El ex director de ‘Cambio Climático en la Argentina’ profundiza sobre la gravedad de esta problemática a nivel global y cómo los países del mundo actúan en consecuencia. El experto subraya que, si bien existe una mayor medioambiental, aún resta mucho trabajo por delante.
Si hay que mencionar personas que están bien involucradas en los procesos del cambio climático, no hay que dejar afuera a Nazareno Castillo Marin. Su formación, experiencia y aportes en la materia lo convierten en uno de los grandes expertos en el país.
Para empezar, es Doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), tiene una carrera de especialización en Ciencias Químicas y Ambientales y otra en Explotación de Datos y Descubrimiento de Conocimiento. Actualmente trabaja como asesor técnico en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MAyDS) de la Argentina, donde previamente ocupó por siete años el cargo de director de Cambio Climático (2007-2014).
El experto de largo recorrido, además, participó como negociador de la Argentina en numerosas reuniones, como por ejemplo en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; y fue el encargado de preparar la primera contribución que presentó el país en el marco del Acuerdo de París.
A lo largo de su carrera desarrolló diversas consultorías, entre otras, para el Banco Interamericano de Desarrollo (2014-2015), la Fundación Avina (2019) y Wetlands Int. (2021). A su vez, desde el 2010 es docente de “Tecnología y Desarrollo Sustentable” en la Maestría en Ciencias Ambientales de la UBA.
En esta entrevista con POST, Castillo Marin hace un repaso por sus comienzos, sus aprendizajes y experiencias vividas, y los avances que se fueron logrando a nivel medioambiental a lo largo de estos años.
¿Cuándo fue que empezaste a involucrarte por el tema de cambio climático?
Yo estudié Biología en la UBA, en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, y apenas terminé tenía la intención de hacer un doctorado en la misma facultad. Entonces, buscando qué hacer, qué tema me podía interesar, terminé hablando con un meteorólogo en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera de la UBA, que me comentó de este tema del cambio climático. La verdad que no había escuchado hablar hasta ese momento, pero me interesó muchísimo. Recuerdo que dio a leer un trabajo del IPCC, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que es un grupo de científicos de todo el mundo que hace publicaciones. Ahí nos pusimos a charlar y surgió que él podía presentar un becario para una beca del CONICET para iniciación a la investigación. Y bueno, finalmente me presenté yo, escribí un proyecto, salió aprobado y empecé a hacer mi doctorado en el tema de impactos del cambio climático.
¿Cómo es el título de tu tesis y en qué consistió el trabajo?
El título de mi tesis es Impactos del cambio climático sobre la vegetación en Argentina y lo que hice fue utilizar modelos computacionales que simulan la distribución de la vegetación en función del clima. Entonces, yo lo que tomaba eran escenarios de cambio climático a futuro (que salían de otros modelos y que me los proveía mi director de tesis, que era meteorólogo) y lo que hacía era alimentar mi modelo de distribución de la vegetación en Argentina con esos escenarios de cambio climático. Y veía cómo cambiaba la vegetación. Es decir, si aumentaba la vegetación leñosa, disminuía la vegetación de pradera, etc. En fin, veía esos cambios y eso fue mi doctorado.
¿Qué fue lo que aprendiste desempeñándose como director del Cambio Climático y qué acciones pudiste llevar adelante?
Aprendí fundamentalmente que es necesario lograr un equilibrio. El desarrollo sostenible implica de tres patas: una económica, una social y un ambiental. Y las acciones en cambio climático no pueden olvidarse las otras patas. Entonces, a nivel de los gobiernos, las medidas que se toman tienen que tener en cuenta las tres dimensiones y eso implica que no siempre se va a lograr lo mejor para el ambiente. A veces hay que encontrar un equilibrio entre el ambiente, lo social y lo económico. En particular, cuando fui director del Cambio Climático, pusimos mucho énfasis en la adaptación al cambio climático, que tiene mucha menos prensa que la mitigación. Tiene mucha menos prensa que reducir emisiones, pero que es igualmente importante. Además, por más que dejemos de emitir el planeta se va a ir calentando. Eso implica que no solamente tenemos que trabajar en eso sino también en cómo adaptarnos, cómo ajustar nuestra vida, nuestras actividades productivas, a un nuevo escenario climático. Es decir, tenemos que trabajar en medidas de adaptación al cambio climático.
¿Dónde crees que está el mundo en la actualidad con respecto al cambio climático?
Creo que estamos en un mundo que, por un lado, muestra cada vez, con mayor visibilidad, los impactos del cambio climático. Por otro lado, desde los gobiernos se está tendiendo a ser cada vez más carbono restringido. Más restringido en emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. A su vez, los países que son más ambiciosos en cuanto a sus objetivos de reducción de emisiones (como los que integran la Unión Europea) empiezan a ver con recelo a los países que no están haciendo tanto al respecto. ¿Y por qué los ven con recelo? Porque de alguna manera, las industrias que están ubicadas en países de la Unión Europea ahora tienen que cumplir con determinadas normativas con respecto a sus emisiones, y eso a veces implica aumentar sus costos de producción y eso implica perder competitividad con industrias que están establecidas en países que no tienen tantas exigencias ambientales
¿Crees que los países realmente están comprometidos con el medio ambiente?
