Con el paso del tiempo y los avances tecnológicos son cada vez más las innovaciones que llegan para simplificar y acelerar el campo. POST comparte cómo la digitalización en el trabajo rural puede cambiar la realidad de los productores.
Sea el rubro que sea, la tecnología sigue desarrollándose exponencialmente, y ofrece soluciones que impactan cada día más en los procesos productivos. El campo no es la excepción y, desde hace tiempo, promueve propuestas innovadoras para transformar la producción del sector.
Pero estas no arriban de igual manera para todas las personas “agrarias”. Si bien es un sector en el cuál su desarrollo ha sido a destiempo en comparación a otros rubros, todavía queda mucho por abarcar y con más fuerza.
Para adentrarse en el tema, en conversación con POST, Diego Ramilo, director del Centro De Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, explica que el sector rural se divide en dos tipologías:
- El Campo de la Pampa Húmeda: que hace referencia a los medianos y grandes productores que producen los commodities. Suelen vivir y manejar los negocios desde las ciudades, están absolutamente tecnificados y representan a un 30% del sector.
- La Agricultura Familiar Campesina e Indígena: compuesta fundamentalmente por mano de obra familiar que reside en los pueblos rurales o en el propio campo. Tiene profundos problemas de acceso a las tecnologías básicas, y representa al restante 70% del sector en Argentina; a 17 millones de productores en América Latina; a 600 millones de productores en el mundo y, según datos de la FAO, son los generadores del 80% de los alimentos del mundo.
Es principalmente en este último sector, en el que la implementación de la tecnología es necesaria y todavía insuficiente para el desarrollo y progreso de los productos y de los productores. “La demanda está. El sector busca y necesita tener un proceso de digitalización, pero los problemas de conectividad siguen siendo graves en la ruralidad”, revela el ingeniero agrónomo.
Según un relevamiento del INTA y el Ente Nacional de Comunicaciones, sobre un total de 311 parajes rurales encuestados, el 40,2% de los parajes de entre 200 y 2000 habitantes no tienen conectividad. Si se suman los parajes con regular o mala conectividad, este número se eleva a casi el 80%.
“Esta asimetría tan marcada obstaculiza los procesos de desarrollo local, y el arraigo de los jóvenes en las zonas rurales”, asevera a POST Fernando Riccitelli, Director Nacional Asistente de Sistemas de Información, Tecnología y Procesos del INTA. “Para que la agricultura y la ruralidad puedan ejercer un rol relevante en el aumento de la producción y en el aporte de valor agregado en las distintas regiones, tenemos que superar esta brecha”, agrega.
Los beneficios
Para Riccitelli, la digitalización de los procesos de las cadenas productivas abre una oportunidad única de llevar controles y seguimientos minuciosos en cada etapa. Esto permite trabajar con más eficiencia, en términos de tiempo y costos, y, también en la reducción de insumos, en la preservación de los recursos naturales, y el cuidado del suelo.
“El cambio que se está produciendo no solo es una necesidad concreta a resolver problemáticas existentes, sino la gran oportunidad de posicionarnos de cara al futuro y lograr que las nuevas generaciones de productores estén mejor preparadas, y más adaptadas a un mundo totalmente digitalizado”, afirma el experto.
El especialista del INTA explica que la tecnología digital aporta un conjunto enorme de soluciones, entre ellas se encuentran:
- Sensores que actualizan datos en tiempo real
- Información satelital
- Captura de imágenes con drones que permiten tomar decisiones de siembra en base al conocimiento específico de cada sector de un lote.
- Dispositivos que permiten el control automático de sistemas de riego en función de las particularidades de cada parcela.
- Apps de gestión de datos que permiten monitorear cultivos, y reconocer malezas, plagas y enfermedades en los lotes, en una etapa temprana, reduciendo los daños.
“La combinación de imágenes satelitales con inteligencia artificial está configurando un nuevo ecosistema de desarrollos que permiten profundizar el conocimiento del suelo y de las variables climáticas, y desarrollar algoritmos para entender la frecuencia o probabilidades de ocurrencia de eventos extremos, como sequías o inundaciones”, aporta.
Cuidado del medio ambiente
Martín Rainaudo, Gerente de Prospectiva de Aapresid, señala que todas las herramientas tecnológicas “vienen a aportar sostenibilidad y a bajar el impacto ambiental de la producción”. En conversación con POST, el experto en AgTech afirma que, de aplicar esta clase de tecnología, se puede:
- Reducir el uso de agroquímicos
- Medir la huella de carbono de la producción a través de la carga de datos
- Trazar el recorrido de una carne y comprobar que fue producida con todos los cuidados posibles
Un desafío necesario
Ramilo señala que la gran mayoría de los productores necesita tecnologías que, aunque están disponibles en el mercado, siguen sin ser accesibles. “Se necesitan políticas públicas activas desde el estado que faciliten un financiamiento que haga posible el acceso a distintas formas de desarrollo tecnológico básico, como lo son la mecanización, los invernaderos, el riego y el desarrollo de infraestructura”, enfatiza.
Martín coincide con que el sector necesita un nivel de atención que hoy no está recibiendo. “Con la tecnología la industria del agro puede reducir barreras, acortar tiempos, distancias, hacer más eficientes las tareas, automatizar procesos, ser transparentes, mejorar costos y lograr ser una industria más competitiva, aspectos que hoy ni las políticas de estado, ni el gobierno, están haciendo, ni queriendo hacer”, asevera.
A pesar de que ambos expertos creen que el conocimiento y entendimiento de los beneficios de la digitalización en el sector rural es escaso y tiene muchas brechas que dificultan su implementación, es un proceso que, aunque de una forma progresiva, está en marcha.
Para el fundador de Flash Agro, las iniciativas privadas juegan un rol importante en el impulso de este cambio. “Gracias a sus esfuerzos, que con una clara conciencia de que para seguir compitiendo es necesario adaptarse y subirse a las novedades tecnológicas, redefinen modelos de negocio y las relaciones entre actores”, amplía.
A modo de síntesis, aunque no es el único, la tecnología es un factor sumamente importante para mejorar los estándares de calidad, eficiencia e innovación a la hora de producir. Idealmente la acompañan la garantía del acceso al agua, y a la tierra, la facilitación de la comercialización, y el financiamiento.
“Todos esos elementos son parte de un combo fundamental para aumentar los ingresos de los productores, posibilitándoles a ellos y a sus familias una vida digna y, en definitiva, para optimizar la productividad del sector rural”, concluye Ramilo.
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