Silicon Valley es la sede de muchas compañías emergentes y globales de tecnología, desde gigantes hasta pequeñas startups con potencial de convertirse en próximos unicornios. Aquel lugar funciona como un semillero donde las ideas más innovadoras del mundo comienzan a tomar forma. Así fue el caso de Nanótica Agro, fundada en 2018 por el joven argentino nacido en Luján Matías Badano. Esta compañía encontró su negocio en la tecnología que permite un uso más eficiente de los productos fitosanitarios en el campo.
“Desarrollamos una tecnología que, mezclada con los agroquímicos y fertilizantes, hacen que estos sean más efectivos y se puedan utilizar menos dosis. Este producto tiene una fecha de vencimiento muy corta, entonces nosotros le damos una máquina al productor para que mezcle el producto convencional con nuestra tecnología y a partir de ahí tenga entre 15 y 30 días para aplicarlo”, explicó en una entrevista con POST el emprendedor de 29 años, quien a sus 24 fue ganador del premio Jóvenes Emprendedores de Santander y, con su socio, Julio Laurenza, recibieron una importante suma económica para continuar con el proyecto que busca profundizar la sustentabilidad en la industria.
Codearse con los proyectos más brillantes del mundo
Como tantos otros, tuvieron la posibilidad de estar en Silicon Valley, donde Matías Badano estuvo junto a su socio, Julio Laurenza, experto en nanotecnología, trabajando en cómo su desarrollo podía alcanzar al productor. “Estuvimos en Singularity University, que es la universidad de la NASA y Google. Pasamos ahí unas siete semanas”, precisó el licenciado en Marketing y Master en Business Administration (MBA).
“Mi socio es experto en nanotecnología y él venía trabajando en un laboratorio en nanoencapsulación. Él había hecho algunos desarrollos en agro y empezamos a ver cómo podíamos llevar esta tecnología al productor”, contó Badano sobre aquellos primeros bocetos que iban a dar vida al proyecto.
En Silicon Valley, agregó, fue donde ellos plantearon el modelo de negocio de Nesspreso, en el que le dan una máquina al productor –la cafetera- y ellos se encargan de vender las cápsulas. “En enero de 2019 cerramos una ronda de inversión por 300 mil dólares. Ahí armamos un laboratorio en lo que es la Fundación Argentina de Tecnología y todo lo que es el equipo”, explicó el fundador de la compañía.
“A partir de ahí empezamos a trabajar en toda la etapa de la validación de tecnología. Logramos conseguir un ahorro en dosis en algunos productos del 50% y en otros mejorar mucho la efectividad. Eso hace que tengas mejores rendimientos y no estés obligado a echar tantos agroquímicos”, indicó.
Desafíos y trabas
Comenzaron testeando la tecnología con los referentes de Argentina. Luego quedaron incubados por el grupo CREA, que asocia a los productores del país y ahora están testeando en varios cultivos. También han llegado a hacer pruebas en Brasil con una empresa de agroquímicos.
Uno de los grandes desafíos que tuvieron para comenzar el desarrollo del negocio fue el tema de las alianzas con empresas para trabajar en conjunto y lograr que, tanto al productor como al inversor le bajara el riesgo. Por supuesto, otro gran inconveniente fue la financiación.
“Cómo buscar inversión desde Argentina fue un gran desafío. Acá esto es algo que está muy prematuro y no tenés tantos inversores ángeles y desde la biotecnología no tenés tantos fondos de inversión como en Estados Unidos”, indicaron.
Actualmente se encuentran enfocados en el desarrollo del prototipo de la máquina. Pero ya piensan en el después y cómo seguirá el crecimiento de este proyecto que quiere llegar a todo el país. Por eso, la próxima etapa es ir a recorrer la mayor cantidad de productores posibles para que puedan validar la tecnología.
Aún no hay comentarios