Por qué Zero Trust es un modelo útil para pensar el riesgo organizacional

Por Equipo Santander Post | 30-12-2025 | 7 min de lectura

El principio de “nunca confiar, siempre verificar” se consolidó en tecnología, pero hoy también se aplica en cómo las organizaciones gestionan accesos, decisiones y resiliencia. Qué se puede aprender del modelo Zero Trust fuera del área IT.  

Durante años, el concepto de Zero Trust estuvo asociado casi exclusivamente al mundo de la ciberseguridad. Este surgió como una respuesta a un problema técnico concreto: la desaparición de los perímetros tradicionales y la imposibilidad de seguir confiando en que todo lo que estaba dentro de la red era seguro. Con el tiempo, este enfoque se consolidó en el ámbito IT como un nuevo estándar para proteger identidades y accesos. 

Sin embargo, limitar esta metodología al plano tecnológico es quedarse corto. Hoy, el principio de “nunca confiar, siempre verificar” empieza a ganar terreno como una práctica más amplia para pensar el riesgo organizacional y la resiliencia de las empresas en entornos que se vuelven cada vez más imprevisibles. 

En ese marco, los principios de verificación continua y validación contextual, propios de Zero Trust, aparecen como una base para mejorar procesos internos y esquemas de decisión que no dependan de la confianza implícita, sino de información y contexto en tiempo real. 

Zero Trust: de un modelo técnico a una forma de pensar la organización

En su origen, Zero Trust cuestionó una lógica profundamente instalada: la confianza implícita. En lugar de asumir que un usuario o un sistema es confiable por pertenecer a la empresa, propone verificar cada acceso y cada acción en función del contexto. Esa misma lógica puede trasladarse al funcionamiento organizacional. 

Para los equipos de liderazgo, adoptar esta lógica implica revisar cómo se delega, cómo se supervisa y cómo se toman decisiones en contextos de presión. Este enfoque, llevado al plano del management, busca complementar el criterio humano con marcos claros que reduzcan la dependencia de la intuición o de relaciones informales.  

En las empresas, donde las decisiones críticas suelen concentrarse en pocas personas, este enfoque ayuda a distribuir responsabilidades con mayor trazabilidad y a construir una gestión más previsible

Claudio Mayer, especialista en Zero Trust y ciberseguridad empresarial, sostuvo en diálogo con POST que este cambio es cultural. “Aplicar el principio de ‘nunca confiar, siempre verificar’ significa pasar de la confianza implícita al control inteligente”, explicó. En compañías donde los límites entre áreas y responsabilidades pueden ser difusos, este enfoque permite reducir riesgos que no siempre son visibles a simple vista

Pensado fuera del sector IT, esta metodología invita a revisar cómo se validan decisiones importantes y cómo se gestionan excepciones.  

Verificar no es frenar: el mito que hay que romper

Uno de los principales temores al trasladar esta lógica al ámbito organizacional es la idea de que verificar más implica avanzar menos. Controles excesivos, burocracia interna y pérdida de agilidad suelen aparecer como las principales objeciones. Sin embargo, este enfoque propone exactamente lo contrario. 

“Limitar privilegios y verificar cada acción no tiene por qué traducirse en burocracia digital”, comentó Mayer. Cuando una empresa cuenta con información contextual suficiente, es posible autorizar de manera dinámica sin frenar el flujo de trabajo. 

Este principio resulta fundamental para áreas como: 

  • Finanzas. 
  • Compras. 
  • Acceso a información sensible. 
  • Gestión de proveedores.  

En lugar de controles manuales y aprobaciones en cascada, la verificación se vuelve automática y coherente con el contexto.  

Un ejemplo frecuente aparece en los procesos de compras. En muchas compañías, una operación fuera de lo habitual activa múltiples aprobaciones manuales que demoran días. Bajo una lógica de Zero Trust aplicada al management, ese mismo proceso puede evaluarse en función del contexto: 

  • Monto. 
  • Proveedor. 
  • Historial del área. 
  • Urgencia.  

