Leo Piccioli, de CEO a líder de opinión: los pasos del empresario que transformó su nombre en una marca

Por Equipo Santander Post | 03-10-2020 | 13 min de lectura

De liderar una reconocida marca a hacer su nombre una marca reconocida. La historia de Leo Piccioli no es una más en el mundo de los negocios y el management. Es que, luego de dejar su puesto como Country Manager de Argentina y Brasil en Staples -donde trabajó casi 20 años- el gurú del liderazgo decidió dar lugar a su propio nombre. Así fue como logró llegar cada vez más a un público más amplio a través de publicaciones, conferencias, charlas, sesiones estratégicas y libros.

Luego de tener en su estantería tres libros propios (“La venganza de los nerds”, de 2014; “Soy solo”, de 2018; y “Ahora te puedes marchar… o no”, de 2019), recientemente lanzó su cuarta obra “El año en que nos volvimos humanos” que, según revela a POST, se presenta como un libro distinto a los demás. 

Leo Piccioli tiene 90.000 seguidores en LinkedIn -donde es Top Voice en Latinoamérica- 60.000 en Instagram y es conferencista de TED. A sus casi 50 años, el economista UBA vive su reconversión con plenitud, sin tapujos, abierto y sincero. En una conversación exclusiva con POST, cuenta cómo afrontó sus cambios, sus vivencias y la experiencia de liderar una marca a crear la propia con su nombre: 

Tu nuevo libro iba a estar titulado como “El siglo en que nos volvimos más humanos” pero por la pandemia tuviste que cambiar a “El año en que nos volvimos más humanos”, ¿cómo fue la adaptación de un concepto a otro? 

Hace dos años empecé a escribir en torno a este tema y me puse como proyecto, para alguna vez en mi vida, el libro “El siglo en que nos volvimos humanos”. Y es uno de los proyectos que fue avanzando lentamente, que iba escribiendo de a poco, iba complementando, iba leyendo y estudiando, hasta que pasaron cosas. 

Al principio de la pandemia, estaba escribiendo sobre eso y me empezó a pasar que dije: “No, pero todo esto que yo veía que era un siglo… siglo son 100 años, es una locura, está pasando. Está pasando ahora”. Entonces, ahí tomé la decisión de, no solo cambiar el título, sino dejar evidente el cambio de título. 

Este título, en sí mismo, es un mensaje de que esto se aceleró un montón. Yo siempre hago el chiste de Osvaldo y su supervisor de Call Center que en enero dijo: “Nunca vamos a hacer teletrabajo porque el ojo del dueño engorda el ganado”. Y ahora, de repente, está teletrabajando con todo su equipo, feliz y todo funciona bárbaro y pasa más tiempo con la familia, no está dos horas en el auto. Acá se gana un montón de felicidad. Esa es la lógica del cambio del título.

¿Qué significa volvernos más humanos y en qué aspectos creés que nos reconvertimos? 

Tengo una visión distinta a la habitual con respecto a la automatización en general. Creo que nosotros, como humanos, no nacimos o no evolucionamos para agarrar un arado y pasarlo por la tierra; o ser ascensoristas y subir y bajar un ascensor; o hacer copy paste en un Excel. Nacimos y evolucionamos para hacer cosas de humanos. Esas, para mí, no son cosas de humanos. Son cosas que nos deshumanizan, que nos igualan a todos. Somos todos como animales en donde estamos haciendo más o menos lo mismo. No quiero decirlo peyorativamente, pero de a poco estamos dejando de hacer esas tareas repetitivas de las maquinas. 

Mi propuesta es pensar que esas tareas son de las máquinas, que se las estamos devolviendo para hacer nosotros las tareas específicamente de humanos. ¿Y qué es lo que tenemos que hacer? Hay que pensar cuáles son las tareas que solamente los humanos podemos hacer y, sin ser exhaustivo, doy el ejemplo con todo lo que tenga que ver con la empatía, la creatividad, el entretenimiento, el deporte, las experiencias o el turismo, entre otros. Son tareas mucho más de humanos que las tareas repetitivas de copy paste en un Excel.

Dicen que toda obra es una autobiografía, ¿qué dice este libro sobre vos? 

Por un lado, dice que me voy volviendo más ambicioso. Tengo un libro secreto, “La venganza de los nerds”. Fue muy gracioso porque no es motivo de orgullo, pero de repente se está vendiendo bastante bien. Después de eso, tengo “Soy Solo” que fue un libro de presentación en donde hablé de todos los temas, pero fue mi primer libro realmente en serio con mucha energía, inteligencia y laburo. 

