Las marcas creen que es posible romper con la producción lineal de tomar, fabricar, consumir y desechar. Cuáles son los beneficios de reutilizar y que los productos sigan en el mercado en forma renovada.
“Nada se pierde, todo se transforma”, canta el uruguayo Jorge Drexler, y su frase bien puede trasladarse a la vida de los residuos domésticos e industriales. A través de la denominada economía circular, hoy se busca reutilizar los desechos como materia prima y realizar otros productos, además de reducir el impacto ambiental.
Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, solo en Argentina se genera un promedio de 45.000 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos que impactan en el ambiente por los rellenos sanitarios donde se los deposita.
Este número puede ser menor si se separa correctamente los residuos. Mery Aguilar de Eco House, miembro de Alianza x el Clima, explica que más del 40% de los residuos domésticos son reciclables y reinsertados en el sistema productivo. Y así, por ejemplo, el PET (Polietileno Tereftalato) de una botella puede ser luego una alfombra o un mueble.
Pensar esta forma de producción y consumo modifica otras concepciones. Al respecto, Julián D’Angelo, Director del Centro de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social de la Universidad Nacional de Buenos Aires (FCE-UBA), explica a POST que la implementación de este modelo “rompe con el modelo lineal de producción, ´tomar-fabricar-consumir-desechar´ (desde la extracción de la materia prima hasta la disposición final de los residuos), y muta hacia procesos productivos que imiten los ciclos de la naturaleza, donde todo se reutiliza”.
Esta comparación con la naturaleza es referida por Adriana Zacarías, coordinadora regional de Eficiencia de Recursos para América Latina y el Caribe de ONU Medio Ambiente en un artículo en Noticias ONU, en el que afirma que en la naturaleza “no existe el concepto de desperdicio. Todo lo que se genera es un insumo o alimento para otro organismo. Todo es un flujo cerrado en lo que todo fluye” reflexiona.
En este proceso de “circulación” donde se busca disminuir el consumo de materia prima, de residuos y de fuentes no renovables, se aplica la regla de las tres R: Reducir, reciclar y reutilizar. “Son una respuesta frente a la crisis ecológica y ambiental que atraviesa nuestro planeta”, dice a POST Joaquín Berger, Coordinador del departamento de Educación para la Sostenibilidad de Eco House Global. En esta línea, explica que estas 3 R tienen un orden:
- Reducir: Trabaja bajo el lema ´el mejor residuo es el que no se genera´. Entonces, es intentar reducir nuestra generación de residuos. Usar la misma botella y cargarla con agua, llevar mi bolsa de tela, disminuir el consumo de agua en la ducha.
- Reutilizar: Implica dar una segunda vida a los residuos que no pude reducir. “De las cubiertas de un auto puedo hacer canteros, o de un sachet una billetera. Hay cosas más complejas como una empresa que con la bolsa de comida para perros y gatos hace mochilas”, ejemplifica.
- Reciclar: Es la tercera R porque reciclar lleva gastos energéticos y contaminación. “No es gratis”, afirma el coordinador de Eco House y agrega: “El reciclaje tiene un impacto social positivo. Si yo hago una correcta separación de los residuos que no puede reducir y reutilizar, estoy haciendo un bien al planeta y le estoy dando trabajo a los recolectores urbanos”.
Tiempo de cambio y oportunidades
Si bien el cambio es gradual y, como reconoce D´Angelo, no existe hoy en día una tecnología que permita avanzar hacia un modelo productivo 100% circular, las empresas son más conscientes de la necesidad de implementar serios cambios en la totalidad de sus ciclos productivos. “Desde el uso de recursos no renovables (minerales, derivados del petróleo, energía de fuente fósil) hasta la disposición y tratamiento de sus residuos”, completa el experto.
Por otro lado, el experto de la UBA también destaca las oportunidades de negocios que genera la economía circular. “Hay toda una nueva tendencia desde un microemprendedor, que nace con un propósito socioambiental asociado a su fin de lucro, hasta una gran compañía que se reconvierte e implementa cambios importantes en el sentido de la circularidad”.
Entre algunos casos en los que se trabaja en la búsqueda de reducir el costo de la materia prima y el impacto ambiental, D´Angelo destaca a la Red Argentina del Pacto Global de Naciones Unidas, que ha priorizado a la Economía Circular en su agenda de trabajo. “En un certamen realizado en los últimos meses y ha reconocido una veintena de buenas prácticas en materia de circularidad, por parte de empresas argentinas en diversos rubros productivos o de servicios”, dice.
La reducción del plástico en los productos de un solo uso es cada vez más habitual. Así a la prohibición de la entrega de bolsas plásticas en los comercios en la Ciudad de Buenos Aires y varios distritos del país, se le sumó una importante cadena de supermercados, que ya no ofrece cotillón de plástico descartable en sus sucursales.
Lo cierto es que, en los últimos 50 años, el reciclaje en el mundo ha pasado de 15 millones a 311 millones de toneladas de plástico reintroducido al sistema. “En este sentido, numerosas compañías han establecido ambiciosos objetivos para 2030, para poner fin a los desperdicios plásticos y reinsertarlos en el ciclo productivo”, específica.
Así, importantes empresas multinacionales en el rubro tecnológico, alimenticio, limpieza o de tocador publicaron su intención de acabar con los residuos y devolverlos al mercado. Entre los casos, el experto menciona a una de las principales empresa de tecnología del mundo que estableció metas para que sus productos utilicen exclusivamente materia prima renovable o reciclada y una reconocida automotriz de origen italiano, que recicla en sus plantas el 90% de sus materiales de rechazo derivados de la producción de automóviles, chapas, paneles, volantes y plásticos.
En este rubro, Luis Barros, licenciado en Organización Industrial y profesor de la Universidad de Flores (UFLO) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) destaca a POST que otra multinacional de origen japonés, junto a autopartistas y concesionarias, se ahorra US$ 5 por vehículo por reutilizar o reciclar los residuos que deja la industria. “Es brillante. Es un claro ejemplo de que bien pensado, organizado e implementado y adaptado a cada empresa un sistema de economía circular puede dar beneficios impensados”, reconoce.
“Quizá entre los mayores inconvenientes, en este tipo de economía, está el pensamiento o las creencias de las personas”, dice Barros y agrega: “Es entender que este proceso se puede y se debería implementar en cualquier tipo de organización con mayor o menor impacto. Es cambiar el paradigma de que puede ser caro o inútil”.
Zacarías, de la ONU, destaca que la solución a la economía circular y al planeta es reducir el uso y la extracción de los recursos naturales lo que conlleva, inevitablemente, a la reducción de residuos.
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