Qué es el Protocolo de Kioto y por qué es vital para el futuro del planeta

Por Equipo Santander Post | 03-08-2022 | 6 min de lectura

Aún a la espera de una nueva implementación, el Protocolo de Kioto tuvo sus efectos positivos en su primera etapa. La segunda todavía no llegó, pero está claro que el planeta lo necesita. Camino a rendir cuentas por los Objetivos del Desarrollo Sostenible, se vuelve fundamental para lograr avances.

La preocupación sobre el cambio climático fue el eje de la cumbre de Tierra, en Estocolmo en 1972, que se considera como el primer momento en el que los países plantearon temáticas como la contaminación transfronteriza o la degradación ambiental. Siete años más tarde se llevó adelante la Conferencia Global del Clima en Ginebra, donde se asumió, por primera vez, al cambio climático como un problema que requería un plan de acción global.

El 11 de diciembre de 1997 se aprobó el Protocolo Kyoto, aunque recién entró en vigor en febrero de 2005. Hoy, más de 15 años después, ya cuenta con más de 192 partes que tienen como objetivo establecer metas vinculantes de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para los países industrializados, reconociendo que son los principales responsables de los elevados niveles de emisiones que hay actualmente en la atmósfera.

Estas iniciativas promueve múlples beneficios que incluyo va más allá de la reducción de estos gases. “El empleo de tecnologías más limpias en el sector industrial provoca no sólo una reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero, sino también de otros tipos de contaminantes no necesariamente ligados con el cambio climático”, detalla a POST Patricia Malnati, presidenta de Jomsalva S.A. y Directora Comité de Sustentabilidad de la Sociedad Latinoamericana de Tecnología del Caucho, y añade: “El uso de residuos para reemplazar a los combustibles fósiles en los procesos industriales, una fuerte política de reciclado, la modificación de los procesos industriales y el aumento de la eficiencia energética pueden generar una disminución de las emisiones”.

Para poder reducir los gases de efecto invernadero, el protocolo ofrece tres mecanismos de mercado:

  1. Comercio Internacional de Emisiones: Figura en el artículo 17 y permite a los países que tienen unidades de emisión de sobra (emisiones permitidas, pero no “utilizadas”), vender este exceso de capacidad a países que están por encima de sus objetivos. Así, se creó una nueva mercancía. El carbono ahora se rastrea y comercializa como cualquier otro producto y se identifica como “mercado de carbono”.
  2. Mecanismo de Desarrollo Limpio: Figura en el artículo 12 y permite que un país con un compromiso de reducción o limitación de emisiones bajo el Protocolo de Kioto implemente un proyecto de reducción de emisiones en países en desarrollo.
  3. Aplicación Conjunta: Definido en el artículo 6, explica una colaboración flexible entre países; el país anfitrión obtiene beneficios de la inversión extranjera y la tecnología, y el país inversor obtiene unidades de reducción de emisiones que le ayudan a alcanzar el objetivo.

La entrada en vigor del Protocolo significó la primera etapa del mismo, donde 30 países industrializados estaban legalmente obligados a reducir sus emisiones de seis gases de efecto invernadero en un 5,2% de media en el periodo 2008-2012, respecto al nivel de 1990. La Unión Europea en conjunto tenía que reducir un 8%; Japón un 7% y Estados Unidos estaba obligado con un 6%. 

En esta primera etapa, nueve países incumplieron su compromiso; aunque también es importante aclarar que, entre los países firmantes, no figuraban Estados Unidos y Canadá, dos países claves en términos de emisiones y que, de haber formado parte, tampoco hubiera cumplido con el protocolo.

La segunda etapa dio comienzo en 2013 con la enmienda de Doha y con el objetivo de llevarse adelante hasta el 2022. Sin embargo, como se necesitan un total de 144 instrumentos de aceptación para la entrada en vigor de la enmienda, aún no entró en vigor.

La enmienda incluye:

  1. Nuevas responsabilidades para las Partes del Anexo I del Protocolo de Kyoto que acordaron asumir compromisos en un segundo período, del 1 de enero de 2013 al 31 de diciembre de 2020.
  2. Una lista revisada de los gases de efecto invernadero sobre los que deberán informar las Partes en el segundo período de compromiso, tomando como referencia 1990, otra vez y poniendo como objetivo la reducción de al menos un 18% de los mismos.
  3. Enmiendas a varios artículos del Protocolo de Kyoto que se referían específicamente a cuestiones relativas al primer período de compromiso y que debían actualizarse para el segundo período.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU),  el 2019 “fue el segundo año más caluroso de todos los tiempos y marcó el final de la década más calurosa (2010-2019) que se haya registrado jamás. Los niveles de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019”.

A pesar de aún no haber puesto en marcha la segunda etapa del protocolo, el Acuerdo de París, aprobado en 2015, reforzó la respuesta mundial ante la amenaza del cambio climático. Este acuerdo pretende reforzar la capacidad de los países para lidiar con los efectos del cambio climático mediante flujos financieros apropiados, un nuevo marco tecnológico y un marco de desarrollo de la capacidad mejorado.

Las Metas del Objetivo 13 de los ODS (Objetivos del Desarrollo Sostenible) llaman a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. “El ODS 13 pretende introducir el cambio climático como cuestión primordial en las políticas, estrategias y planes de países, empresas y sociedad civil, mejorando la respuesta”, explica Malnati. 

Por otro lado, se refiere al aporte de las empresas para contribuir a cumplir con el ODS 13: “Las compañías pueden ayudar compensando sus emisiones de CO2 a través de proyectos de reforestación, llevando a cabo un análisis de riesgos y oportunidades del cambio climático en toda la cadena de valor o Midiendo la huella de carbono en todas las actividades de la empresa y extendiéndola a su cadena de suministro para establecer objetivos públicos de reducción de emisiones a corto y largo plazo, por ejemplo”.

En vistas de que cada año es una cuenta regresiva para que los países rindan cuenta ante los Objetivos del Desarrollo Sostenible, el Protocolo de Kioto es un elemento clave para presentar avances en la materia.

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