Junto al hospital Garrahan, la joven cirujana de 32 años, María Sol de los Santos, creó un ‘Programa de Entrenamiento Virtual’ que fue premiado por la Asociación Estadounidense de Cirugía Torácica. Cuáles fueron las claves para combinar medicina, tecnología y educación en un proyecto ganador.
En plena pandemia, Argentina hizo historia. Y parte de ella la escribió el Garrahan de la mano de María Sol de los Santos, la joven cirujana de 32 años que, desde el 2015, trabaja para una de las instituciones médicas más importantes del país como instructora de residentes del servicio de cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco.
La egresada de la UBA fue una de las responsables de que el Garrahan consiguiera, por primera vez en su historia, ser premiado en un concurso internacional del que participaron organizaciones como Harvard y el Boston Children’s Hospital.
La competencia fue realizada en la Asociación Estadounidense de Cirugía Torácica y el hospital argentino participó mediante la presentación de un ‘Programa de Entrenamiento Virtual’ desarrollado por el servicio de Cirugía Cardiovascular y Trasplante Cardíaco.
En una entrevista exclusiva con POST, la médica contó de qué se trata el programa que desarrollaron y algunas de las sensaciones que dejó este reconocimiento a nivel internacional.
¿Cómo era María Sol de los Santos cuando pisó por primera vez la UBA para estudiar medicina y cómo se define hoy como cirujana en el Garrahan? ¿Qué diferencias ves entre una y otra?
Era una persona muy joven, llena de sueños, proyectos y muchísima intriga y expectativas por el camino que empezaba a recorrer. Hoy en día quizás las incertidumbres disminuyeron un poco con respecto a qué iba a ser en mi futuro, pero sigo siendo una persona con mucha iniciativa y ganas de desarrollarme, es una de las cualidades que no me gustaría perder con el paso del tiempo.
¿Cuál fue tu motivación para elegir una carrera tan ardua como es la medicina? ¿Qué hizo que te inclinaras por la cirugía?
Desde muy chica siempre decía que yo lo que quería hacer era ayudar, quizás no estaba en claro que fuera en el ámbito de la salud, pero siempre tuve una firme vocación de servicio. Con el correr de los años ya se fue definiendo la elección de la carrera y hoy, mirando para atrás, creo que no me equivoqué. Me siento muy afortunada de poder trabajar en algo que me apasiona.
¿Qué lecciones de vida te dio la práctica de tu especialidad? ¿Te gustaría compartir algún momento que te haya marcado?
Nosotros estamos en una especialidad que trata una situación muy delicada, que es la de atender a una familia que tiene un nene enfermo. Encima esa enfermedad está en el corazón, con todo lo que eso representa en el imaginario popular. Estar ligada a situaciones tan dolorosas me ha enseñado a acompañar a la gente sin perder la ternura e intentando siempre mantener un vínculo abierto, de honestidad pero, sobre todo, de mucha empatía, entendiendo cuál es mi función.
En el momento de operar la cabeza debe estar fría, pero nunca dejando de lado el valor de una palabra de consuelo en el momento oportuno. Son muchos los momentos que me han marcado a lo largo de estos años, pero siempre lo más hermoso que me toca vivir es la palabra de agradecimiento de un familiar cuando su hijo se va de alta y ver la sonrisa de un chico que vuelve a su hogar. Eso es impagable.
En sencillas palabras ¿De qué se trata el ‘Programa de Entrenamiento Virtual’?
El programa de entrenamiento virtual surgió como una alternativa de aprendizaje en tiempos de pandemia. Debido al Covid 19, el número de cirugías disminuyó drásticamente al principio de la pandemia y lo que más nos preocupaba era cómo se iban a formar los más chicos. Rápidamente, junto con el Dr. Garcia Delucis (jefe del servicio), el Dr. Cornelis y el Dr. Berra pusimos en marcha una serie de seminarios internacionales con profesionales de centros de referencia alrededor del mundo, el cual nos permite mantenernos actualizados en temas de la especialidad.
A su vez, iniciamos un programa de simulación en donde se reproducen cirugías cardíacas en corazón impresos en 3D y en corazones de cerdo. Esta modalidad vino para quedarse. Ya va un año y medio que venimos sosteniendo y la verdad que estamos orgullosos con lo que se ha generado y con el progreso de los más jóvenes.