Algunos más que otros. La Unión Europea creo que ha dado muestras de ser un líder en esta temática. Otros países como Estados Unidos y China, si bien tienden a tener posiciones más amigables con el ambiente, creo que aún se espera mucho más de ellos. Por otro lado, los países en desarrollo, incluyendo los de los de nuestra región de América Latina, están muy limitados por la falta de financiamiento y por la diversidad de problemas que se suman al de cambio climático.
¿En qué mejoró o empeoró el ser humano en este aspecto?
Bueno, la situación del cambio climático definitivamente en los últimos años ha mejorado en términos de conocimiento de la gente. Y eso se debe a que, cada vez más, las tapas de diarios o los noticieros en la televisión muestran los impactos de las inundaciones, de las sequías, etc. También gracias al cine, a Hollywood, con películas muy taquilleras como El día después de mañana, que ponen el tema en conocimiento de todos. Ahora, en términos de acciones concretas, las cosas no han avanzado mucho en los países que son cruciales para afrontar la problemática, como los Estados Unidos, que va y vienen en sus posiciones con los cambios de gobierno.
¿Cómo se puede concientizar más a las personas respecto a la importancia del cuidado del medio ambiente y los efectos de la contaminación?
Fundamentalmente creo que hay que trabajar en la formación a nivel de las escuelas, los chicos. La juventud en general ha mostrado ser de gran importancia para concientizar y ayudar a lograr estos cambios necesarios. A nivel global creo que las Naciones Unidas se dio cuenta de esto, que la juventud es un aliado clave para el combate contra el cambio climático y cada vez vemos con mayor frecuencia a líderes jóvenes que participan de estas negociaciones internacionales y que tienen una notable influencia sobre líderes políticos.
¿Pensás que muchas veces los intereses económicos de los gobiernos y empresas van en contra del cuidado del planeta?
A veces los intereses económicos son francamente contradictorios con los ambientales y otras no. Por ejemplo, las medidas de eficiencia energética siempre se citan como una alternativa win win donde todos ganan, en el sentido de que permiten incrementar la rentabilidad de una empresa gracias al ahorro energético, y a su vez implican menos emisiones. Entonces, hay un lado positivo tanto económico como ambiental que van a la par. Otras veces es inevitable sacrificar parte de la rentabilidad económica para hacer una actividad más sostenible. Por otro lado, la rentabilidad económica, la valoración de la rentabilidad económica, en general, no tiene en cuenta el costo de los pasivos ambientales.
¿Cómo fue tu experiencia en la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático?
Fue para mí muy enriquecedora profesionalmente. Tuve la oportunidad de ver en vivo las discusiones que están dando un nuevo formato a este mundo. Me sirvió también para comprender que es posible lograr consensos aún entre países que tienen posiciones completamente opuestas. Como puede ser una isla que lucha porque su territorio no quede bajo el nivel del mar, con posiciones muy extremas en términos de hacer algo ya; y los países petroleros, que luchan por no perder el principal ingreso de su economía. Todos estos acuerdos apuntan a no usar combustibles fósiles. Y en estos países, la economía depende de estos combustibles fósiles del petróleo. Entonces tienen una posición contraria. Pero aun así se logran consensos y los acuerdos, aunque lentamente, avanzan.
¿Cómo fue preparar la primera contribución que presentó la Argentina en el marco del Acuerdo de París?
Fue un desafío porque fuimos de los primeros y había poca información. Se llamaba INDC, que era como Internet National con Determined Contribution. Eso sentó la base para que después pudieran venir otras contribuciones que, por cierto, fueron incrementando su ambición. En cada presentación, la Argentina fue más ambiciosa en cuanto a lo que se proponía en términos de su de su reducción de emisiones. Creo que el ministro tiene un equipo de trabajo muy sólido en la temática de cambio climático y además han establecido un gabinete nacional de cambio climático que incorpora a los principales ministros del gabinete. Y esto es fundamental porque no es posible resolver esta problemática solo desde un Ministerio de Ambiente. Está claro que no tiene el poder suficiente, no tienen los recursos suficientes, no tienen las competencias suficientes. Se requiere de la participación de todos los ministerios: el de Agricultura, Industria, Energía, eEconomía, etc. Y todos ellos, por suerte, forman parte de este gabinete nacional en Cambio Climático.
¿Ves que la aparición de nuevas tecnologías como el Big Data y el IA pueden ayudar a combatir el cambio climático?
Si la inteligencia artificial y el Big Data permiten generar conocimiento a partir de nuevas fuentes de datos, y eso puede ser de mucha ayuda para el combate del cambio climático.
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