Esos dos libros eran más orientados al trabajo, más limitados. Ahora dije “Okey, ya estoy grande”, en el sentido de que si tengo el respeto de mucha gente, tengo mucha llegada. Con el libro, tengo la oportunidad de -más allá de los beneficios laterales del libro (dinero no hay) y de todo lo demás que hay- generar un impacto. Mi esperanza es que esto que propongo -que en realidad los humanos tenemos que ser más humanos- sea una parte del cambio y no sea solamente una descripción, sino que retroalimente el cambio también.

Antes eras CEO y hoy sos un líder de opinión muy valorado en temas de desarrollo personal y profesional. ¿Hay un Leo más humano hoy?

Sin dudas que hay un Leo más humano que me cuesta porque me formaron en el siglo XX en donde me dijeron que los sentimientos se dejan en casa y no van al trabajo. Yo, particularmente, era muy introvertido, era de ocultarlos y me fue pasando que corrí riesgos. Me fui mostrando vulnerable, sobre todo, y garpó. Siempre valió la pena, la audiencia me lo reconoció. Es muy gracioso porque a veces veo figuras públicas a las que se les pregunta algo que no saben y se nota que no saben y tratan de pilotear. Nos reímos del político o del empresario que trata de inventar una respuesta porque cree que tiene que ser perfecto. Yo aprendí que, si digo “no sé”, la gente dice “wow, qué honesto, qué humano”. Y es como que se retroalimenta. Lo dije una vez hace unos años, funciona bien, gané confianza y ahora trato de mostrarme más. Trato de, no sé si ser más humano, pero sí mostrarme más humano.

Pasaste de liderar la marca Staples a consolidar tu nombre como marca, ¿cómo fue el paso de una a otra? ¿Todos estamos llamados a ser una marca así como las marcas están llamadas a ser más humanas?

Sí, yo creo que todos somos una marca, lo controlemos o no. Hasta el año 2016 yo era Leo Piccioli, de Staples. Era mi segundo apellido y, cuando me fui, me autoimpuse la necesidad de quitarme ese segundo apellido. Me divorcié de alguna manera, por suerte, porque eso me llevó a construir una marca y darle contenido a Leo Piccioli. A no necesitar lo otro. 

Creo que si el mundo está cambiando tanto, la expectativa de vida aumenta constantemente, estamos frente a un futuro laboral en donde probablemente vamos a trabajar en más empresas o para más clientes o en más lugares de lo que pensábamos cuando éramos pequeños. Entonces, si esto es así, vamos a tener que ser mucho más sólidos como independientes. No como independientes en el sentido de freelancer, sino como tener una marca que periódicamente le da servicio a una empresa tal vez, durante cinco o diez años, pero después es independiente y hace consultoría o hace otra cosa o después se va un año al sudeste asiático, como todos queremos hacer y no nos animamos a decir. 

De alguna manera, es una marca individual que tenemos, que existe, que tenemos que tomar control de ella. La marca está, no es que tenemos que crearla. Todos tenemos una marca. Marca personal es lo que los demás dicen de uno cuando uno no está en la sala. Eso está, el tema es que no nos enseñaron a ser dueños de eso.

Ya tenés una trayectoria dando charlas y conferencias: ¿qué es lo que más te gusta mostrar de vos?

Disfruto mucho mostrando mi propia vulnerabilidad. Cuando corro riesgos o hago cosas absurdas que nadie más haría, me digo: ¡qué bueno! ¡qué orgulloso estoy de mi mismo! Tal vez porque en mi infancia no lo habría hecho jamás. Me acuerdo una charla que di en Neuquén donde, en un salón muy grande, todos habían dejado las tres primeras filas vacías y se fueron todos para atrás. Había mucha gente, muchos parados en el fondo y en mi cabeza dije: “Esto no puede ser, tengo que hacer algo distinto”. Entonces me paré en una mesa y empecé la charla en la mesa del fondo del auditorio, con todos dados vuelta, pero cerca de la gente. Ese tipo de cosas, en general, salen bien porque la gente es mucho más buena de lo que uno cree.

¿Cuánta importancia tiene el feedback del público que escucha tus conferencias? ¿Esta humanización la ves entre la gente que te escucha?

Es un desafío el tema del feedback de la gente en estas épocas de cuarentena porque es distinto virtual que real. Sí es clave. Para mí, es muy interesante la transición entre la televisión lineal habitual con lo que pasa hoy donde cada uno ve lo que quiere y le da feedback al momento. Solo el hecho de estar viendo es un voto de confianza a quien está transmitiendo. Por ejemplo, durante dos meses, hice vivos a las 7:30 de la mañana y llegué a tener 200 personas en el vivo. Es absurdo, pero era un feedback que me estaban dando diciendo: “Leo yo voto por vos, por el esfuerzo que estás haciendo, te acompaño, quiero ver esto”. Me agrega valor y la verdad que es algo maravilloso.

