La educación financiera ayuda a los niños a comprender el valor del dinero, planificar, ahorrar y desarrollar autonomía desde temprana edad.
La educación financiera temprana es una apuesta a futuro, ya que no solo mejora la toma de decisiones en la adultez, sino que también promueve una relación más consciente y sana con el dinero. Para eso, el hogar juega un rol clave, ya que es ahí donde los niños aprenden valores, hábitos y creencias sobre la administración de sus finanzas.
Catalina Paz, directora de Lección Financiera, sostuvo en diálogo con POST que el rol de la familia es fundamental: “La familia juega el rol más importante en el aprendizaje. Desde la infancia, día a día, tanto de manera consciente como inconsciente, se transmiten conocimientos, valores, creencias, hábitos y conductas que a lo largo del tiempo construyen la percepción y el vínculo que los niños desarrollan con el dinero”.
“Creo que cuesta porque, en general, los adultos arrastramos nuestras propias heridas y tabúes respecto al dinero”, reflexionó Gabriela Totaro, educadora financiera, en conversación con POST. “Venimos de familias donde no se hablaba del tema, o donde el dinero estaba asociado a discusiones, culpa o silencios”, agregó.
“Callarnos solo perpetúa la desinformación”, remarcó Totaro, y planteó una solución simple: alcanza con conversaciones cotidianas sobre decisiones como ir al supermercado, hablar de metas o mostrar cómo se organiza la economía familiar.
Hábitos simples para que los chicos entiendan el dinero
Totaro insistió en que no es necesario explicar conceptos complejos a los más pequeños: “Lo primero es trabajar el valor, no la cantidad”. Además, comentó que “un niño no necesita saber de inflación o inversiones; necesita entender que el dinero se consigue con esfuerzo, que es limitado y que lo usamos para elegir”.
De ahí surgen algunos hábitos muy concretos:
- Darles una mensualidad, aunque sea simbólica, para que tomen pequeñas decisiones.
- Armar tres frascos: gastar, ahorrar y donar, para que visualicen que no todo se usa de una vez.
- Involucrarlos en una compra real, como elegir una merienda dentro de un presupuesto.
- Enseñarles a esperar: “postergar la gratificación es clave para toda la vida”, señaló Totaro.
Esas prácticas cotidianas, de bajo riesgo, preparan el terreno para aprender conceptos más complejos más adelante.
Tecnología, dinero “virtual” y límites claros
La transformación digital no solo cambió cómo se mueve el dinero para los adultos, sino que también afectó a los niños.
La educadora financiera explicó que “para los chicos, gastar es ‘tocar un botón’. Y cuando no ven el billete irse, pierden la noción del límite”. Por eso, el acompañamiento de los padres es más importante todavía, ya que deben enseñarles a sus hijos algunos aspectos como:
- La diferencia entre dinero real y virtual.
- Explicar cómo funcionan billeteras virtuales o tarjetas prepagas.
- Prevenir fraudes.
- Definir reglas claras (qué apps usar, cuándo y cómo).
Este acompañamiento, para Paz, debe hacerse con consciencia y cuidado: “Abordar el tema desde la consciencia, identificando qué se transmite a través de la palabra y de las acciones, siempre buscando mantener un marco de responsabilidad, orden, coherencia y respeto”.
Además, también advirtió que los mayores deben proteger a los más jóvenes de riesgos digitales: “es recomendable que los mayores se involucren activamente guiando a los menores en prácticas y medidas que promuevan su protección cuando se trata del acceso a / intercambio de fondos y datos sensibles”.
El aula que no llega, las redes que reemplazan
Aunque el hogar cumple un rol insustituible, el entorno digital se volvió un actor central en la educación financiera. Según el informe El valor de aprender, realizado por Santander junto a IPSOS, uno de cada tres jóvenes de entre 16 y 24 años recurre a redes sociales para aprender sobre dinero, en un contexto donde el 86% afirma no haber recibido educación financiera en la escuela.
El fenómeno evidencia una brecha entre la necesidad formativa y la falta de espacios formales: mientras el 91% de los argentinos cree que la educación financiera debería ser compartida entre escuela y familia, casi el 30% se informa únicamente por plataformas digitales. Esto, advierten los especialistas, incrementa la exposición a riesgos: siete de cada diez jóvenes enfrentaron intentos de estafas y uno de cada cuatro fue víctima de fraudes online.
