especialista Gladys Massé en 1869 cada mujer tenía, en promedio, siete hijos. El número, en la actualidad, estaría por debajo de dos.
Si baja la fecundidad y la expectativa de vida -la cual es, según los datos provisorios del censo, de 80 años para las mujeres y de 74 para los varones– aumenta, y a ello se le suma que la mayoría de la población es femenina, el resultado es que, en promedio, la población envejece. Esta cuestión afecta a dos grandes sectores: el sistema previsional y la salud pública.
En el sistema previsional estos datos representan un gran desafío, ya que cada vez son más las personas que se retiran del mercado laboral y comienzan a recibir una jubilación, mientras que la cantidad de trabajadores activos se reduce. Esto ocasiona un desequilibrio en las cuentas de un sistema que, según datos del Banco Mundial, para 2020 ya representaba un 11% del PBI, poniendo en riesgo su sostenibilidad a largo plazo. Por otro lado, en el ámbito de la salud pública, el envejecimiento poblacional implica una mayor demanda de servicios de salud que se traduce en un aumento del gasto público.
La implementación de políticas públicas que promuevan un envejecimiento activo y saludable, así como la inclusión laboral de los adultos mayores a fin de contribuir a reducir la brecha entre los trabajadores activos y jubilados, serán, sin dudas, dos grandes desafíos económicos a más corto que largo plazo. En último término, se plantea otra gran cuestión: cuanto menor sea la proporción de gente joven, también serán menos las posibilidades de impulsar focos de movilidad social e innovación.
Camino a la descentralización
Otra de las conclusiones que se pueden extraer de los datos es que durante esta última década y, gracias a un gran impulso dado por la pandemia, se ha desacelerado el crecimiento forzado de población en las grandes urbes. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es un claro ejemplo de ello. Durante este censo se registró la tasa de crecimiento más baja de todo el país, aportando solo 230.461 personas al volumen total de la población.
La provincia que más creció respecto a 2010 fue Tierra del Fuego, con un 49,9%. En segundo lugar, sigue la provincia de Neuquén, en la cual se produjo, durante el período intercensal, un auge petrolero que provocó un aumento de un 31,8% en su población, casi triplicando la variación del conurbano bonaerense.
Estas cifras indican que las oportunidades de crecimiento económico apuntan a la descentralización, incluso para aquellos que continúan trabajando para la zona metropolitana, pero ahora lo hacen de modo remoto.
El crecimiento del atractivo de las ciudades medianas, la formación de nuevos enclaves productivos y los nuevos polos de atracción de trabajadores, son oportunidades que -en caso de ser bien aprovechadas- pueden generar consecuencias directas sobre el resto de la actividad económica, por ejemplo, en las áreas de servicios, educación, sector inmobiliario y producciones regionales.
Hábitat y viviendas
La última cifra publicada entre los resultados provisorios del Censo 2022 es la que representa la cantidad de población en viviendas colectivas, particulares y personas en situación de calle. En el país hay 17.805.711 hogares, de los cuales 17.780.711 son viviendas particulares y 25.501, colectivas. Además, según las cifras oficiales hay 2962 personas en situación de calle.
Aunque el análisis de este tipo de tendencias no representan un cambio directo en las políticas económicas del país y su realidad, brindan una herramienta fundamental, si es que se la sabe utilizar, y es el factor tiempo. En la era del big data y los algoritmos, la estadística está más viva que nunca, siempre que se la utilice con la intención de transformar cifras concretas en datos útiles y evitar con ello que los problemas se vuelvan necesidades.
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