Por qué es importante para vos mostrarte “tal cual sos”, incluso a veces mostrando tu intimidad en un público “profesional” de LinkedIn.

Tal vez, tiene que ver con algún momento de mi carrera, sufrí por rumores, rumores sobre mí, que algunos eran verdad y otros eran mentira, pero que me lastimaron muchísimo. Desde ahí, una parte de mí dijo “yo no voy a sufrir más por esto”. Yo voy a destruir los rumores de raíz y la mejor forma de destruirlos es ser, no totalmente transparente -porque nadie lo puede hacer y aunque lo pudiéramos hacer no lo aconsejaría porque es super dañino-, pero más transparente que la mayoría. Cuando me equivoco, lo admito. Cuando me criticaron y admití mi error, volví mis pasos atrás. También cuando me criticaron y dije: “Tu opinión la escucho, pero vale más la mía”. No se puede tener a todo el mundo contento. Eso también aprendí. El que trata de tener a todo el mundo contento es un tibio. No va a cambiar el mundo. El que cambia el mundo es el que pone el cuerpo, aguanta y va para adelante. A veces estaremos de acuerdo y a veces no. Pero necesitamos gente con la que no estemos de acuerdo cerca también. 

Invitás a tu público a creer en sus habilidades y crear su propia historia. ¿Qué tanto es más difícil (o más fácil) hacerlo en un país como la Argentina?

Creo que es una genial excusa que nos podemos poner. Contestarle a un Leo o a cualquier otra persona “pero en Argentina es distinto” es una excusa. Hay miles de historias de éxitos en este país. Que levante la mano el que se sorprende en la Argentina por una devaluación o el que se sorprende por un cambio de reglas o porque haya corrupción. No creo que nadie debería sorprenderse. Es de necio pensar que no va a pasar más. Sigue pasando, entonces preparémonos. Lo que trato de compartir ahí es: hay un radio de acción alrededor nuestro sobre el que podemos hacer y podemos cambiar las cosas. Hay un radio de acción un poquito más amplio sobre el que podemos influir. Y hay algo más amplio todavía que tenemos que aceptar. Entonces, tengamos la fuerza para aceptar lo que no podemos cambiar. Tengamos energía para cambiar lo que sí podamos cambiar y tengamos la sabiduría para reconocer la diferencia. Ese es un concepto de alcohólicos anónimos que me parece fantástico.

¿Cómo se reflejaría esto en Argentina? 

En Argentina sería: ¿Puedo cambiar la situación económica? ¿Cómo va a seguir esto? La inestabilidad va a estar ahí todo el tiempo. Tengamos una sorpresa positiva un día. Que alguien encuentra una solución mágica -que no existe- pero mágica para estabilizar el país. Fantástico. Pero mientras tanto, preparemos, hagamos negocios, hagamos carreras inmunes a la inestabilidad. Inmunes a estas sorpresas. Y hay miles de maneras de hacerlo, desde formarnos en nuestras cabezas, educarnos, aprender distintas cosas, nutrirnos, aprender a programar, viajar por el mundo, conocer, dar servicios al exterior, construir negocios que se nutran de situaciones de inestabilidad. Hay miles de negocios que andan mejor. O puede ser buscar carreras afuera también. 

Estamos formados para crisis. Me ha pasado a mí muchas veces en la corporación cuando me llamaban, cuando tenían 5% de inflación en el año, y me decían: “Leo, vos que tenés inflación, ¿me decis que hago? 5% es mucho. ¿Cómo negocio esto con los clientes?” Y yo los ayudaba desde nuestro 50% de inflación en ese momento. Para mí, era el paraíso el 5% anual. Pero me parece que ahí es ser protagonistas. Es entender que lo que no podemos cambiar, en realidad también lo elegimos. No es que hay que aguantarlo porque, si estamos viviendo en este país, es porque queremos vivir en este país. Entonces, dado que estamos acá, queremos vivir acá y estas son las reglas -no hablo de leyes, hablo de cómo funcionan las cosas- seamos realistas y hagamos lo mejor que podemos con lo que haya.

 ¿Qué mensajes buscás dar a quienes te escuchan, te leen o te ven? Resumilo con un mensaje de una línea.

¡Despiértense muchachos! Cambiar es mucho más fácil de lo que creemos y nos va a hacer mucho más felices. 

¿Una segunda versión?

La vida no es lo que pasa entre reinversión y reinvención, la vida es la reinvención. 

1 comentario

  1. Ignacio Vigliocco dice: 2021-10-04

    Muy buena nota.
    El año pasado tuve una charla con Leo que ofrecía de 30 minutos y me sorprendió como en ese poco tiempo entendió mi negocio y me dio posibles soluciones a un problema que tenía.
    Saludos.

Responder a Ignacio Vigliocco Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más historias
¡No te pierdas nada! Suscribite a nuestro Newsletter