Ciencia, tecnología y educación: qué se viene y a qué se debe enfrentar el mundo según Santiago Bilinkis

Por Equipo Santander Post | 14-01-2021 | 16 min de lectura

En entrevista con POST, el emprendedor y tecnólogo revela cómo la tecnología produce cambios en la dinámica de la vida. Cuál es el futuro de la educación, qué pasará con las profesiones actuales y consejos para combatir el exceso de las pantallas.

El arribo de las nuevas tecnologías es inminente y los cambios que producen afuera, aún más. Ciencia, educación, negocios, empresas, sea el ámbito que sea, las innovaciones tecnológicas producen variantes que influyen, incluso, en los estilos y dinámicas de la vida

En busca de indagar qué cambios producen específicamente en las distintas áreas, fomentadas por la pandemia del Coronavirus, POST entrevistó a Santiago Bilinkis, emprendedor, tecnólogo y escritor

Su pasión por la ciencia y tecnología lo convirtieron en un experto en dichas temáticas. En 2010, fue seleccionado para asistir a Singularity University en una sede de la NASA en Silicon Valley, donde tuvo la oportunidad de aprender de los más destacados científicos a nivel mundial. 

En conversación con POST, Bilinks toca diversos tópicos que invitan a la reflexión. Desde cómo afecta las innovaciones de la tecnología en las personas (y cómo defenderse de ellas) hasta el futuro de la educación, el trabajo y los jóvenes. 

A continuación, la entrevista: 

Te definís como ‘tecnólogo’ ¿Qué sería ser un tecnólogo hoy? ¿Cuál es su función?

En realidad, tecnólogo no existe como profesión. Yo me defino como emprendedor y tecnólogo y el eje de toda mi actividad es la tecnología. Pero la diferencia en las dos facetas de mi vida es que, en el emprendedor, ve la tecnología como una herramienta más oportunista, más de corto plazo para generar o buscar oportunidades para construir compañías. Mientras que la mirada del tecnólogo mira el mismo fenómeno, la tecnología, pero apunta a tener una mirada mucho más largoplacista, más profunda. Además de entender cómo el uso de las diferentes tecnologías está transformando nuestra vida. 

¿Y cómo la está transformando?

Ya sea, por ejemplo, la adictividad inducida por muchas de las plataformas que utilizamos que intentan captar nuestra atención. Ya sea el impacto sobre nuestra autoestima o las relaciones humanas de las redes sociales. Ya sea el impacto de la inteligencia artificial sobre el mundo del trabajo. Mi último libro, ‘Guía para sobrevivir al presente’, explora todo esto. Es la mirada del tecnólogo, no del emprendedor, que es como, todas estas tecnologías, están cambiando la dinámica de nuestra vida.

Mucho se la reconoce en el mundo, pero poco se la valora en el país ¿Qué rol ocupa la ciencia en Argentina en la actualidad? ¿Qué hace falta para que se la valore más en el país? 

La verdad que no soy muy experto en el sistema científico argentino. No sé si me siento capacitado para darte una buena opinión de este tema. Mi sensación, pero puedo equivocarme, es que en la Argentina tiene una extraordinaria tradición de ciencia básica, produce muy buen conocimiento académico, pero tiene muy mal transformación de ese conocimiento académico. Falta mucho para crear el puente de la academia al mundo real, a la aplicación concreta de esa ciencia, que es la tecnología. Entonces la teoría genera mucha ciencia y poca tecnología. 

Afirmas que en tu libro ‘Guía para sobrevivir al presente’ ofreces “ideas para utilizar los aparatos digitales para conectarnos y vivir experiencias compartidas, en vez de encerrarnos cada uno en nuestra propia pantalla”. ¿Qué significa vivir experiencias compartidas? ¿De qué manera se puede lograr eso, siendo la pantalla algo tan personal? 

