Estas personas se ocupan del bienestar de los y las trabajadoras, un aspecto fundamental y cada vez más importante para el futuro próspero de las compañías. Cómo logran mejorar el ambiente de trabajo y la productividad de las empresas.
Ya es un hecho que vivimos en una era de cambios. Cambios en las tendencias y modas, en las figuras de liderazgo político, en las hegemonías que parecían inalterables, en las prioridades del día a día, y muchas otros tantas grandes variantes.
En este contexto, el mundo de las empresas también evoluciona y hoy trae consigo una suerte de cambio sin precedentes: la aparición del nuevo rol del director/a de felicidad. Con esta tendencia en la práctica laboral se asume que la automatización, el profesionalismo y la rapidez para cumplir con las tareas no lo es todo. Se pondera el rendimiento laborar a través de una tabla de valores más humanos, que vuelven a poner en el foco, al bienestar personal.
Para Diego Ledesma, Chief Happiness Officer y consultor en desarrollo, el Director de Felicidad es el responsable de atraer, retener y acompañar el talento en las empresas, mediante estrategias pensadas y llevadas a cabo en el marco de una gerencia de bienestar organizacional:
“Es quien diseña, gestiona, optimiza y alinea mejores prácticas con un enfoque centrado en las personas, brindando valor a la compañía para que esta pueda minimizar gastos e incrementar utilidades desde el capital humano, logrando que el talento elija quedarse”, explica.
La implementación o no de este cargo en una empresa, habla del trato e importancia de un líder hacia sus equipos. Y aquí radica el origen del puesto: a partir de la transformación de las startups y empresas innovadoras, se empezó a apostar por el valor de las personas, y la rentabilidad de un empleado feliz. Chade-Meng Tang, colaborador de Google, fue el que concretó esta propuesta en los 2000.
“La meta principal de la persona que ocupa dicho cargo se resume en una frase: lograr que el talento elija quedarse”, sintetiza Ledesma.
Qué los diferencia de los antiguos jefes
Desde comprender cuáles son las acciones y prácticas saludables para que las personas desplieguen todo su potencial, hasta la capacidad de proyectar un crecimiento empresarial, que va más allá de los resultados a corto plazo. El fuerte del director de felicidad está en sus capacidades interpersonales.
Entre ellas están el liderazgo y visión en la formación de equipos; la comunicación y el carisma para motivar e inspirar; la proyección y creatividad del estratega; la iniciativa y proactividad del innovador; la humildad del que escucha; la claridad y organización del negociante eficiente; y el open mindset para implementar novedades, aceptar errores, y abrirse al aprendizaje.
Ledesma asegura que los jefes de antes ya no son suficiente, esencialmente porque las necesidades de las personas, y de las empresas, ya no son las mismas. “Un jefe con una mirada enfocada solo en las acciones presentes no brinda los mecanismos para desarrollar una estrategia a futuro. Necesitamos un marco para desplegar el potencial que ya somos, y el director de felicidad se encarga de esto; abraza e implementa la innovación, transformación digital y la cultura de equipos”, amplía.
Beneficios de tener un director de felicidad
Quizá la ventaja más evidente de contar con un director de felicidad en la empresa sea ampliar el poder de resolución del área de recursos humanos, aportando una visión estratégica de proyección, a sus funciones operativas. Sin embargo, está lejos de ser la única recompensa. Ledesma se refiere al cargo como un “rol estratégico en términos de capital humano”.
Según un estudio realizado por la Consultora de Crecimiento Sostenible, los trabajadores felices incrementan en un 88% la productividad de sus empresas; presentan hasta un 33% más de energía y dinamismo y tienen un 300% menos de posibilidades de tener accidentes laborales.
David Tomás, pionero de la implantación de esta tendencia en España, explica en su libro Diario de un Millennial, que el bienestar de los empleados es decisivo para el buen funcionamiento de una empresa. “Queríamos tener éxito, pero con personas felices“, afirma el CEO de Cyberclick. La felicidad y el éxito son conceptos que van de la mano. “La felicidad es necesaria para la motivación y para incrementar la creatividad”, refuerza.
Además, Tomás asegura que el bienestar en el entorno laboral se convirtió en uno de los principales objetivos de la generación milenial a la hora de buscar trabajo. Justamente, porque la prioridad ya no pasa exclusivamente por tener un puesto más “exitoso”, sino por mantener una vida laboral sana, humana, y feliz.
Su actualidad
Aunque esta obsesión por la felicidad es definitivamente una tendencia ya instalada y democratizada en Estados Unidos (sobre todo en Silicon Valley); y en Europa, donde Francia, España, Dinamarca, Holanda y Noruega son pioneros; Latinoamérica todavía no logró afianzar el cultivo de esta filosofía.
“En Argentina, por cuestiones coyunturales, aún es una deuda pendiente. Para poder hablar de bienestar es necesario tener una estructura de las necesidades básicas resueltas”, cuenta Ledesma, aunque asegura que hablar de felicidad en el ambiente laboral ya no es un tema utópico como lo era hace unos años. “Las áreas más interesadas son Recursos Humanos y Marketing”.
A modo de síntesis, en las empresas del futuro –que en algunos lugares ya son del presente- el aspecto del bienestar personal deja de ser un aspecto secundario y se convierte en uno de los focos de atención.
Así, la felicidad humana pasa a ser contemplada no sólo como un punto a favor de la experiencia laboral del empleado, sino también como un punto a favor de la productividad y eficiencia empresarial.
A modo de síntesis: el director de felicidad llega a las empresas para hacer énfasis en el desarrollo personal, dentro del marco profesional.
1 comentario
Demasiado interesante, estoy totalmente de acuerdo! Las personas trabajamos mejor con motivación y no con restricciones o castigos; el concepto de la felicidad es muy particular e individual,sin embargo, el ser valorados en nuestro que hacer y tener la oportunidad de crecer,saber que están pensando y trabajando en nuestro bienestar es motivante en gran manera y permite que se genere sentido de pertenencia y de alegría, disfrutando lo que se hace y se aprende. Esto permite que la decisión de renunciar no sea una opción.