En este escenario, hablar de dinero en casa cobra aún más relevancia. No solo porque fortalece el aprendizaje desde edades tempranas, sino porque ofrece un marco de confianza y criterio crítico frente a una sobrecarga de contenidos digitales, muchas veces desinformantes.
Educación financiera: tomar decisiones como aprendizaje
Más allá de las herramientas, lo que realmente forma es el proceso de decidir. Paz propuso una metodología concreta para que los padres conviertan situaciones cotidianas en lecciones financieras.
Los mayores, a través de este método, deben ayudar a los menores a:
- Identificar un objetivo
- Explorar alternativas
- Evaluar posibles consecuencias
- Brindar autonomía para la decisión
- Monitorear el abordaje de las consecuencias
Este enfoque enseña que elegir implica renunciar a otras cosas, es decir, la elección de una alternativa en un determinado momento es la “no elección” de otras alternativas. Y que, además, las consecuencias no siempre son como se esperaban, lo que exige adaptarse. Cuando los errores ocurren en un contexto seguro y evaluado, los jóvenes pueden aprender sin pagar un precio muy alto.
Consejos para padres que no se sienten “expertos” en educación financiera
Tanto Totaro como Paz coinciden en que no hace falta ser un gurú de las finanzas para empezar a educar en casa. Por su lado, la educadora financiera aconsejó ser honestos, involucrarse y aprender junto a los hijos: decir “esto no lo sé, pero lo podemos buscar juntos” es valioso.
También sugirió herramientas simples como:
- Anotar gastos
- Planificar compras
- Comparar precios
“Eso ya es educación financiera pura”, expresó Totaro. Además, para que esto no se convierta en una carga emocional, alertó: “evitar transmitir miedo o culpa. El dinero no tiene que ser un tema doloroso; tiene que ser un recurso que administramos”. También recomendó recomienda apoyarse en recursos externos como talleres o libros.
Paz coincidió al decir que más que conocimientos técnicos, lo que importa es la actitud: acompañar con respeto, generar confianza y guiar sin presionar la autonomía. Y agregó: “La formación, la lectura y la interiorización sobre el tema, tanto de los mayores como de los menores, favorecen que la educación financiera en casa sea más efectiva”.
¿Qué ganan los chicos que crecen con la educación financiera?
Aunque es difícil medir exactamente cuánto apoyo familiar recibe cada adolescente, Paz remarcó que los beneficios son visibles cuando hay acompañamiento en casa. La directora de Lección Financiera sostuvo que los jóvenes que desarrollan comprensión y habilidades financieras suelen desenvolverse con claridad en:
- Los planteos.
- Facilidad para establecer objetivo.
- Creatividad en las propuestas para alcanzarlos.
- Seguridad en la toma de decisiones.
- Proactividad.
- Confianza.
Además, de acuerdo al Primer Reporte Consolidado de Educación Financiera 2025, elaborado por el Protocolo de Finanzas Sostenibles Argentina junto al BID Invest, mostró que la formación temprana tiene efectos concretos y medibles. El estudio relevó a 58.605 jóvenes que participaron de programas educativos en todo el país y registró una mejora del 19% en los conocimientos financieros, pasando de un 56% de respuestas correctas en el pre-test a un 67% en el post-test.
En otras palabras, no es solo que sepan “administrar plata”, sino que están mejor preparados para proyectarse y pensar en sus metas.
Hacerlo en casa no es solo un gesto educativo, es una inversión social
Diversos estudios coinciden en que educar desde temprano, además de mejorar la capacidad para manejar los recursos en la adultez, también permite construye una relación más reflexiva y responsable con el consumo. Enseñar a ahorrar, planificar y valorar el dinero es una semilla para la autonomía y la responsabilidad.
Algunas prácticas recomendadas son:
- Juegos con dinero ficticio, para simular compras y presupuestos.
- Mesadas con propósito, para que el ahorro tenga sentido.
- Incluir a los niños en decisiones familiares de gasto.
- Usar apps educativas que enseñen de forma lúdica planes, interés y metas.
El desafío es claro. No solo debemos hablar de plata, sino cómo hablarla. Naturalizar el dinero en una conversación familiar posibilita a los más chicos vivirlo como algo saludable, y no como un tabú. En ese sentido, cada pequeña charla, cada decisión compartida y cada regla digital es una inversión para el futuro.
Aún no hay comentarios