En realidad, la pantalla no es solo el celular. Incluso el celular te permite vivir experiencias compartidas. El tema es que las apps que usamos están intencionalmente diseñadas para generar otra cosa, que es el ensimismamiento y la captura de tu atención. Esto no es caprichoso. El modelo de negocio detrás de las principales plataformas que usamos, es entregarnos el producto de manera gratuita a través de Facebook, Google, Youtube, Tiktok, Instagram y monetizarlo mediante publicidad. Cuando vos monetizas a través de publicidad, lo que necesitas, para maximizar su utilidad, es más tiempo de la gente utilizando tu app. Y eso es lo que los algoritmos han ido perfeccionando extraordinariamente bien en los últimos 10 años. Que es conocerte a través de tus datos personales de manera muy profunda y utilizar toda esa información personal para darte los estímulos que te hagan reaccionar de una cierta manera. Un algoritmo, es una extraordinaria máquina de predicción donde una vez que vos lo entrenaste, para conocer algo o alguien, puede predecir de manera muy efectiva la conducta de esa persona o de ese sistema. Nuestra defensa, que es lo que trato de plantear, no puede ser abdicar de la tecnología, es demasiado. La vida conectada es demasiado útil e importante para nosotros hoy. Pero tenemos que recuperar el control y esto implica entender los mecanismos de adictividad, desarrollar nuestras estrategias de defensa y también romper con el ensimismamiento. 

¿Y qué significaría lo de experiencias compartidas? 

Lo de las “experiencias compartidas” lo digo principalmente en lo que tiene que ver padres e hijos, donde la pantalla hoy es un medio de división. Incluso entre muchas parejas. Hay un montón de cosas que se pueden hacer juntos. Hoy está muy dividido. El mundo online es individual y el mundo offline es colectivo. La verdad es que no tiene por qué ser así. Obviamente hay experiencias individuales en el mundo offline, pero también tiene que haber experiencias colectivas en el mundo online, y de a poco debemos irlas construyendo. 

Por otro lado, en el mismo analizas cómo las empresas que diseñan plataformas digitales y aplicaciones para el celular utilizan todo tipo de estrategias de manipulación para “conquistar nuestro tiempo y nuestra atención” ¿De qué maneras las personas pueden hacer conciencia esto? ¿Qué recomendaciones das para reducir el uso de las pantallas?

Una muy importante es desactivar notificaciones. El objetivo de las notificaciones no es notificarte, es interrumpirte. Es distraerse de cualquier cosa que estés haciendo, con la motivación de cada plataforma que envía la notificación de que dejes de hacer lo que estés haciendo y te vayas a mirar un video en Youtube o mirar un post en Facebook o una foto en Instagram. Cada uno te necesita en su plataforma. Entonces la notificación es una trampa. Porque es un estímulo excelentemente bien elegido de manera completamente personal, distinta para cada uno o una. Para que la compañía logre el objetivo que les conviene a ellos a expensas de tu capacidad de concentración, de tu control sobre tu tiempo. Entonces desactivar notificaciones es la primera.

La segunda es poner un límite de tiempo a cada aplicación. Hoy los sistemas operativos de los teléfonos más nuevos permiten hacer esto. Tener un máximo de tiempo de uso de cada aplicación que, cuando se cumple ese tiempo, la aplicación deja de andar. Esto es muy importante porque históricamente todo el contenido que consumíamos tenía principio y fin. Si tu programa favorito era los lunes de 9 a 10 de la noche, a esta hora termino y hasta el lunes que viene no había otro capítulo. Si comprabas una revista, leías las páginas y cuando se acababan hasta la semana que viene no había más páginas. Ahora siempre hay un video más en YouTube, siempre hay un capítulo más en Netflix, siempre hay un posteo más en Facebook o en Instagram. Entonces tenemos que recuperar el control, poniendo nosotros un límite a la cantidad de tiempo que destinamos a cada una. Es frustrante porque cuando se te acaba, como es algo adictivo, quieres seguir, pero bueno es una buena limitación.

En el fondo a mí me gusta mucho la metáfora de nuestra relación con la comida. Donde la mayoría nos gusta comer, lo dulce, pero sabemos que tenemos que estar permanentemente limitándose para no caer en los efectos negativos de la comida como el exceso de peso, el desbalance de nuestra glucosa o colesterol. En la tecnología pasa lo mismo y ojalá en algún tiempo tengamos una visión parecida. No se trata de dejar de comer, se trata de darte cierto gustito de vez en cuando, pero no podés vivir comiendo hamburguesas todos los días.

“Tiene que haber experiencias colectivas en el mundo online y debemos construirlas”

Sos socio fundador de Quasar Ventures, una generadora de empresas tecnológicas. ¿Qué tiene que tener y no tener una empresa tecnológica para ser exitosa hoy? 

