Pandemia: el músculo empresarial que desarrolló el sector de la Salud

Por Equipo Santander Post | 18-03-2022 | 6 min de lectura

Las vacunas en ‘tiempo récord’, las producciones a grandes escalas de los test y la llegada de la telemedicina para atender las demandas de los pacientes. Cómo respondió el sector a la llegada del Coronavirus en la Argentina, la región y el mundo.

El deseo de la población mundial es que 2022 sea definitivamente el año en el que el Coronavirus pase a la historia. Y es que la pandemia no solo significó un calvario y una catástrofe desde lo sanitario, sino que también representó un enorme desafío para las empresas, que de la noche a la mañana vieron cómo el mundo cambiaba por completo.

Miles de compañías debieron reinventarse y modificar hasta sus modelos de negocios para que el virus no se los lleve puestos. Incluso, hubo quienes se “abrazaron” a la innovación tecnológica y las herramientas digitales para seguir atendiendo las demandas de sus clientes y no interrumpir su servicio.

Sin dudas, la pandemia ejercitó el músculo empresario y provocó cambios que, aún, no somos conscientes de ver. Sobre todo, en las compañías vinculadas al mundo de la Salud, quienes desde el inicio tuvieron que asumir el rol que les tocaba y estar a la altura de las circunstancias.

Vacunas

Se sabía desde un primer momento que hasta no haber vacunas la pandemia se seguiría expandiendo y afectando a más personas. La cuarentena era una opción para enlentecer los contagios y “achatar” la famosa curva, pero no podía ser la única. Por eso, la Salud puso el foco allí. Al respecto, en diálogo con POST, Carlos Kambourian, quien fue director del Hospital Garrahan, dice que “la pandemia demostró que tanto las urgencias en Salud, pero aún más los intereses económicos, han permitido acortar tiempos en desarrollo de vacunas y medicamentos”. Sin embargo, el pediatra se plantea qué hubiera ocurrido si el Covid solo generaba enfermedades leves o moderadas.

Para el neurólogo Conrado Estol, la producción de las vacunas en ‘tiempo récord’ no fue algo rimbombante. Explica que, si bien hace décadas las vacunas podían llevar 30 años en desarrollarse, con el tiempo los períodos de demora se fueron acortando considerablemente. Argumenta que no fue “tan llamativo que se fabricaran en un año”. A su vez, señala que, a diferencia de lo que muchos creen, las vacunas no fueron desarrolladas por los “grandes laboratorios” sino por “pequeños grupos” con un fuerte compromiso con la ciencia. 

Y da dos ejemplos: la vacuna de Pfizer, que según su mirada es una de las mejores del mercado junto a la de Moderna, la desarrolló el laboratorio alemán BioNtech, “de un matrimonio de ascendencia turca, que hasta ese entonces trabajaba con ARN para Cáncer”. Respecto a Moderna describe que se trata de un pequeño laboratorio ubicado en Cambridge, Boston, que se “juntó con el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, para poder desarrollarla en conjunto”. 

Test de Covid

En cuanto a los test de Covid, dentro de la región Estol menciona el gran trabajo que hicieron Uruguay y Chile desarrollando su propio PCR para no depender de los insumos que había que comprar afuera; y luego descentralizándolo. 

En cuanto al ritmo de testeo, apunta que para haber alcanzado el mismo porcentaje que Uruguay Argentina debería haber testeado a 700 mil personas diarias, una cifra muy lejana a lo que ocurrió realmente. A dos años de la pandemia, Estol aún no puede entender “cómo en la Argentina nunca se logró  desarrollar una escala de testeo como la que correspondía. Porque no testear significó muertes”. 

En consonancia con esto, Kambourian señala que “hubo países con ministros y autoridades confiables para la población y las empresas”, que al final de cuenta lo que hicieron fue facilitar el camino para contar con el material y los insumos necesarios en la pandemia. 

Telemedicina

Kambourian expone en conversación con POST que la telemedicina (o medicina a distancia) había sido postergada durante años. “Como presidente del Garrahan instalé puntos de telemedicina en todas las provincias de nuestro país y de países del exterior. En ese momento, hubo que lidiar con la medicina tradicional que muchas veces no aceptaba este avance tecnológico. Y también luchar con la legislación, que aún no contempla este tipo de prácticas tan valiosas”, dice.

Afirma que la pandemia vino a poner “blanco sobre negro” y demostrar aquello con lo que tanto tuvieron que pelear. Asegura que la medicina a distancia “es un avance sumamente importante para países y personas que no cuentan con infraestructura sanitaria adecuada y, además, brinda accesibilidad al sistema de salud”. Y advierte que hay que “avanzar más y llegar al punto en el cual podamos hacer consultas en cada esquina de cada barrio”.

En una misma línea, Estol recuerda que las obras sociales y prepagas debieron adaptarse, generando un fuerte aumento de la virtualidad. “Si bien ya existía, con la pandemia se potenció muchísimo y resultó ser muy efectivo”, opina.  Afirma que la telemedicina seguramente “ha venido para quedarse porque ahorra muchísimo dinero al sistema en visitas que a veces son innecesarias”. Y permite que “se identifique en forma virtual quién necesita ver un médico de forma personal y urgente, y quién no”.

Desafíos

Kambourian señala que tanto la medicina privada como la pública desatendieron gran parte de la salud preventiva y no preventiva de la población. Sostiene que enfermedades crónicas aumentaron sus complicaciones producto de esto y que el gasto en salud crecerá enormemente en los próximos años dada la gran demanda de complicaciones que podrían surgir de dicha postergación en los controles de salud y tratamientos. “El desafío está en resolver esta problemática de acá en adelante, con estrategias de accesibilidad y búsqueda activa de enfermedades crónicas en la población”.

Asimismo, celebra el vínculo que se gestó entre los empresarios y la ciencia durante la pandemia, que según sus propias palabras “casi no existía”. El experto en Salud entiende que de acá en adelante se deberá trabajar “a la par, ya que ésta no será la última pandemia que vamos a vivir”.

A su vez, Estol apunta que más allá de los barbijos del CONICET, Argentina es uno de los países que invierte menos del 1% de su PBI en ciencia e investigación, lo que deja a la vista que el país necesita darle un mayor protagonismo de cara al futuro.

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