Concientizar, hablar y detener la violencia de género en las empresas

Por Equipo Santander Post | 25-11-2021 | 7 min de lectura

En el marco del ‘Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer’, POST revela cómo reducir los micromachismos y proponer espacios libres de agresión. Las iniciativas de Santander. 

Una mirada, un gesto, una palabra, una agresión. Son muchas las maneras en que la violencia de género se manifiesta en el mundo. Hoy, en Argentina, cada día, 60 mujeres son víctimas de abusos y una mujer es asesinada por violencia de género cada 40 horas, según datos de la organización MuMaLá-Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Este 25 de noviembre el mundo conmemora el ‘Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer’ e inicia los 16 días de activismo contra la violencia de género promovido por la ONU (Organización Mundial de la Salud). La campaña internacional anual comienza hoy y sigue hasta el 10 de diciembre, el Día de los Derechos Humanos, bajo el lema: “Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!” 

La violencia en las empresas

Este tipo de violencia no solo sucede en las calles o en los hogares. También, pasa en las empresas. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo) 1 de cada 10 personas sufren de acoso laboral, con impacto mayor en mujeres y diversidades, afectadas por agresiones sexuales y acoso verbal y psicológico, que mayormente son perpetradas por varones.  

“Esta modalidad de violencia se expresa de múltiples formas de discriminación, de exclusión, de sexualización, maltrato, o la generación o mantenimiento de una cultura hostil, que genera entornos incómodos para mujeres e identidades feminizadas”, comentan en conversación con POST desde Libertate, una organización que fomenta la inclusión en el ámbito laboral.

A la hora de dar ejemplo, explican que pueden darse “en la interacción con jefes y pares, en las tareas y roles que se asignan, en mensajes explícitos o implícitos dentro de la empresa, en la remuneración de las personas y en decisiones organizacionales que se toman”.

Según recalcan desde el equipo de Libertate, esta clase de situaciones tienen algo en común y es que operan sesgos o estereotipos de género que “perpetúan condiciones de desigualdad y arraigan prejuicios relativos a nuestra apariencia, edad, estado civil, la decisión o no de maternar, entre otros”. Todo esto, afirman, impone “barreras para nuestro desarrollo laboral”.

El rol de los micro-machismos

Dentro de esta clase de violencia se encuentran pequeños y casi imperceptibles gestos que mantienen y fomentan cotidianamente la agresión basada en el género. Desde la entidad, los definen como “pequeñas actitudes, acciones, suposiciones y comentarios que se manifiestan en lo cotidiano, donde se posiciona a la mujer y otras identidades feminizadas en lugar de inferioridad en relación a los varones en distintos ámbitos, incluidos los familiares, sociales y laborales, perpetuando una desigualdad y situación de desventaja histórica”.

Estas acciones que representan lo que se denomina la “violencia de género invisibilizada” se manifiesta de diversas maneras. Una forma es mediante el “Mansplaining”, es decir, la acción de un varón al explicar algo a una mujer, asumiendo que ella no sabe, sin interesarse si conoce o no el tema, de forma condescendiente o paternalista. “En este caso, el varón -algunas veces de forma inconsciente- hace uso de su privilegio y alza su voz creyendo que puede explicar o hacer algo “mejor” o asumiendo que tiene ‘más experiencia’”, amplían desde la organización.

Otro tipo de micromachismos o microagresiones basadas en género se dan, por ejemplo, cuando una mujer es eludida para una oportunidad aunque esté más que calificada, por el simple hecho de ser mujer: “Esto se da cuando paneles de expositores/as expertos/as son conformados totalmente por varones; cuando tareas, roles o áreas tienen altos niveles de feminización y casualmente menor paga, como tareas administrativas o de servicio; cuando se da una valoración mayor de una idea cuando proviene de un varón y una desvalorización o cuestionamiento cuando proviene de una mujer; entre muchos otros.”

Pese a que muchas veces es difícil ser conscientes de estas, desde Libertate afirman que es importante “reconocerlas y nombrarlas como tal, no omitir ni generar una cultura del silencio y/o complicidad”. Logrado esto, luego, “abrir el diálogo, generar instancias de capacitación y reflexión en toda la organización, en todos los niveles”.

Santander consciente

De a poco, con información y cambios de actitud, las empresas comienzan a poner manos a la obra en el asunto. Santander lleva adelante una serie de iniciativas que buscan reducir y sobre todo concientizar sobre la temática. 

La primera de ellas es la elaboración de un protocolo de actuaciones de violencia de género. “Tiene el objetivo de regular las acciones de prevención, orientación, abordaje, y erradicación de la violencia de género en Santander, promoviendo y garantizando un ambiente libre de discriminación, hostigamiento y violencia contra las personas, procurando condiciones de igualdad y equidad”, explica con detalles a POST Alejandra Laucella, referente del Equipo de Diversidad en Santander Argentina.

Por otro lado, también lleva un plan formativo en su plataforma 100% online, denominada Academia. En este, desarrolla un curso sobre el uso de este protocolo, tipos de violencia y canales para reportarlo. Bajo esta línea, desarrolla también talleres para generar “espacios de concientización sobre los micromachismos, los chistes en general, la violencia y cómo todo esto repercute en las personas y la cero tolerancia a que esto siga sucediendo”, según Laucella. Uno de ellos es realizado en conjunto con Libertate y Contrata Trans

Por último, sumado a otras comunidades como la de Discapacidad y LGBTIQ+, se encuentra la de Género que propone ser una alternativa para conversar sobre los sesgos inconscientes del género, como impactan los mismo; la falta de capacitación e información sobre la temática; violencia de género; corresponsalía; entre otras.

“Siento que el ámbito laboral es un ámbito muy importante de crecimiento profesional de las personas, y la perspectiva de género cumple un rol fundamental para que cada persona pueda ir formando una carrera libre de sesgos referidos al género y con foco en la idoneidad y capacidad de lo que esa persona tiene para dar en la organización”, cuenta a POST Denis Meneses, Analista de UPBC (Unidad de Prevención de Blanqueo de Capitales) de Santander y quien participa en la Comunidad.

Sobre sus aprendizaje con respecto a la violencia de género comparte que destacó que, en Santander, “existe tolerancia cero a la violencia y la discriminación en materia de género” y explica que es esto mismo lo que las incentiva a “seguir formándonos para poder comprender a qué nos referimos cuando hablamos de violencia de género”.

Por último, desde Santander, además de ofrecer un canal de denuncias que da la posibilidad de denunciar cualquier tipo de discriminación o violencia en materia de género, también ofrecen acompañamiento a personas que atraviesan por una situación de violencia de género.

“Desde Salud realizamos un abordaje integral, mediante entrevistas en un marco confidencial, brindamos contención, escucha activa y distintas orientaciones del Equipo Interdisciplinario”, afirma Natalia Lencina, licenciada en trabajo social y quien forma parte del equipo de Salud.

Con los sesgos descubiertos, la consciencia en la temática y la capacidad para decir basta, las organizaciones y la sociedad se preparan para combatir una problemática y lograr, paso a paso, una verdadera transformación cultural. 

Aún no hay comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más historias
¡No te pierdas nada! Suscribite a nuestro Newsletter