Básicamente lo que tiene que tener es método. Lo que separa un emprendimiento que tenga una oportunidad de éxito de uno que no tiene la menor chance es seguir la metodología correcta. Hace poco di una conferencia donde conté cuál es ese método, pero básicamente tiene que ver con las metodologías ágiles, con el prototipado, con un montón de cosas que los emprendedores hacen en el mundo desarrollado y que, en América Latina, son bastante menos difundidas. La mayoría de los emprendimientos que se ven en América Latina, no tienen chance. Y no tienen chance no solo por los problemas del mercado o de problemas de la idea que igual existen en muchos de los casos, sino básicamente por esta cuestión metodológica.

¿Cómo crees que se preparan las organizaciones para el mundo que se viene?

No se están preparando mucho. Están todas en pánico, paralizadas, dándose cuenta que se viene una ola y que no tienen la cultura, no tienen los recursos ni la gente para surfear esa ola. Algunas, lo están haciendo mejor que otras. Por ejemplo, el cambio que viene teniendo Santander, el área de tecnología, es asombroso en lo que yo puedo observar en Argentina. Y es un muy buen ejemplo, como compañías, que tenían una cultura mucho más tradicional, están intentando aprovechar cómo atraer talento de las compañías más avanzadas digitalmente para digitalizar las compañías que venían de un mundo más tradicional. 

La llegada del coronavirus produjo un cambio drástico en la educación y el fomento de las clases virtuales ¿Cuál será la nueva educación ‘post pandemia’ y su futuro?

En las primeras semanas de marzo llegamos a iniciar el ciclo lectivo 2020 con “normalidad”, en plena presencialidad. Y ese arranque de ciclo lectivo 2020 fue exactamente igual que el ciclo lectivo 2010, del 2000, de 1990. Básicamente en los últimos 40 o 50 años o más, no había cambiado prácticamente nada de lo que ocurre dentro de un aula. Y el cambio que generó la pandemia, es el cambio más profundo que hayamos hecho en la historia de la educación. Obviamente uno no quiere hacerlo así de profundo forzado por las circunstancias, sin planificación, sin entrenamiento de los docentes, ni de los chicos, sin infraestructura lógica para muchos de los chicos y chicas e incluso para muchos de los docentes. No es que el futuro de la educación sea cada uno estudiando desde su casa. Pero lo interesante es que, en medio de un cambio tan improvisado y forzado, algunas de las cosas que pasaron son geniales. 

¿Cómo cuáles?

Todos hemos padecido como estudiantes la peor forma de evaluación que existe que es la prueba donde te preguntan datos fácticos, que se estudian de memoria la noche anterior al examen y se olvidan un minuto después de que terminó. Una de las cosas que rápidamente pasaron cuando empezaron las clases virtuales, es que la misma computadora o celular en la que los chicos tenían que responder el examen, tienen Google y Wikipedia y se podían copiar. Y eso es genial, porque los obligó a que, por primera vez en la historia, este año, tomamos más evaluaciones a libro abierto y elaboración de monografías individuales o grupales que pruebas a libro cerrado. Este cambio, es un cambio muy positivo. 

¿Y qué va a cambiar hacia adelante? 

La respuesta es no sé, va a depender de nosotros. Y mi miedo es que no cambie nada. Mi miedo es que cuando pase la pandemia y podamos volver a la plena presencialidad, volvamos al mismo ciclo lectivo 2020 como comenzó o al mismo ciclo lectivo de 1980. Entonces la peor tragedia de esta pandemia, más allá obviamente de pérdida de vidas y el impacto económico, sería que no aprendamos nada. Y eso va a depender de nosotros. Cuánto podemos pasar en limpio de lo que fue esta experiencia. Si, apenas se pueda volver y la pandemia quede completamente atrás, volver a la educación ‘normal’, ‘la vieja normalidad’, que la vamos a retomar, o querer que la “normalidad” empiece a ser otra cosa. 

¿Cómo ves esa ‘nueva normalidad’?

Que incluya mucha más tecnología, que rompa con la presencialidad plena. Cambiar el sentido de lo que ocurre dentro del aula como por ejemplo el hecho que los chicos estén pasivamente escuchando a un docente gran parte del tiempo. Para eso que miren un video. Que la escuela sea un lugar de interacción, debate, intercambio, de trabajo en equipo. Es lo que se conoce como “aula invertida” donde hoy en día escuchamos la clase en la escuela y hacemos las tareas en casa. Cuando uno ejercita en la práctica, es cuando aparecen las mayores dudas y el docente no está porque está en la escuela dando la teoría. Entonces, una de las cosas que podrían quedar como saldo de la pandemia es que estudiemos la teoría en casa, a través de videos o diferentes maneras de clase asincrónica y remota, y que ejercitemos en la escuela o intercambiemos, debatamos qué va a pasar. Yo creo que va a pasar muy poco porque soy pesimista. Ojalá me equivoque y quede un saldo muy importante post pandemia.