¿Qué te incitó o movió a crearlo? ¿Qué tiene de especial el programa?
Lo que nos motivó fue sostener el nivel académico del hospital. El Garrahan es un hospital de excelencia en donde se valora mucho la formación del recurso humano, entonces era imprescindible sostener la formación de los jóvenes a pesar de la pandemia. Creo que es un método que surgió de la adversidad que estábamos viviendo pero que nos dio muchas herramientas y la posibilidad de mantener un ida y vuelta constante con centros muy importantes alrededor del mundo que nos enriquecen.
¿Te imaginabas obtener un reconocimiento internacional? ¿Por qué crees que ganaste la competencia?
¡No, la verdad que no lo esperaba! Si bien estábamos muy orgullosos y convencidos de la calidad del trabajo que veníamos desarrollando, era difícil imaginarnos compitiendo en un congreso internacional de cirugía torácica, uno de los más grandes del mundo, y que ganáramos un premio. Creo que lo especial de este programa es que es una fuerte apuesta educativa dedicada a los jóvenes, que es la forma en la que creemos para que las cosas vayan para adelante y mantener un crecimiento continuo de nuestro servicio.
¿Cuáles fueron las claves para desarrollar el proyecto ganador?
Este proyecto implica mucho trabajo de hormiga porque no es solo el desarrollo de las actividades en sí. Es contactarse con centros de referencia, planificar actividades, poner una fecha para la actividad; implica mucha planificación. Lo mismo ocurre con el curso de simulación: preparamos clases teóricas, después vamos al laboratorio de simulación y desarrollamos la parte práctica para la cual tenemos que tener listas las maquetas. Es mucho el tiempo de organización que lleva. Eso, con el correr del tiempo, hizo que todo el circuito se vaya aceitando, y creo que al momento de la presentación en el congreso internacional se notó y supo ser valorado.
¿Cuál es tu visión sobre la educación de la medicina en Argentina? ¿Qué debería incluir para ser más efectiva hoy?
Yo tuve el honor y el privilegio de formarme en la Universidad de Buenos Aires. Creo que la educación en esta institución es excelente y me llena de orgullo haber pasado por esa casa de estudios. Creo que lo que debemos fortalecer es la utilización de la tecnología, que es justamente lo que estamos explotando en nuestro programa de entrenamiento virtual.
¿Cuáles fueron los mayores desafíos que se presentaron en la enseñanza médica durante la pandemia? Sobre todo para los residentes…
Lo más difícil fue la falta de práctica manual por la disminución de las cirugías en un primer momento, y el bajón anímico que eso representó, sobre todo en los recién ingresados. Es por eso que rápidamente empezamos con este proyecto y eso sirvió para levantar el ánimo y dar ganas a los más chicos de seguir adelante con este camino que recién empiezan a transitar.
¿Cuáles crees que son las claves para hacer que más estudiantes de medicina se comprometan en la educación de su profesión?
Creo que uno, para pedir, tiene que estar dispuesto a dar. Cuando uno asume un rol docente tiene que estar dando posibilidades de aprendizaje continuas. Después somos todos adultos y hay quienes eligen tomar esas posibilidades y quienes no. Pero uno tiene que ofrecer alternativas e intentar crear disparadores. Y creo que eso genera una cadena a futuro porque, si alguien se forma en un ambiente agradable, en donde se le brindan posibilidades de crecer, hace que el día de mañana, cuando ese chico esté en otro rol, probablemente tenga otra impronta que se aleje cada dia mas del verticalismo y se acerque más humanamente al proceso de enseñanza de los recién ingresados.
A raíz de tu experiencia, ¿qué le dirías a los jóvenes que están estudiando, que apuestan por medicina y quieren desarrollar su carrera en el país?
Creo que la Argentina es un país con un potencial tremendo, en todo sentido. He tenido la suerte de cruzarme con profesionales de excelencia e intento día a día tomar lo mejor de cada uno. Es verdad que tenemos mucho por mejorar y trabajar, pero creo que hay ganas e intelecto de sobra como para hacerlo. Yo soy una afortunada. Soñé con estar en el Garrahan, hace 6 años ese sueño se cumplió y pude empezar mi camino en esta especialidad, y ojalá así siga. No me imagino en otro lugar, es mi segunda casa.
Aún no hay comentarios