Con la donación de más de tres millones de pesos, Santander, junto a las cooperativas La Juanita y Corre Camino, repartieron viandas a más de 2.700 familias vulnerables. Escuchá la voz de los protagonistas.
Cuando a Guillermo lo frenó un control policial un jueves de cuarentena en la provincia de Buenos Aires, tenía puesta una camisa blanca manchada de tierra por las bolsas de papas que había estado cargando. “Trabajo en un banco”, declaró, pero la autoridad, en un primer momento, no le creyó. ¿Qué hacía un bancario con la ropa sucia, circulando a las cuatro de la tarde y con el baúl lleno de papas?
Guillermo Basso es el supervisor de las ocho Sucursales de Integración Social (SIS) que Santander Argentina tiene en distintos puntos de la Ciudad y la Provincia. Éstas forman parte del Departamento de Inclusión Financiera, que tiene como objetivo la asistencia y bancarización responsable de personas que están fuera del sistema financiero o que tienen pocas posibilidades de acceso a productos y servicios bancarios.
Además de estas actividades -que también incluyen el acompañamiento a emprendimientos productivos- en este contexto de pandemia, donde muchas personas no pueden salir a trabajar y, por ende, se hace difícil obtener los recursos para alimentarse, el banco se dio cuenta de que había una realidad para observar y atacar. “Entendimos que había que agregar un valor adicional porque la gente está pasando por necesidades básicas como el alimento”, señala Basso en conversación con POST.
Ayudar a quienes pasan hambre
Por eso, en coordinación con las cooperativas La Juanita y El Corre Camino, Santander decidió emprender una acción en la que su donación de más de 3 millones de pesos se convertiría en viandas para dar de comer a miles de personas.
“Las entidades sociales son fundamentales porque, no podés llegar y decir: ‘acá te dejo una caja de fideos y arreglate’. Más allá de que nosotros trabajamos en territorio, ellos son los que tienen la temperatura de lo que pasa, lo que realmente necesita la gente”, explica Basso sobre la importancia de estas cooperativas que se encargan, sobre todo, de la logística y de los comedores que las reciben y también las reparten.
Pero, ¿por qué entonces el supervisor de las ocho SIS de Santander tenía la camisa manchada? Es que él también formó parte de la entrega de viandas, que se hicieron a 23 comedores, lo que significó un total de más de 33.000 personas asistidas en La Matanza, José C. Paz, CABA, Quilmes, Monte Grande, Ezeiza, Pilar, San Miguel y Morón.
“Flaco, ¿qué hacés circulando a las cuatro de la tarde si trabajás en un banco y encima con la camisa toda llena de tierra?”, lo interpeló el policía del control a Guillermo. “Mirá, te abro el baúl del auto, tengo bolsas de papas, estoy haciendo donaciones”, contestó. Riéndose, la autoridad remató: “No lo puedo creer, la verdad que te felicito”.
Mientras relata esto a POST, el empleado del banco sonríe y comenta lo que significó para él la solidaria acción de la que formó parte: “Es muy satisfactorio, personalmente me genera muchísima alegría y reconforta poder participar de una iniciativa así”.
El trabajo de Guillermo es un ejemplo del compromiso que tiene Santander con la sociedad, donde la inclusión financiera, la bancarización responsable, el apoyo a los emprendedores y la asistencia a quienes más lo necesitan son fundamentales para que todos, sin diferencias, podamos salir adelante.
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