Si las variables encajan dentro de parámetros definidos, la decisión avanza sin fricción; si no, se activa una validación adicional. El control deja de ser rígido y pasa a ser inteligente. 

Zero Trust como aliado de la productividad

Lejos de ser una traba, la aplicación inteligente de Zero Trust puede mejorar el desempeño. Al eliminar pasos innecesarios y reemplazar verificaciones manuales por reglas claras y automatizadas, los equipos ganan foco y velocidad. 

“He visto empresas donde, al aplicar estas políticas de forma inteligente, la productividad aumentó y los incidentes se redujeron a la mitad”, señaló Mayer. Este aprendizaje es importante para compañías que crecieron rápido y arrastran procesos pensados para otra escala. 

En esos casos, la confianza implícita suele convertirse en un punto ciego. Personas con accesos que ya no necesitan, decisiones que se toman sin validaciones cruzadas o procesos críticos que dependen de pocos individuos. Zero Trust ayuda a ordenar ese crecimiento sin sumar capas innecesarias de control. 

Asumir que el riesgo existe, también a nivel organizacional

Uno de los aportes más potentes de esta metodología es el cambio de mentalidad frente al riesgo. En lugar de intentar eliminarlo por completo, propone gestionarlo de manera activa y consciente. 

En esa misma línea, el “Informe de Riesgos Globales 2025” del Foro Económico Mundial (WEF) subraya que los riesgos que enfrentan hoy las empresas no son lineales ni aislados, sino interconectados. Esto obliga a adoptar marcos de decisión más adaptativos que los modelos de control estático tradicionales. 

Zero Trust parte de una idea incómoda, pero liberadora: las brechas no se evitan, se gestionan”, afirmó el especialista en ciberseguridad empresarial. Esta lógica aplica tanto a incidentes de seguridad como a fallas, errores humanos o decisiones mal informadas. 

Desde esta perspectiva, lo importante no es negar la posibilidad de que algo salga mal, sino contar con mecanismos que permitan detectarlo a tiempo. Algunos aspectos como la visibilidad, el seguimiento y la capacidad de reacción rápida se vuelven elementos centrales de la resiliencia organizacional

Más visibilidad para mejores decisiones

Aplicado al plano organizacional, esta metodología pone el foco en la información como insumo para decidir. Entender quién accede a qué, quién aprueba qué y bajo qué condiciones permite identificar patrones que, de otro modo, pasarían desapercibidos. 

Se trata de observar en tiempo real cómo fluye la información y cómo se toman las decisiones. Este enfoque reduce la dependencia de controles y fortalece la gobernanza interna. 

Un relevamiento de PwC muestra que, aunque el riesgo es una de las principales preocupaciones de los líderes empresariales, pocas empresas logran abordarlo de forma preventiva. Según su informe “Perspectivas sobre la confianza digital global”, la mayoría de las empresas todavía reacciona ante los problemas en lugar de anticiparlos. 

En este contexto, Zero Trust empieza a ganar valor como marco organizacional. No porque prometan eliminar fallas, sino porque obligan a repensar cómo: 

  • Se valida la información. 
  • Cómo se otorgan permisos.  
  • Cómo se toman decisiones bajo condiciones de incertidumbre. 

Por su parte, Mayer destacó el valor de las tecnologías que permiten unificar señales dispersas y convertirlas en decisiones automáticas. “El futuro de Zero Trust no es más control, sino más inteligencia en menos pasos”, resumió. 

Confianza adaptativa como ventaja competitiva

Las empresas que adoptan Zero Trust como metodología transversal construyen una forma más madura de confianza. Una que no es ciega ni estática, sino contextual y dinámica. 

Este tipo de confianza adaptativa permite integrar seguridad, experiencia y propósito en una misma estrategia. En mercados donde la trazabilidad y la resiliencia pesan cada vez más, este enfoque se transforma en un activo fundamental. 

Pensar Zero Trust más allá de la ciberseguridad es, en definitiva, repensar cómo las empresas se preparan para operar en contextos de incertidumbre. Nunca confiar de manera automática, pero sí construir sistemas que permitan confiar con mayor conciencia del riesgo. 

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