Inteligencia artificial y educación: cómo la IA impacta en los métodos de enseñanza

Por Equipo Santander Post | 20-01-2025 | 7 min de lectura

La IA es una herramienta que agiliza tareas y replantea prácticas lleva a cuestionar los métodos actuales.

La inteligencia artificial (IA) revolucionó numerosos sectores en las últimas décadas y la educación es uno de ellos. Hoy en día, la IA permite personalizar la experiencia de aprendizaje y cuestionar las prácticas pedagógicas tradicionales.

Desde la optimización del tiempo de los docentes hasta el replanteamiento del rol del profesor en el aula, la IA genera oportunidades, pero también interrogantes sobre la enseñanza y el aprendizaje.

El papel disruptivo de la IA en la educación

Mariana Ferrarelli, licenciada en Ciencias de la Comunicación y magíster en Metodología de la Investigación Científica, define a la IA como un “agente disruptivo” en la educación. “Es un nuevo objeto o fenómeno que irrumpe en la escena educativa y que fuerza ciertos interrogantes y conflictos”, señala Ferrarelli. Para ella, la IA no solo aporta, sino que “interroga” los enfoques tradicionales, especialmente en temas como el plagio, la autoría y la propiedad intelectual.

Ferrarelli observa que la IA obliga a cuestionarse el sentido de las prácticas educativas establecidas como el rol del docente en el aula o el uso de cuestionarios con preguntas fácticas que los estudiantes pueden responder fácilmente con herramientas generativas. “La IA plantea una pregunta fundamental: ¿qué hacemos con esto? ¿Cómo avanzamos hacia aprendizajes reales y genuinos?”, se pregunta la licenciada, destacando que, aunque la IA puede responder preguntas o generar contenido, esto no garantiza que el estudiante realmente aprenda.

Personalización y aprendizaje a medida: la promesa de la IA

Una de las aplicaciones más notables de la inteligencia artificial en la educación es su capacidad para personalizar el aprendizaje de acuerdo a las necesidades de cada estudiante. Las plataformas impulsadas por IA pueden analizar el rendimiento de los estudiantes y adaptar los contenidos según su progreso y dificultades. Este enfoque permite que aquellos estudiantes que requieren apoyo en ciertos temas puedan obtener ejercicios adicionales, mientras que los más avanzados pueden acceder a materiales más desafiantes.

Melina Masnatta, Cofundadora de Chicas en Tecnología y especialista en educación y tecnología, sostiene que esta personalización tiene el potencial de “democratizar el acceso al conocimiento“, ofreciendo oportunidades a estudiantes que de otra manera no tendrían acceso a recursos específicos. “La IA puede reducir las barreras de aprendizaje y proporcionar un enfoque más equitativo”, indica. Sin embargo, al igual que Ferrarelli, Masnatta subraya la importancia de una supervisión adecuada para garantizar que el uso de la IA no reemplace la interacción humana, sino que la complemente.

Automatización de tareas y la eficiencia del docente

Otro de los beneficios clave de la IA es su capacidad para automatizar tareas repetitivas, liberando a los docentes de procesos burocráticos. Desde la generación de evaluaciones hasta la escritura de informes, Ferrarelli señala que su uso puede agilizar aspectos administrativos del trabajo docente. “La IA puede automatizar la comunicación con las familias, la escritura de correos electrónicos y la creación de informes, lo que acelera mucho los tiempos de trabajo”, afirma.

La automatización permite a los docentes dedicar más tiempo a actividades que agregan valor a la experiencia educativa. Ferrarelli comenta que, si bien los docentes comenzaron a utilizar la IA para crear materiales como evaluaciones y rúbricas, este uso no necesariamente se traduce en un cambio dentro del aula. “No tengo constancia de que la IA se esté utilizando en el aula para enriquecer los aprendizajes de los estudiantes”, aclara, sugiriendo que, aunque la IA puede mejorar el trabajo docente, su impacto en el aprendizaje directo de los estudiantes aún es limitado.

