Siendo la solidaridad la bandera de su vida, el fundador de Fundación Sí Argentina revela a POST sus inicios en el voluntariado y cuenta los desafíos (y los beneficios) que implica ayudar a los demás.
Lo que comenzó como un juego, terminó siendo el motor de su vida. Desde que ofreció su mano a un hogar de niñas en Chascomús, sus tierras, Manuel Lozano nunca dejó de ayudar. Ser voluntario, con sus beneficios y desafíos, fue la bandera que lo movió a ser parte de numerosas acciones solidarias.
Su desarrollo como voluntario se dio en la reconocida organización Red Solidaria, encabezada por Juan Carr. Tras un gran tiempo trabajando ahí, decidió abrir su propio espacio en busca de transformar la realidad de las personas en situación de calle. Así fue como en 2012 abrió la Fundación Sí, una ONG que tiene como principal objetivo promover la inclusión social de los sectores más vulnerables de la Argentina.
Con los años, se convirtió en un gran referente del voluntariado, un gran promotor de la acción de ayudar a otros, a la que contribuyó con miles de proyectos. Hoy, la iniciativa que promovió lleva adelante numerosas iniciativas.
Entre ellas, realizan recorridas nocturnas donde ofrecen comida y cercanía a las personas en situación de calle; crearon residencias universitarias gratuitas para jóvenes de zonas rurales; promueven el desarrollo comunitario y la participación ciudadana y coordinan esfuerzos para contribuir y asistir a las familias que sufren a causa de catástrofes naturales, entre otros.
A continuación, a corazón abierto, Manuel Lozano conversó con POST y revela los detalles de una vida activa, solidaria y, sobre todo, abundante:
Para empezar ¿Qué es ser voluntario para vos?
Ser voluntario es abrazar una causa y trabajar por ella. Es destinar tu tiempo en pos de lo que crees. Para mi hoy, ¡es una forma de vida!
¿Cómo empezó tu afán por ayudar? ¿Qué recordás de tu primera experiencia como voluntario?
Mi primera experiencia como voluntario fue en un hogar de niñas en Chascomús, donde yo nací. Comenzó como un juego, pero haber comenzado de tan pequeño obviamente me hizo descubrir lo que quería hacer el resto de mi vida. Y entender que no hay uno que ayuda y otro que es ayudado. ¡Todos nos transformamos siempre!
¿Qué es lo que más te gusta de ser voluntario? ¿Lo que menos te gusta?
Lo que más me gusta es que es aprendizaje e intercambio en forma permanente. Lo mejor son los vínculos que se van generando y construyendo. Creo que desde el voluntariado uno puede ser testigo de situaciones dolorosísimas y de renacimientos admirables dentro de todo ese dolor.
Trabajaste mucho tiempo con Red Solidaria y Juan Car: ¿Qué fue lo que más te enseñó? ¿Qué recordás de esa etapa?
Fue todo aprendizaje. Pero si tengo que elegir lo que más me llevo es el aprender la importancia de escuchar la realidad y que sea ella la que vaya marcando el camino. Esa enseñanza espero poder no olvidármela nunca. ¡Fueron hermosos 10 años!
Más tarde abriste tu camino… ¿Qué te llevó a crear tu propia fundación?
La idea de abrir este espacio colectivo surgió justamente de escuchar la realidad. Empezamos para poder profundizar el trabajo con quienes duermen en calle a través de las recorridas nocturnas. Y empezar un trabajo de reinserción con ellos. Luego fueron surgiendo otros proyectos nuevos como las residencias universitarias gratuitas para jóvenes de zonas rurales o el programa de inclusión para niños y adolescentes “Si Pueden”, que se desarrolla en centros comunitarios. De todas formas, no creo que la fundación sea mía. Es de la comunidad y de todos los que forman parte y la construyen día a día.
¿Cómo es dirigir una ONG? ¿Cuáles son las principales dificultades?
Se me vienen a la cabeza 3 palabras: responsabilidad, decisiones y alegría. Yo soy un apasionado de lo que hago. No me puedo quejar, amo profundamente lo que hago. Solo agradecimiento y más agradecimiento de mi parte a cada uno de los voluntarios con los que trabajamos juntos.
¿Cuál es tu balance en los 10 años de la Fundación SÍ? ¿Cuáles crees que fueron los mayores logros? ¿Y lo que todavía no se pudo alcanzar?
Celebrar los 10 años mientras estábamos terminando una pandemia mundial fue una locura. Fue el reencuentro con muchos después de no vernos porque habíamos armado diferentes equipos y no nos cruzábamos.
En estos 10 años han pasado miles de cosas, es un sinfín de nombres, iniciativas y proyectos que se vienen a la cabeza. Pero creo que lo más importante de estos 10 años es continuar con la profunda convicción de que todo ser humano tiene la posibilidad de ayudar.
¿Qué hace falta para que más personas se unan al voluntariado?
¡Dar el primer paso! Eso es lo que más cuesta. Y luego sostener. Cuando se trabaja en proyectos a largo plazo, la continuidad es clave. Lo que transforma siempre es el compromiso que perdura en el tiempo, que tolera la frustración y sigue adelante.
A veces los resultados no son los esperados, a veces la energía baja, pero no hay que perder la motivación. Nunca perder de vista el norte.
Todos tenemos la capacidad de involucrarnos y ayudar. Todos podemos ser voluntarios. Pero es un camino íntimo de cada uno y hay que estar dispuesto a transitarlo.
¿Qué tan importante es que se sumen a las diferentes causas las grandes empresas? ¿Cómo fue la experiencia de Fundación Si con Santander? ¿En qué aportó?
Todos los proyectos son posibles gracias al tiempo que dona cada uno de los voluntarios y al aporte de donantes y empresas. Así que cada empresa que se suma a acompañarnos es una gran alegría y también una gran responsabilidad. La mejor forma que tenemos de agradecer a cada empresa y a cada persona que confía y nos acompaña, es trabajando para que cada vez más logremos un mayor y mejor impacto.
¿Cuáles son los próximos anhelos de la Fundación?
Lo más próximo es la apertura de la residencia de Formosa. La casa número veintidós. Hace mucho tiempo que queríamos que se pudiera dar en Formosa y estamos muy contentos de que esta gran oportunidad pueda llegar.
¿Y tú mayor aspiración?
Que podamos los seres humanos escucharnos y entendernos.
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