Qué significa este término, cuáles son sus conceptos clave y por qué puede ser beneficioso para una organización ponerlos en práctica.
Cada vez son más las compañías que buscan ser responsables, cuidadosas y respetuosas con el planeta. Y uno de los motivos principales por los cuales esto está ocurriendo, es porque actualmente existe una mayor ‘consciencia ecológica’ en todos los niveles de la sociedad.
Es algo que ya no solo exigen los propios equipos de una organización o una marca, sino también los consumidores, clientes e inversores externos, quienes muestran un cambio de conducta en este aspecto.
Por eso, la consultora Deloitte marca que aquellas organizaciones que cuenten con una estrategia de negocios con criterios ESG posiblemente sean las que terminen marcando la diferencia en el futuro inmediato. Y, a continuación, POST te cuenta por qué:
Significado de ESG
Por empezar, el origen de este concepto es el resultado de la evolución de lo que se conocía como Inversión Socialmente Responsable (ISR), y se remonta a los principios de la década del 2000. Desde la consultora norteamericana señalan que este nuevo término va “más allá”, ya que cuenta con un enfoque holístico de todos los procesos de una compañía.
Su término surge de las palabras en inglés Environment, Social and Governance; y tal como señala Ignacio Lorenzo, Head of Global Debt Financing de Santander, hace referencia a aquellos aspectos de una organización vinculados a los ámbitos Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo, y sus actividades.
“Estos criterios son tomados en cuenta a la hora de invertir en una organización y permiten evaluar su sostenibilidad”, explica Lorenzo, que añade que actualmente tomaron una gran relevancia y sirven de referencia para potenciar las inversiones responsables, “ya que no se considera únicamente la rentabilidad, sino también el impacto social y ambiental de estas”.
“La aplicación de estos criterios es una parte fundamental dentro del análisis de riesgo porque brindan un panorama integral a los inversores, permitiéndoles comparar y evaluar a través de datos concretos las empresas en las que invierten, más allá del aspecto netamente financiero”, explica.
Para seguir los criterios ESG, las empresas necesitan desarrollar y planificar acciones y proyectos teniendo en cuenta el triple impacto (ambiental, social y de gobernanza). Si bien no es una tarea sencilla, ya que implica tiempo, recursos y dinero, con el paso del tiempo estas cayeron en la cuenta de que invertir en ESG no solo es rentable, sino que también ofrece numerosos beneficios.
Un cambio de paradigma
Lorenzo señala que las prácticas relacionadas con la gestión del Gobierno Corporativo, como por ejemplo política de transparencia y anticorrupción, fueron históricamente los criterios requeridos por los fondos de inversión. Sin embargo, describe que, en los últimos años, traccionados por el desafío del cambio climático, los aspectos ambientales y sociales comenzaron a tomar un rol protagónico.
En esa línea, dice que cada vez son más los inversores que incluyen criterios ESG en sus análisis de inversión y excluyen específicamente de su cartera a aquellas compañías que no demuestren un compromiso claro con el desarrollo sustentable, o se involucren en actividades con un impacto negativo en alguna de las esferas ESG. En contraparte, añade que resultan beneficiadas “aquellas empresas que logran impactar positivamente en el ambiente y contribuyen a la construcción de una sociedad más justa”.
VanTrust Capital, dedicada a la asesoría y gestión integral de inversiones, afirma que acertar en la identificación, gestión y medición de los criterios ESG dentro de una empresa tiene ya repercusiones directas en su capacidad para recibir inversión, en su reputación y, por extensión, en la sostenibilidad del negocio.
Hoy se observan muchas compañías que se focalizan en asegurar que los diferentes directorios aborden efectivamente temas que van desde el cambio climático, la contaminación y el cuidado del agua; hasta las condiciones de trabajo, los derechos humanos, la diversidad de empleados y la desigualdad de género.
El desafío ESG
Pese al cambio de mentalidad que estamos atravesando y describimos, un reciente estudio de Accenture realizado a más de 640 líderes de 12 industrias a nivel mundial, arrojó datos preocupantes respecto a la medición, gestión y reportes del desempeño ESG en las compañías. Según el informe, solo el 26% de las organizaciones cuenta con la data necesaria para medir sus resultados hacia los objetivos de desempeño ambiental, social y de gobernanza (ESG).
Asimismo, la investigación marca que los datos de sostenibilidad aún no son considerados como esenciales en una organización, ya que solo el 31% de las compañías los integró (junto a la medición de los aspectos medioambientales y sociales) a sus sistemas de información operativa y de gestión.
Por último, el análisis marca que, si bien casi el 78% de las compañías hace esfuerzos por comprender el riesgo financiero de la sostenibilidad, solo el 47% definió métricas y las fuentes de datos clave para sus informes ESG.
Así Santander aplica los criterios ESG
Santander se comprometió -hace tiempo- a ser un actor protagonista en las finanzas verdes. Su foco está en apoyar a sus clientes en la transición hacia modelos de negocio más sostenibles.
En ese camino, la entidad desarrolló el Sistema de Clasificación de Finanzas Sostenibles (“SFCS”), una metodología que establece lineamientos para clasificar como finanzas sostenibles los productos y servicios financieros.
El SFCS se basa en directrices y principios sectoriales internacionalmente reconocidos, tales como los Principios de los Bonos Verdes y Sociales del ICMA, el Estándar de Bonos Climáticos y la Taxonomía de la Unión Europea.
Asimismo, Santander desarrolla y aplica una política de control de riesgos que incorpora una visión transversal sobre los clientes con foco puesto en los riesgos socioambientales. La marca tiene el compromiso de lograr cero emisiones netas de carbono en todo el Grupo para 2050. Esta meta se aplicará a todas las operaciones del Grupo, que desde 2020 ya tienen cero emisiones netas, y a todas las emisiones de los clientes, derivadas de los servicios de préstamo, asesoramiento o inversión.
Santander también es miembro fundador de la Net Zero Banking Alliance (NZBA), que ha sido promovida por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEPFI) como parte de la Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ), presidida por Mark Carney. El compromiso incluye fijar objetivos intermedios para 2030, o antes, para los sectores prioritarios de gran intensidad de GEI y de emisión de GEI.
Adicionalmente, en Argentina estableció este año el OKR ESG 2022, que tiene como objetivo principal ser el banco líder en finanzas sustentables en el país. En ese sentido, viene trabajando en numerosas iniciativas que buscan sentar las bases para lograr la integración de los criterios sociales, medioambientales y de gobierno en su modelo de negocio.
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