¿A qué se deben preparar los futuros jóvenes?

En principio a un mundo infinitamente más dinámico. En un mundo donde todo lo que aprendiste quede desactualizado muy rápido y la capacidad fundamental será la de aprender constantemente. Este mundo donde uno estudia durante 15 o 20 años al principio de la vida y después aplica por el resto de la vida lo que aprendió, es un mundo que no va a poder existir más. Y por eso, vamos a tener que rediseñar la manera en la que encaramos nuestra vida, incorporando espacios de aprendizaje de manera permanente y sistemática a todas las edades. Que no implica que los adultos volvamos a ir a la escuela. Hoy se puede aprender de las mejores fuentes del mundo online, desde cualquier lugar, en cualquier momento. Pero la mayoría de las personas no utilizan esas herramientas ni la incorporan, ni la actitud, ni la disponibilidad de seguir aprendiendo más allá de lo que aprenden cotidianamente en la práctica.

¿Y con respecto a las profesiones de hoy y del futuro? ¿Hay algunas en peligro de extinción? 

Que una profesión desaparezca no es un fenómeno nuevo. Ocurre hace mucho tiempo. Están llenos de profesiones que ya no existen más. Yo pongo un ejemplo simpático como el uso del ascensorista. Cuando éramos chicos, no era tan raro que al subir un ascensor, había una persona que manejaba el ascensor. La razón es que los ascensores hasta cierto momento no frenaban automáticamente en los pisos. Entonces hacía falta pericia de una persona que sabía frenar justo a nivel en cada piso, que no lo podía hacer el que viajaba en el ascensor. Cuando se inventó el freno automático, el ascensorista dejó de tener sentido. Esto está pasando constantemente en un montón de profesiones. Algunas van a desaparecer por completo. Como este caso. Pero la mayoría no van a desaparecer, van a cambiar. 

¿Podrías dar un ejemplo?

Uno puede ser los médicos. La inteligencia artificial puede ser mejor que un ser humano, por ejemplo, diagnosticando una enfermedad o prescribiendo un tratamiento. Pero no así van a desaparecer. Va a seguir haciendo falta un ser humano para conectar con el paciente, para transmitir ese diagnóstico, para ayudar al paciente a hacer lo correcto y seguir ese tratamiento. Pero claro, qué significa ser médico, va a cambiar. Porque hoy un buen médico, justamente, es el que sabe mucho, sabe diagnosticar bien y sabe cuál es el tratamiento que corresponde mejor a cada diagnóstico. Pero eso, en un futuro, lo va a ser la máquina. Por eso la cualidad más importante del médico va a ser la capacidad de conexión empática con el paciente, cosa que hoy muchos médicos, que consideramos muy bueno, no lo tienen. Porque hoy se valora otra cosa en los médicos. Y hay muchos médicos que saben un montón, pero son muy poco empáticos. Las cualidades de un buen médico van a cambiar profundamente en los próximos años. Y la familiaridad con las herramientas tecnológicas disponibles, también va a ser absolutamente clave. Un médico que se rehúse a usar inteligencia artificial u otras tecnologías como parte de su práctica, va a ser un médico que desaparece. Pero no porque la medicina o el rol de médico desaparezca sino porque esa persona no puede acompañar los cambios de época.  

¿Qué mensaje de concientización le darías a la sociedad con respecto al uso excesivo de las pantallas?

La tecnología es una herramienta crucial en nuestra vida de hoy y está diseñada por gente que prioriza sus propios intereses respecto de los nuestros. Y eso es una asimetría que tenemos que romper. No renunciando a la tecnología, no volviéndonos anti-tecnológicos o dando de baja las redes sociales, pero recuperando el control sobre nuestro tiempo y sobre nuestra atención. Y si tuviera que dar otro consejo, para los padres con hijos menores de 2 años, es que no tiene que usar ningún tipo de pantalla, salvo puntualmente alguna videoconferencia por pandemia.

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