Ser sostenible al liderar implica mucho más que cumplir objetivos; es aprender a administrar la energía propia, a escuchar y a crear contextos donde las personas puedan dar lo mejor de sí.
Hoy se habla mucho de sostenibilidad en términos ambientales o corporativos, pero el concepto también puede aplicarse a la forma en que se lideran personas. Sostener un equipo o proyecto implica, además de cumplir metas, hacerlo sin desgastar a las personas ni al propio líder.
El foco está en la energía emocional y la capacidad de sostener resultados sin perder bienestar, motivación ni equilibrio interno, según le comentó Ine Francisconi, coach y capacitadora en liderazgo y comunicación, a POST. Es decir, la sostenibilidad en el liderazgo es la habilidad de transformar entornos de estrés en espacios creativos y expansivos donde las personas puedan dar lo mejor de sí.
Ser sostenible también se juega en la cultura y el Compliance
Ambas perspectivas coinciden en que sostener resultados implica alinear bienestar, ética y coherencia, tanto a nivel individual como institucional. Un liderazgo sostenible necesita de autogestión emocional, pero también estructuras y políticas que se traduzcan los valores en acciones concretas.
“Si lo llevamos al ámbito empresarial, se debe asociar la agenda de Compliance, desde la prevención de la corrupción, con la sostenibilidad”, planteó María Bladimirsquy, abogada con más de 10 años de experiencia en Compliance, Anticorrupción y Derechos Humanos, CEO y cofundadora de OLIMPIA Consultora, en diálogo con POST.
“Un Programa Anticorrupción o de Integridad puede simplemente desarrollarse para prevenir eventos de corrupción, o puede ser una auténtica herramienta de transformación cultural y de generación de buenas prácticas”, agregó.
La autogestión es la clave de un liderazgo que dura
Para Francisconi, un liderazgo sostenible comienza en la autogestión. Un líder no puede guiar ni cuidar a su equipo si primero no aprende a gestionar su propia energía.
Algunas prácticas incluyen:
- Comenzar el día con propósito y foco: definir prioridades y reconocer qué depende de uno mismo y qué se puede delegar.
- Pausas de recuperación: ejercicios breves de respiración o estiramientos entre tareas para prevenir el agotamiento mental.
- Delegar con confianza: compartir responsabilidades y dar autonomía responsable al equipo.
- Distribuir inteligentemente la energía: saber cuándo acelerar y cuándo pausar.
- Cerrar el día con reflexión y gratitud: reconocer logros y aprendizajes para liberar tensión acumulada.
Un líder sostenible se basa en la autenticidad y la coherencia interna. Si el líder se desgasta, el equipo inevitablemente lo refleja. “No se trata de hacer más, sino de hacer mejor, con equilibrio, autoconciencia y gestión emocional inteligente”, indicó la coach y capacitadora en liderazgo y comunicación
Esta gestión de la energía y la coherencia personal también tiene su reflejo en las empresas. Sus valores y políticas deben acompañar al liderazgo para que las prácticas sostenibles se mantengan más allá del individuo.
Desde el plano institucional, Bladimirsquy ejemplificó esta visión: “Si una organización afirma que la igualdad y la no discriminación es uno de sus valores identitarios, debe ser acompañado de capacitaciones periódicas al personal, incluyendo integrantes del Directorio, su cadena de suministro y otras partes interesadas, sobre lo que ello implica en la práctica”.
El puente entre valores y acciones: cultura y comunicación
La sostenibilidad también se juega en lo cotidiano. Por ejemplo, en cómo se gestionan las cargas de trabajo o cómo se comunican las prioridades. Un equipo sostenible es aquel que aprende a conversarlos con respeto y empatía.
Francisconi sugirió algunas prácticas simples para abordar la sostenibilidad en el liderazgo:
- Comunicar prioridades con claridad.
- Escuchar activamente para prevenir sobrecarga y estrés.
- Mantener reuniones breves.
- Tomar decisiones compartidas que fortalezcan el compromiso.
- Hablar con transparencia para evitar la acumulación de tensión.
Por otro lado, Bladimirsquy, desde el enfoque de Compliance, sostuvo que la cultura sostenible se construye participativamente a través de la creación de políticas o códigos de manera colaborativa. “Pensar los valores de la empresa y capacitar al personal para que los conozca y los haga propios se nota en la práctica y en la cultura de la organización”, explicó.
En la práctica, la sostenibilidad interna se mide por cómo se comunican y viven los valores en el equipo.
La encuesta “El valor estratégico de la sostenibilidad” de McKinsey coincide con este punto. Los equipos se desgastan más por falta de claridad y comunicación poco empática que por la carga de trabajo en sí. Los resultados se sostienen mejor en las empresas con prácticas claras de comunicación.
Bienestar y desarrollo humano como base de la sostenibilidad
El bienestar es la condición para que el talento florezca y se logre el alto rendimiento. Un liderazgo sostenible reconoce que las personas son fuentes de energía creativa que hay que cuidar e inspirar.
Estas son algunas prácticas que marcan la diferencia, según Francisconi:
- Feedback apreciativo: reconocer fortalezas y áreas de mejora sin generar miedo ni culpa.
- Espacios de desarrollo: reflexiones, mentorías y aprendizaje de los errores como fuente de crecimiento.
- Conversaciones de propósito: conectar emocionalmente al recordar el sentido del trabajo.
- Cultivar la empatía: preguntar genuinamente cómo se siente el equipo y ofrecer apoyo.
- Cultura del permiso: aceptar que no siempre se puede con todo y que pedir ayuda es productivo.
Cuando estos hábitos se instalan, los resultados se sostienen sin perder humanidad. Datos de McKinsey explican que las empresas líderes en sostenibilidad priorizan el compromiso de los empleados y prácticas de bienestar.
Por su parte, Bladimirsquy aportó que la responsabilidad institucional en la protección de las personas: “Así como en Compliance existe un canal de denuncias para reportar irregularidades, también deberían existir mecanismos accesibles y seguros para comunicar vulneraciones a derechos humanos o ambientales”. Además, señaló: “Eso es sostenibilidad aplicada: prevenir, atender y remediar”.
Ética y propósito en el liderazgo sostenible
La encuesta de McKinsey demuestra que la sostenibilidad también es un tema estratégico. El 43% de los ejecutivos afirma que sus empresas buscan alinear la sostenibilidad con su misión y valores, y los líderes en este campo se destacan por:
- Establecer objetivos ambiciosos, internos y externos.
- Tener estrategias claras y comunicación transparente.
- Promover la participación activa del liderazgo en todos los niveles.
- Integrar la sostenibilidad en procesos clave como la gestión del desempeño.
Si la autogestión es la base y la comunicación el puente, la coherencia ética del liderazgo es el motor que sostiene todo el sistema.
Francisconi lo plantea desde el bienestar, es decir, los líderes deben aprender a gestionar su energía y modelar hábitos saludables que inspiren al equipo. Mientras que, por otro lado, Bladimirsquy lo traduce al lenguaje de Compliance con una idea central: el “Tone from the Top” o compromiso de la alta dirección.
“Como en todas las cosas, cuando hablamos de liderazgo, implica hacer que las cosas sucedan”, comentó la abogada. También añadió: “Quienes ocupan puestos de liderazgo dan el ejemplo, que puede ser o no ético. Actuar de manera congruente con los valores de la organización es lo más importante”.
“Un código construido de manera colaborativa y cumplido por los líderes es, sin dudas, una de las mejores herramientas para sostener la ética y la coherencia”, cerró.
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