A medida que las organizaciones buscan alcanzar mejores resultados, surge un fenómeno que desafía el equilibrio entre confianza y control: la llamada “paranoia productiva”.
El término “paranoia productiva” fue acuñado por Satya Nadella, CEO de Microsoft, para describir la desconfianza que experimentan algunos líderes cuando no pueden ver directamente cómo se desempeñan sus equipos. Aunque los resultados acompañen, persiste una sensación de incertidumbre que lleva a muchos a dudar del compromiso o la eficiencia de sus colaboradores.
Según Quartz, no se trata de un simple problema de gestión, sino de una paradoja moderna: la tensión entre confiar y verificar. Los equipos más sólidos son aquellos que logran equilibrar ambas dimensiones, construyendo relaciones de confianza sin perder de vista los indicadores de desempeño.
Escuchar, preguntar y generar confianza para combatir a la paranoia productiva
La construcción de una cultura de confianza no pasa por supervisar cada tarea, sino por abrir espacios de diálogo. Preguntas como “¿qué necesitás para cumplir tus metas?” o “¿qué podría obstaculizar los resultados?” permiten alinear expectativas sin caer en el control excesivo.
Más allá de las respuestas, es clave observar las emociones que se expresan. Escuchar sin juzgar y ofrecer un entorno transparente ayuda a anticipar problemas, mejorar la comunicación y consolidar el vínculo entre líderes y equipos. La confianza no se impone: se cultiva con conversaciones honestas.
Aprender de los errores para avanzar
El error no debe ser visto como sinónimo de fracaso. Cuando los líderes comparten sus propias equivocaciones y las enseñanzas que obtuvieron, habilitan una cultura donde equivocarse forma parte del camino. Este enfoque fomenta entornos seguros, donde las personas se animan a proponer ideas sin miedo a represalias.
Aceptar los errores como parte del proceso promueve la mejora continua y acelera la innovación. No se trata de buscar responsables, sino de entender qué no funcionó y cómo mejorar la próxima vez. Esa actitud vuelve a las organizaciones más ágiles y resilientes.
Conectar autonomía con desarrollo
La productividad está íntimamente ligada al sentido del trabajo. Cuando las personas entienden cómo sus tareas impactan en los objetivos del equipo, crece el compromiso. Por eso, es fundamental que los líderes comuniquen con claridad hacia dónde se dirigen y habiliten la participación activa de cada integrante.
Brindar oportunidades de desarrollo, fomentar la autonomía y promover el intercambio de ideas son prácticas que potencian la motivación. Las organizaciones que logran alinear propósito, confianza y crecimiento personal son las que construyen resultados sostenibles en el tiempo.
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