Frente a la emergencia climática, las personas y las empresas comienzan a ser más conscientes del impacto que tiene su accionar por sobre la salud de la Tierra. Qué acciones se pueden tomar y cómo contribuye con el medio ambiente.
No hay más tiempo, no hay vuelta atrás. La humanidad se enfrenta al mayor reto en materia medioambiental y sabe que no puede dejar nada librado al azar. Por eso, las personas y las empresas (sean públicas o privadas), reconocen esta carencia, se concientizan y aceptan, finalmente, el impacto que tienen sus actuaciones sobre la salud del planeta.
De esta manera, fuera de las acciones mundiales en conjunto que buscan de apaciguar la contaminación ambiental, estos agentes realizan pequeños gestos que incorporan en su día a día para contribuir a su cuidado y así tratar de mitigar sus efectos negativos sobre el medioambiente.
Antes de contar cuáles son, es importante saber de qué estamos hablando. Por eso, cuando definimos qué es el cambio climático hablamos de las variaciones de temperatura y patrones del clima durante un tiempo prolongado. Este fenómeno ha existido siempre, ya que puede producirse por causas naturales como la radiación del sol o la actividad de los volcanes presentes en la tierra, entre otros, pero en ningún caso de forma tan extrema y alarmante.
Las causas que lo provocan
Ha sido la actividad, a partir del siglo XIX, el principal responsable del cambio climático. Entre las causas, la Comisión Europea señala algunas principales que fomentan el calentamiento global y la emisión de gases de efecto invernadero. Entre ellas Santander.com las menciona y comparte de qué se tratan:
- La incineración de combustibles fósiles: destaca la explotación indiscriminada de recursos finitos como el carbón, el gas o el petróleo. Por ello, las fuentes de energía renovable que utilizan recursos como la luz solar, el agua o el viento son las alternativas sostenibles idóneas para evitar recurrir a elementos limitados y con un alto porcentaje de contaminación.
- La deforestación: los árboles son pilares fundamentales cuando hablamos de la absorción del CO2 de la atmósfera, es decir, una forma completamente natural de regular el clima, limitando el auge descontrolado del efecto invernadero. Al talar los bosques, este potente regulador se pierde.
- La evolución de la ganadería: el consumo indiscriminado de carnes a nivel global -especialmente de vaca, cerdo o pollo- hace que la demanda de este tipo de alimentos sea excesivamente alta. Detrás del ganado vacuno, se encuentran las emisiones más altas producidas por el sector (5 gigatoneladas de CO2, según el Modelo de Evaluación Ambiental Global de la Ganadería publicado por FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Las consecuencias
Problemas como el aumento de las temperaturas derivan en grandes desastres en la naturaleza, como el deshielo de los polos, con el consiguiente aumento del nivel del mar; el incremento de la sequía y, por ende, de la probabilidad de incendios forestales; la intensificación de catástrofes naturales; o la pérdida de biodiversidad.
A nivel social, el cambio climático también supone una gran amenaza, en tanto que impacta en la salud de las personas. Se producen mayores tasas de mortalidad y enfermedades derivadas de plagas que afectan a zonas de cultivo, peor calidad del aire, entre otros.
Además, sus efectos socioeconómicos están patentes en las migraciones y el empleo, debido a que hay sectores como la agricultura, la pesca o el turismo que son muy vulnerables. Así, los eventos climáticos extremos –inundaciones, tormentas o sequías- provocan desplazamientos masivos.
¿Qué se puede hacer?
Los expertos señalan varias, pero hay cuatro que son fundamentales y que pueden sumar mucho en la lucha contra el cambio climático
- Evitar el consumo indiscriminado
Cuidar los recursos limitados comienza por solo consumir los que son necesarios. Por ejemplo, las personas deben acudir a hacer la compra solo en aquellas ocasiones que realmente les haga falta, optando siempre por apuntar los productos en una lista y así evitar caer en tentaciones que también dañen su salud financiera. Además, es muy recomendable consumir productos locales y de temporada, en los que se reducen los tiempos de transporte y conservación de alimentos.
Otros ámbitos en los que se puede hacer un consumo responsable sin salir de casa: cerrar la canilla cuando no lo estén usando, mientras se duchan; regular la temperatura del hogar o, simplemente, apagar la luz de una habitación si no es necesaria o aprovechar la luz solar son algunos de los trucos para cuidar el planeta y su bolsillo.
- Da una segunda vida a los productos
En muchas ocasiones, solo se usan determinados bienes para el fin que están fabricados, sin darse cuenta de que, tras ellos, se pueden esconder otras utilidades. De hecho, puede convertirse en una excelente actividad para hacer en compañía de otros miembros de la casa -especialmente con los más pequeños-. Por ejemplo, los envases de vidrio, que suelen contener alimentos como la miel, se pueden usar para almacenar el material escolar en un escritorio. O, quizás, tras hacer una reforma en casa, se ha quedado algún palé que se puede limpiar y poner sobre él unos cojines para crear un sofá improvisado que colocar en su jardín.
- Gestiona los desechos
En el día a día las personas generan una gran cantidad de desperdicios que, como hablábamos en el punto anterior, pueden ser el origen de otros. En este caso, la labor consistirá en reciclarlos, en función del material del que estén hechos, para que posteriormente se procesen y se aprovechen los materiales en la creación de nuevos productos. Además, esto evitará el uso excesivo de otros recursos como el agua: según la ONU, se necesitaría hasta un 50% menos, así como 17 árboles, por cada tonelada de papel reciclado.
- Aprovecha la economía colaborativa
En los últimos años, no han parado de crecer plataformas que apuestan por este modelo de economía sostenible, que consiste en intercambiar, vender, alquilar o adquirir bienes y servicios de otras personas u organizaciones. Entre los más populares, se encuentra el uso de transporte compartido, el alojamiento en pisos turísticos, la reutilización de material escolar como los libros de texto, entre otros..
Además de estos sencillos trucos para aplicar en tu día a día, que te ayudarán en la transición hacia una economía verde, existen otras opciones que también pueden contribuir al compromiso con el medioambiente, como pueden ser las inversiones sostenibles -entre las que encontramos los bonos verdes– que se rigen por los criterios ASG.
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