El psicólogo y especialista en vínculos revela el arte de soltar a los hijos y las hijas. Qué aprendieron las familias en la pandemia y cómo pueden los padres y las madres ser firmes y suaves a la vez en su educación.
La pandemia significó un gran desafío para las familias. Padres y madres tuvieron que lidiar, en casa, con múltiples aristas y responsabilidades. El Home Office, la crianza y la educación remota de sus hijos e hijas, las tareas del hogar se unificaron en un mismo espacio y representó un gran desafío que, en muchos de los casos, resultó una complicación.
Bajo este contexto es que Alejandro Schujman, psicólogo y especialista en familia y adolescencia, en conversación con POST, cuenta la realidad de las familias en la actualidad y revela los aprendizajes de los partícipes. Además, comparte la clave de cómo poner límites de manera efectiva.
Schujman es autor de numerosos libros como “Generación NINI, jóvenes sin proyecto que NI estudian NI trabajan”; “Es NO porque YO lo digo, Padres rehenes de hijos tiranos”; y “Herramientas para padres”. A su vez, es columnista en el programa de radio ‘El Exprimidor’ y en distintos medios gráficos (Clarín, y otros).
Escribiste un libro llamado “El Arte de soltar a los hijos”. ¿Cómo es ese arte específicamente? ¿Qué deberían aprender los padres de este?
El arte de ser padres y de acompañar a nuestros hijos es darles herramientas para que puedan entrar al mundo adulto lo mejor parados posibles, desde la cuna hasta que vuelan solos. Yo digo que el camino saludable del crecimiento es el que va de la ‘endogamia’ (‘endo’ que significa adentro y ‘gamia’, familia) a la ‘exogamia’ (‘exo’. es decir, afuera). Los padres tenemos que ser como la torre de control de los aeropuertos, donde el avión despega y la torre de control no va atrás del avión, sino que se queda ahí. Es decir, cerca para cuidarlos y lejos para no asfixiarlos.
¿Qué diferencias hay entre los padres y madres de hace 20 años a los de la actualidad? ¿Cuáles son los cambios más significativos en el “ser padre” o “ser madre” de cada época?
Yo digo que los tiempos cambiaron, pero la esencia es la misma. Es verdad que está la tecnología mediando en los vínculos humanos, pero un chico angustiado necesita apoyo de los padres, un abrazo, una palabra que calme. Necesita que los padres mantengan la asimetría. No somos amigos de nuestros hijos. Somos padres, madres y no pares. Yo digo que a los padres se les ha caído la letra ‘D’. Que los padres no se confundan en esto. Los chicos hablan y dan señales todo el tiempo.
¿Qué aprendieron las familias con la pandemia?
En relación a la pandemia creo que lo que todos hemos aprendido es a diferenciar lo urgente, aparentemente, de lo verdaderamente importante. Muchas veces corremos detrás de falsas quimeras y creo que con la pandemia y con todo lo que hemos vivido y estamos viviendo, aprendimos a hacer ‘triage’ de las cosas importantes de la vida, que son aquellas pequeñas cosas que extrañamos como pueden ser los abrazos. Creo que ese fue el aprendizaje más grande.
¿Qué características tienen un “buen papá” y una “buena mamá”?
Un “buen padre” y una “buena madre” son aquellos que intentan ir dejando señales en el camino del crecer a sus hijos para que puedan entrar al mundo adulto con la mayor cantidad de herramientas posibles. Trabajando desde el amor, el disfrute y la confianza. Pero también, trabajando en equipo, ya que muchas veces el sufrimiento de los hijos se construye a partir de las fisuras en los padres.
Sos especialista en familias y orientación a padres y madres ¿Cuáles son los conflictos más comunes que se presentan hoy en ellos?
Los conflictos más comunes son los que tienen que ver con la puesta de límites. Esta generación de padres y madres amorosamente tibios, que les cuesta muchísimo limitar a los hijos porque no quieren que los chicos o las chicas sufran. Pero en la vida se sufre. Y si no les enseñamos esto, no les enseñamos a crecer. Y ahí, los discapacitamos. Esta es la cuestión más compleja. Naturalizar cuestiones que son inaturalizables como el consumo de alcohol, sustancias o el uso absolutamente indiscriminado de la tecnología, lo cual limita muchísimo la imaginación de los chicos.
¿Cómo se puede ser firme y amoroso a la vez para tener un equilibrio a la hora de educar a los hijos?
Yo digo que los límites son el equilibrio entre la firmeza y el afecto. En realidad, el límite no tiene que ver ni con el grito, ni con mucho menos el golpe, que es la impotencia del adulto. Lo que los hijos necesitan es un límite claro. El límite ordena, contiene, dice: “Esto no, pero todo esto otro sí”. Entonces ahí es donde los padres y las madres debemos entender que el límite es ese amor responsable.
¿Qué consejos le darías a las familias para gestionar el trabajo y criar al mismo tiempo en la casa?
Para el Home Office y la crianza en casa es clave poder marcar límites, establecer horarios y espacios diferenciados. No caer en las urgencias que los hijos plantean y bajar algunos niveles de exigencia para no no entrar en un ritmo altamente estresante acorde al momento que estamos viviendo.
En base a tu experiencia ¿Qué mensajes les dejas a las familias de la actualidad?
Los mensajes a la familia tienen que ver con, justamente, bajar los niveles de exigencia, priorizar lo realmente importante por sobre lo aparentemente urgente; entender que aquello que extrañamos tiene que ver con las pequeñas cosas. Que no discutamos ni perdamos demasiado tiempo por los boletines de los hijos y en las habitaciones, que lo importante pasa por otros lados.
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