El rol transformador del docente

A medida que la IA asume ciertas tareas en el ámbito educativo, el rol del docente también está en proceso de transformación. Lejos de ser reemplazados por la tecnología, los docentes se están posicionando como guías y facilitadores del aprendizaje. La tecnología desafió a los docentes a replantear sus métodos y a adoptar una postura mediadora entre el estudiante y la IA. Ferrarelli enfatiza que la presencia de la IA en la educación lleva a los docentes a reflexionar sobre el valor de su rol en el aula. “¿Cuál es el sentido de que el docente siga parándose frente a la clase para emitir una clase pregrabada?”, cuestiona.

La especialista también menciona la importancia de revalorizar la enseñanza como un proceso más interactivo y menos enfocado en transmitir contenido de manera pasiva. Este cambio de paradigma demanda que los docentes se capaciten en el uso de tecnologías y comprendan cómo interpretar y aplicar los datos generados por la IA para mejorar los resultados educativos de manera consciente. La IA no debería ser vista como un reemplazo, sino como una herramienta que permite a los docentes enfocarse en desarrollar habilidades críticas, creativas y de resolución de problemas en los estudiantes.

Desafíos éticos y preocupaciones sobre la privacidad

A pesar de los beneficios, la implementación de la IA en la educación también genera ciertos desafíos éticos y plantea dudas sobre la privacidad de los datos de los estudiantes. Al recopilar grandes cantidades de información para personalizar el aprendizaje, los sistemas de IA manejan datos sensibles, como el rendimiento académico, la ubicación y las interacciones de los estudiantes en las plataformas. Esta recopilación de datos puede dar lugar a vulnerabilidades de seguridad y al mal uso de la información personal, en especial si estos datos llegan a manos de terceros o se utilizan para fines comerciales.

Los algoritmos de IA también pueden introducir sesgos en el proceso educativo. Al ser entrenados en datos específicos, los algoritmos pueden perpetuar prejuicios y generar respuestas que desfavorecen a ciertos grupos de estudiantes. Esto es particularmente preocupante en contextos donde los estudiantes provienen de diferentes orígenes culturales o socioeconómicos, ya que la IA podría reforzar desigualdades en lugar de mitigarlas.

Masnatta resalta la importancia de abordar estos desafíos éticos de manera consciente y regulada. “La IA debe ser desarrollada y aplicada bajo estrictos estándares éticos, para evitar cualquier tipo de discriminación o sesgo en los procesos educativos”, señala a Post. La especialista también hace un llamado a una supervisión constante y a la creación de marcos legales que protejan los derechos de los estudiantes, y así garantizar que los datos recopilados solo se usen para fines educativos y de mejora del aprendizaje.

Una educación más interactiva e adaptativa

El impacto de la IA en la educación apenas comienza a manifestarse. Es probable que en los próximos años la IA se integre de manera aún más profunda en los sistemas educativos, permitiendo experiencias de aprendizaje más interactivas y  adaptativas.

También podría facilitar el diseño de programas de estudio más flexibles y adaptados a las demandas del mercado laboral, anticipando habilidades y conocimientos que serán fundamentales en el futuro. Esto abriría oportunidades para que los estudiantes adquieran conocimientos académicos, y también competencias prácticas y profesionales que les resulten útiles en su vida laboral.

No obstante, para que estas proyecciones se materialicen, Masnatta enfatiza que la implementación de la IA en la educación debe ser inclusiva y accesible para todos los estudiantes, independientemente de su contexto socioeconómico. “Es importante que el desarrollo de estas tecnologías no cree brechas entre los estudiantes con acceso a IA y aquellos que carecen de recursos tecnológicos“, subraya.

Por su parte, Ferrarelli destaca que el desafío de la IA es aprovechar su potencial sin generar brechas educativas. “Es importante que el desarrollo de estas tecnologías no cree divisiones entre estudiantes con acceso a IA y aquellos que carecen de recursos tecnológicos”, señala. Para ella, un enfoque equitativo y ético debe ser una prioridad en las políticas educativas de los próximos años.

La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar la educación, ofreciendo oportunidades para personalizar el aprendizaje, automatizar tareas y mejorar la eficiencia en el aula. Sin embargo, su implementación también implica desafíos éticos, y requiere que los docentes se adapten a un nuevo rol como facilitadores del aprendizaje.

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