Pasaron algunos años desde que Matías Portela, fundador de Ondulé, comenzaba a darle vida a su sueño en el garaje de su mamá. Como buena parte de los proyectos que anhelan cambiar el mundo -o mejorarlo-, la fábrica de juguetes ecológicos pasaba aquellos primeros días en el silencio y hermetismo de una casa.
Ondulé es una empresa de triple impacto fundada en 2012 que busca desarrollar la creatividad y la imaginación de los niños con juguetes elaborados de material reciclado. Todo este concepto está enmarcado en un modelo de negocio que integra a cooperativas, tanto para el abastecimiento de esa materia prima como para la producción.
Detrás de los juguetes de Ondulé, detrás de cada compra, hay una historia. Parte del desafío del ingeniero cordobés es que la gente sepa que este proyecto busca mejorar la calidad de vida de las personas y ser amigable con el medioambiente. Desde el 2011 que lo hace y es ese espíritu el que impulsa a quienes trabajan allí. “Desde el comienzo estuve enamorado de este proyecto. Estaba tan entusiasmado que no podía dormir”, recuerda Portela, en una entrevista con POST.
“Trabajamos con ciertas cooperativas o asociaciones civiles que nuclean personas en situación de vulnerabilidad. Queremos comunicar y transmitir a la gente que, a través de su compra, está construyendo una historia. Está generando trabajo para mujeres que han tenido alguna situación de violencia, por ejemplo, y esto les genera una oportunidad. Comprando un juguete de Ondulé, hay una historia de reciclado atrás, hay una historia de generación de empleo que mejora la calidad de vida de personas que la están luchando”, explica Matías, de 36 años.
Los primeros pasos
Comenzar con pocos recursos no era un impedimento para Matías. Porque el sueño era más grande que cualquier obstáculo. “Lo primero que hicimos fue hacer una rifa. Habré hablado con 400 personas contándoles ‘tengo un sueño: estoy juntando dinero para arrancar este proyecto’. De esas 400, 135 me compraron la rifa. Eran 100 pesos cada rifa por un viaje. En ese momento no era poca plata y mucha gente me ayudó”, relata.
Con ese dinero compró materia prima. “Arrancamos fabricando las casas a mano. Después nosotros fabricamos una máquina troqueladora porque no nos alcanzaba la plata para comprar una. Íbamos creciendo y lo que ganábamos lo reinvertíamos. Después ganamos el premio Santander y eso nos ayudó a seguir invirtiendo”, profundizó mientras hacía memoria para recordar cómo habían sido aquellos comienzos.
Cosechando años de esfuerzos y sueños
Hoy en Ondulé ya llevan más de 120.000 juguetes vendidos, es decir, 69.000 kilos de cartón que han sido reciclados y utilizados para alegrar la vida de cientos de pequeños y familias. Cerca de 56.426 kg de dióxido de carbono fueron mitigados a través de la compra de estos juguetes sustentables.
“Estuvimos como un año para desarrollar el primer producto, allá por 2011, y salir a vender fue todo un desafío. Córdoba rápidamente nos quedó chica y empecé a viajar a Buenos Aires. El primer viaje lo hice en tren porque no tenía dinero. Paré en muchas casas de primos, de amigos y mucha gente me ayudó. La idea era ir una semana a visitar jugueterías. Me terminé quedando como un mes en distintas casas de conocidos que me abrieron sus puertas. Ahí comenzábamos a crecer”, cuenta Matías, dando a entender que cada hora de ese viaje valió la pena.
“En el desarrollo de nuestro producto hay psicopedagogos, psicomotricistas, es decir, tenemos un grupo de personas que nos ayudan a terminar el desarrollo. A su vez, a las cooperativas con las que trabajamos les damos los insumos para que trabajen. No negociamos el precio y no financiamos el pago. Y esto lo hacemos a través de ONGs para transparentar todo el proceso”, sostiene Badano.
Tras años de esfuerzo, hoy Ondulé es una marca reconocida, no sólo por sus juguetes, sino porque su misión es aún más grande. Sus productos llegan a todo el país e incluso a Centroamérica. Sin embargo, Matías Portela no pierde de vista su humildad y, mucho menos, su sueño.
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